Artículos
La situación en Santa Cruz. Informes contradictorios. Noticias, posicionamientos, y relaciones entre los periódicos porteños en relación con las huelgas de trabajadores rurales de Santa Cruz (1921-1922)
Resumen: En este trabajo analizamos diferentes periódicos de Buenos Aires que informaron sobre las huelgas rurales que ocurrieron en el Territorio Nacional de Santa Cruz en 1921, conocidas como La Patagonia Rebelde. Se seleccionaron distintas publicaciones periódicas porteñas conservadoras, comerciales, populistas, socialistas, sindicalistas y anarquistas, para indagar en la forma en que presentaron las noticias que llegaban, qué fuentes utilizaron para brindar información, qué análisis hacían y cómo vinculaban estos hechos con el contexto político, social y sindical de la época. También consideramos los intercambios y discusiones entre las distintas publicaciones por medio de notas de opinión y críticas que variaban según las posturas tomadas en relación con el movimiento huelguístico del sur. De esta forma, observamos una miríada de visiones y construcciones discursivas de lo que ocurría en Santa Cruz, dependiendo de sus posicionamientos, intereses y públicos a quienes les escribían. Este trabajo pretende ser un avance más en conocer otras dimensiones de las huelgas de obreros rurales de Santa Cruz a comienzos de la década de 1920.
Palabras clave: Patagonia Rebelde, Periódicos, Noticias, Década de 1920.
The situation in Santa Cruz. Conflicting reports News, positions, and relationships between Buenos Aires newspapers in relation to the rural workers' strikes of Santa Cruz (1921-1922)
Abstract: In this paper we analyze different Buenos Aires newspapers that reported on the rural strikes known as La Patagonia Rebelde. We selected conservative, commercial, populist, socialist, unionist and anarchist newspapers, to investigate the way in which they presented the news that arrived from National territory of Santa Cruz, what sources they used to provide information, what analysis they made and how they linked these events to the political, social and union context of the time. Also we consider the exchanges and discussions between the different publications through opinions and critique notes that varied according to the positions taken in relation to the strike movement in the south. In this way, we observe a myriad of visions and discursive constructions of what was happening in Santa Cruz, depending on their positions, interests and audiences to whom they wrote. This paper aims to be one more step in understanding other dimensions of the rural workers' strikes in Santa Cruz at the beginning of the 1920s.Keywords: Rebellion in Patagonia, newspapers, news, 1920s.
Keywords: Rebellion in Patagonia, Newspapers, News, 1920s.
Introducción
“La situación en Santa Cruz. Informes contradictorios” tituló el periódico nacionalista La Fronda el 15 de enero de 1922, aunque para ese día ya se habían cumplido más de dos meses de las primeras víctimas de la represión militar, y 20 días desde que la huelga había sido sofocada a sangre y fuego. Sin embargo, constituye un buen resumen de lo que un lector habría podido acceder para conocer qué estaba pasando en el lejano territorio de Santa Cruz entre fines de 1921 y comienzos de 1922 producto de las escasas informaciones existentes, los sesgos en las fuentes y la cacofonía informativa producida por los distintos posicionamientos e intereses que caracterizaba a la prensa porteña de la época. Es por ello que en este trabajo vamos a indagar cómo se presentaron en Buenos Aires los sucesos conocidos comúnmente como La Patagonia Trágica o Patagonia Rebelde por medio del análisis de las informaciones brindadas por los principales medios periodísticos de la época.1 Si bien a lo largo de los años investigadores desde diferentes enfoques, perspectivas y posicionamientos ya han realizado estudios empleando a los periódicos como fuentes (por ejemplo, Bayer, 1993, 1995; Bohoslavsky, 2005, 2008; Destefani, 1974; Ferrante, 2013; Fiorito, 1974; Zubimendi, 2022),2 en esta oportunidad, queremos poner en diálogo entre sí a los principales periódicos que se publicaron entre los meses de octubre de 1921 y mayo de 1922 y que representaban distintas posturas políticas y sociales de la época, con el fin de visualizar la forma en que presentaron las noticias que llegaban del sur, qué vínculos se vislumbran entre ellos -por ejemplo, de oposición o disputa- que reflejan un panorama complejo, diverso y conflictivo entre quienes informaban a la sociedad porteña que vivía desde la lejanía los sucesos del sur.
Partimos de considerar que la prensa escrita es una fuente de información de importancia, ya que nos permite conocer aspectos centrales de los dispositivos por los cuales se construye la opinión pública y comprender procesos históricos, teniendo en cuenta los diferentes intereses políticos, económicos y comerciales que fijan o determinan en cierta medida aquello que cada periódico publica (Hernández Ramos, 2017). El uso de las publicaciones periódicas para conocer la forma en que cada sector, agente o facción analizó o consideró los hechos ocurridos en Santa Cruz nos permite adentrarnos en las complejas relaciones que existían entre aquellos que pretendían imponer sus discursos y establecer vínculos y relaciones con sus lectores en medio de un contexto caracterizado por la polifonía informativa (Kircher, 2005). Es por ello que es necesario considerar sucintamente el «contrato fundacional» (De Fontcuberta, 1993), por lo que brindamos una breve caracterización de la identidad de cada uno y los vínculos y relaciones que pretendían establecer con sus lectores (Kircher, 2005).
Cronológicamente abarcamos ocho meses que van desde octubre de 1921 hasta mayo de 1922. Este periodo se inicia en octubre cuando se declara la huelga y arriban las primeras tropas del ejército; luego entre noviembre y diciembre las distintas columnas de huelguistas son capturadas y gran cantidad de ellos asesinados, mientras que otros son tomados prisioneros. Entre enero y mayo permanecen estacionadas las tropas en territorio santacruceño y los prisioneros son encerrados en Río Gallegos. Finalmente, durante el mes de mayo, los huelguistas prisioneros fueron liberados, sin cargo ni culpas, por el aparato judicial y las tropas regresan a Buenos Aires, lo que puede ser considerado como el punto final de este ciclo represivo del movimiento obrero realizado por el ejército.
A partir de la lectura de las distintas notas o referencias publicadas relacionadas con la conflictividad social o laboral en el territorio de Santa Cruz comparamos y analizamos el espacio que le asignaron a este tema a lo largo de los ocho meses, considerando ésta como una variable de importancia para vislumbrar el interés dado a los sucesos del sur. En este sentido, contabilizamos: referencias en las que se informa algún hecho puntual, como el envío de las tropas al sur, o acciones emprendidas por los huelguistas o el ejército; otras vinculadas con denuncias de los sucesos del sur, por ejemplo, cartas de estancieros u obreros; o noticias relacionadas tanto con los homenajes a las tropas realizadas por la Liga Patriótica, como la búsqueda de justicia para las víctimas y sus familiares, por parte de los movimientos obreros.
A su vez, también consideramos la forma en que cada periódico se dirige de forma diferencial a cada uno de sus públicos, empleando lenguajes y expectativas distintas, en el marco de códigos comunicaciones e intereses compartidos; como, por ejemplo, la defensa del orden y la nacionalidad, o la lucha y la reivindicación obrera. Luego, consideramos de interés examinar los distintos tipos de relaciones entre los periódicos, que en general adquieren distintas dimensiones, ya sea de crítica y oposición directa, similitud de intereses, o de concordancia ideológica.
Los principales periódicos porteños hacia 1921
La prensa a comienzos del siglo XX constituía el medio de comunicación más importante, de la época, ya que poseía el monopolio informativo, en tanto hegemonizaba el amplio espacio de difusión que habría de ser ocupado posteriormente por la radio y la televisión.
Como parte de un proceso que previamente se había producido en Estados Unidos y Europa, se produjo en aquellos años en Buenos Aires un fuerte crecimiento de la prensa vinculada con la conformación de un público lector surgido a partir de la alfabetización de amplias capas de la población, mejoras técnicas de impresión, de la comunicación y del papel, que permitió la aparición de periódicos de masas (Lobato, 2009, p. 14). En ese entonces, existía en Buenos Aires una enorme cantidad de publicaciones que formaban un importante mercado periodístico con una oferta que informaban a lo largo de todo el día -con varias ediciones matutinas y vespertinas- a una gran masa de lectores (por ejemplo, Biblioteca Nacional Mariano Moreno, 2022). Cada uno de ellos tenía una visión y un público objetivo, así como fines diferentes según los intereses que buscaban. A su vez, había una compleja red de relaciones entre los distintos periódicos, que dependía de las ideas políticas que adherían, las líneas editoriales, los intereses comerciales o políticos de sus dueños, directores o editores, así como del fin último con el que habían sido creados. Algunos de ellos eran netamente comerciales y estaban emparentados técnica y profesionalmente con los grandes diarios internacionales del momento, éstos en general buscaban captar un público cada vez más amplio, compitiendo con sus colegas por ganancias y prestigio. Otros, estaban orientados con una finalidad claramente política, intentando cohesionar y mantener audiencias permeables a sus discursos. Solían representar las voces de partidos o facciones que disputaban el espacio político del momento, como nacionalistas, socialistas, comunistas o anarquistas. A su vez, algunos de estos, como la prensa obrera, se caracterizaban por tener un carácter pedagógico, ya que buscaban educar y formar a los trabajadores en la acción política mediante la construcción de lazos (Di Stefano, 2009, p. 195; Lobato, 2009, p. 10). A su vez, todos estos periódicos interactuaban de diversas formas, por medio de una trama de acusaciones, denuncias, apoyos y republicaciones que reflejaban las disputas y simpatías que existían entre los diferentes sectores económicos, políticos y sociales en pugna, en su lucha por imponer sus visiones de los sucesos y el mundo.
Sin duda, La Nación y La Prensa constituían hacia 1921 los periódicos más prestigiosos, influyentes y modernos de la época. Estos contaban con los avances técnicos, periodísticos y comerciales más importantes, posicionándose incluso como referentes a nivel internacional (Servelli, 2019). El primero había sido fundado en 1870 por el expresidente Bartolomé Mitre. Este periódico fomentó la oposición a los gobiernos del Partido Autonomista Nacional (PAN) que gobernó durante el cambio de siglo hasta que Hipólito Yrigoyen llegó a la Casa Rosada en 1916. Cuando asumió la presidencia el caudillo radical, se opuso activamente a las políticas negociadoras con los obreros, atribuyéndole incapacidad para gobernar y de debilitar la democracia con demagogia. Posteriormente, continuó reflejando los intereses de las elites ganaderas, tratando de incorporar a los nuevos sectores medios; para captar un público más amplio que aquel afín a las ideas mitristas (Magillansky, 2005; Sidicaro, 1993; Zimmermann, 1998). Por su parte, La Prensa, fundado por José C. Paz un año antes que La Nación, representó desde sus inicios las ideas liberales de la Generación del 80 a la que pertenecía su dueño. Fue el periódico que realizó los mayores avances modernizadores en lo técnico y en la profesionalización del periodismo dentro de la prensa porteña del cambio de siglo, con lo que logró convertirse en el principal diario del país y uno de los más importantes del mundo (Rojkind, 2019). Su línea editorial lo convirtió, en la práctica, en el vocero del gobierno de la llamada República Conservadora. Luego de sancionada la Ley Sáenz Peña, ejerció la constante confrontación con los gobiernos elegidos democráticamente, adquiriendo cada vez posturas más conservadoras y militaristas (Zimmermann, 1998).
Con el comienzo de siglo surgen otros periódicos que buscaron disputar los lugares de preferencia del público porteño, así como aprovechar a los nuevos públicos lectores urbanos que podían acceder al consumo de la prensa escrita producto de la educación pública recibida, así como a los inmigrantes que se incorporaban a la vida social, política y económica del país. En este marco, el periodista Emilio Morales funda el 1 de marzo de 1905 el periódico vespertino La Razón. Es el primer diario comercial que no contaba con vínculos directos con partidos políticos de la época, aunque mantuvo siempre una línea conservadora, hecho que se acentuó durante la llamada Década Infame (Chiocchetti & Hayes, 2010). Con el tiempo, fue adquiriendo un diseño ágil y moderno, que ocupaba la escena de la noche -con la 4º y 5º edición-, aprovechando el ritmo vertiginoso de las noticias nocturnas. Hacia fines de la década de 1910 era el tercer diario en tirada detrás de los históricos matutinos La Nación y La Prensa (Servelli, 2019).
Sin embargo, en los inicios de la década de 1920, La Razón se vio desplazado al cuarto lugar en tirada por otro periódico comercial: Crítica, fundado por Mario Botana en el año 1913. Desde sus inicios se diferenció de sus competidores al plantear un periódico más moderno, masivo y popular que buscaba abarcar un público más amplio. Es por ello que incorporó enfoques sensacionalistas, como el empleo de grandes titulares en la portada, y el uso de un lenguaje coloquial –junto con el lunfardo- y el empleo de imágenes gráficas (Saitta, 1998). El estilo del diario y las noticias que abarcaba, lo ubicaban en un plano político opuesto al gobierno radical; dándole amplias coberturas a los problemas de las clases obreras, en gran medida producto de la influencia de la esposa de su director, Salvadora Medina Onrubia, una poeta anarquista y feminista (Piñeyro, 2014).
Al mismo tiempo que existían varios periódicos comerciales, las primeras décadas del siglo XX también fue un momento de auge de diarios que daban voz a distintas facciones e ideologías de todo el espectro político. En el año 1919 surgieron dos rotativos en Buenos Aires que representaban claros intereses políticos nacionalistas: La Fronda y La Montaña. El primero fue un periódico nacionalista de derecha, que comenzó a circular el 1 de octubre de 1919. Su fundador fue el político y periodista Francisco Uriburu, quien se opuso fuertemente a la figura de Hipólito Yrigoyen. Este periódico se caracterizó por un estilo irónico que con el tiempo fue tornándose cada vez más crítico, tomando posturas cada vez más extremas. A diferencia de los periódicos comerciales, fue empleado como parte de la lucha política facciosa impulsada por su director, quien buscaba la unidad de las fuerzas conservadoras (Bohoslavsky & Morresi, 2011; Tato, 2004). Por su parte, La Montaña, fundado el 26 de febrero de 1919, estaba directamente vinculado a la corriente radical impulsada por el exgobernador de Mendoza, José Néstor Lencinas, que se oponía al verticalismo impuesto por el yrigoyenismo. El lema de este periódico era «nacionalismo y liberalismo., y si bien su mentor era un referente radical del interior, desde este periódico se ejerció una fuerte crítica a las políticas de Hipólito Yrigoyen, a lo que se sumaba que contaba entre sus editores a varios anarquistas, lo que aumentaba el contenido de denuncia (Badoza & Tato, 2006; Richard-Jorba, 2013).
Por su parte, desde fines del siglo XIX comenzaron a publicarse periódicos obreros de diferentes posturas ideológicas (Lobato, 2009, pp. 10-11). El más antiguo era La Vanguardia, el órgano oficial del Partido Socialista. Este había sido fundado el 7 de abril de 1894 por Juan B. Justo (Badoza & Tato, 2006). Desde sus inicios se convirtió en el difusor del marxismo entre los círculos obreros y socialistas de Buenos Aires, desde el cual abogaban por reformar el Estado y dirigir el movimiento obrero en el marco de las ideas socialistas. En tal sentido, inicialmente cumplió una importante función doctrinaria y organizativa al interior del movimiento socialista (Buonuome, 2015). Desde este periódico se atacó tanto al gobierno radical, como a otras corrientes políticas de izquierda que fueron surgiendo como rivales dentro del movimiento obrero, especialmente el anarquismo y el sindicalismo, los cuales iban tomando fuerza a lo largo de las primeras décadas del siglo XX. A pesar de su carácter político, buscó modernizarse para poder ampliar el público y disputar los espacios ocupados por la prensa capitalista (Buonuome, 2011).
En junio de 1897 apareció en Buenos Aires el periódico La Protesta Humana, que luego en 1903 cambiaría su nombre a La Protesta, el cual se transformaría en el diario más exitoso del movimiento anarquista argentino, y uno de los de mayor tirada a nivel mundial (Quesada, 1974). Desde sus inicios desempeñó un papel muy importante en la difusión de las ideas anarquistas. Dentro de este movimiento, impulsó posturas de tendencia organizadora, específica y antiterrorista, por lo que se opuso a otras corrientes anarquistas más combativas y propensas a la acción directa. Con el tiempo, y durante la década de 1910, se convirtió en un grupo editorial de importancia, centralizando y unificando la actividad libertaria (Anapios, 2007).
Por último, a partir de la escisión ocurrida luego del IX Congreso de 1915 de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), comienza a editarse el semanario La Organización Obrera. Este se encuadraba dentro de lo que se puede denominar prensa sindical (Lobato, 2009, p. 17). El objetivo de éste era dar cuenta de la marcha de las organizaciones de tendencia anarcosindicalista, por lo que en sus páginas se informaba principalmente de las luchas emprendidas por los sindicatos miembros. Si bien estaban enfrentados con los anarquistas, allí participaban también militantes, propagandistas e intelectuales libertarios, más cercanos a las corrientes anarco-bolcheviques (Anapios, 2016). Se editó entre el año 1915 y 1922. Luego de la fusión de la FORA con varios sindicatos autónomos ocurrida a comienzos de 1922, se crea la Unión Sindical Argentina, de tendencia sindicalista revolucionaria. Esta comienza a editar un semanario llamado Unión Sindical, que tendrá corta vida, ya que en septiembre será reemplazada por el diario Bandera Proletaria, que se editó hasta 1930 (Domínguez, 2013). Desde estas tribunas no solo se atacaba a los sectores patronales, sino también a socialistas, comunistas y, especialmente, a los anarquistas vinculados con la FORA del V Congreso. Al mismo tiempo, se guardaban de hacer críticas al presidente Hipólito Yrigoyen y su gobierno, ya que tenían una postura dialoguista frente al caudillo radical que se ufanaba de tener políticas “obreristas”.3
Los sucesos de Santa Cruz en la prensa de Buenos Aires
El caudal informativo entre fines de 1921 y comienzos de 1922
Las noticias que llegaban del sur causaron un importante caudal informativo en la prensa, ya que estuvieron presentes en un alto porcentaje de las ediciones de los principales diarios durante varios meses, principalmente entre mediados de noviembre de 1921 y parte de febrero de 1922 (Figura 1). A pesar de que la conflictividad laboral era una noticia recurrente en la prensa porteña4, en el mes de octubre se observa una baja presencia de noticias del sur. Esto probablemente se deba a que la huelga general se declaró formalmente a fines de ese mes, cuando varios dirigentes fueron apresados de forma coordinada por las policías de las poblaciones de la costa, decapitando de esta forma a la organización obrera en las localidades (Bayer, 1993). Ante ello, los dirigentes que se encontraban de gira en el interior, entre ellos el líder Antonio Soto, anuncian el cese de todas las actividades y comienzan a recorrer el territorio para sumar obreros rurales a la huelga por mejores condiciones de trabajo, la aplicación del convenio firmado el verano anterior y la liberación de los compañeros detenidos. Durante los dos meses siguientes -noviembre y diciembre- se desarrolla la huelga en prácticamente todo el territorio de Santa Cruz, aunque no al mismo tiempo, ya que los trabajadores de las estancias se van plegando a la huelga siguiendo un vector sur-norte, dado que las columnas de huelguistas operan inicialmente en la zona sur (cuenca del río Gallegos, Coyle y Santa Cruz) y centro (entre Puerto San Julián y Puerto Santa Cruz), para luego actuar hacia la zona norte (Bayer, 1993).
Es entre los meses de noviembre de 1921 y enero de 1922 es cuando se registra en casi todos los periódicos la mayor cantidad de noticias sobre los sucesos del sur (Figura 2). Sin embargo, como se observa en la Figura 3, la representación proporcional de noticias en estos meses está claramente dominada por aquellos comerciales y nacionalistas, con hasta un 80% del total de notas sobre el tema. Es interesante analizar las fuentes empleadas, ya que publicaban noticias a partir de las informaciones oficiales que recibían de los ministerios del Interior o de Guerra, en general sin análisis y transcribiendo los partes recibidos (Zubimendi, 2022). Es por ello que muchas informaciones publicadas son prácticamente idénticas (Figura 4). Estos periódicos también publicaban notas de opinión en las que exaltaban los puntos de vista de los hacendados del sur y criticaban la inacción y pasividad del gobierno, en un primer momento, y luego exaltaban el accionar represivo del ejército, sin dejar de criticar al gobierno nacional por haber permitido que se llegara a esa situación.
Por otro lado, si bien la huelga y su represión por parte del ejército ocurrió entre principios de noviembre y fines de diciembre, las noticias llegaban a Buenos Aires con días e incluso semanas de retrasos (Zubimendi, 2022), por lo que durante el mes de enero se siguió publicando en buena medida informaciones sobre lo que había ocurrido en Santa Cruz a fines de 1921. Es en estos momentos en que se equilibra la proporción con respecto a los rotativos populares y obreros, porcentaje que aumenta significativamente a partir de febrero (Figura 3). En este sentido, La Vanguardia, refleja esto, enfatizado por el hecho de que recién comenzó a dar noticias sobre lo que ocurría en el sur a fines de diciembre, después de que se supiera que el ejército fusiló al dirigente socialista Albino Argüelles, tomándolo como bandera en su reclamo de justicia.5
A partir de febrero se comienza a ver diferencias importantes en cuanto a la cantidad de ejemplares de diarios con referencias a lo ocurrido en Santa Cruz. Los periódicos comerciales o vinculados políticamente con corrientes conservadoras o nacionalistas (La Nación, La Prensa, La Razón . La Fronda,) presentan un descenso importante en la cantidad de ejemplares con noticias (Figuras 2 y 3). A su vez, en estos, las notas versan solo sobre los movimientos de las tropas, su acantonamiento en Río Gallegos o el regreso a Buenos Aires. Es interesante resaltar que, en todos estos casos, no se hacen análisis sobre el accionar del ejército durante la represión de la huelga. También reproducen varias notas de la Liga Patriótica Argentina, la cual emprendió una serie de acciones para consolidar su influencia en la Patagonia y la realización de homenajes, tanto a las tropas del ejército como a miembros que tuvieron una destacada actuación durante la misma.
Por su parte, tanto los periódicos comerciales populares, nacionalistas, como los de la prensa obrera (Crítica, La Montaña, La Vanguardia, La Organización Obrera . La Protesta), continuaron publicando al menos hasta el final del periodo analizado.6 En este caso, las notas que publican versaban sobre nuevas informaciones que recibían desde el sur, ya sea por medio de cartas enviadas por prisioneros en la cárcel de Río Gallegos, o de trabajadores que habían huido a Punta Arenas o Buenos Aires7. Es interesante tomar dimensión del flujo de cartas que fueron enviadas desde el sur a diversos periódicos de Buenos Aires, lo que parece reflejar la existencia de una red de corresponsales entre los trabajadores del sur que mantenían vínculos con las redacciones porteñas (Lobato, 2009, p. 67). De esta forma, incluso meses más tarde de los hechos, siguieron publicando nueva información sobre el accionar del ejército, las matanzas y los robos a trabajadores rurales y dirigentes obreros.
A partir de estas diversas fuentes que comienzan a llegar a las redacciones porteñas durante los meses de febrero y marzo, es cuando se publican los relatos más detallados y precisos de cómo se efectuó la represión de la huelga obrera y los métodos brutales que empleó el ejército argentino. Al mismo tiempo, y a partir de ese mismo mes, estos periódicos informaron sobre la conformación de un Comité pro-presos y deportados de Santa Cruz, que tenía como objetivo ayudar a los presos, las familias de las víctimas y aquellos que habían sido deportados. Mientras que en los últimos meses considerados, la representación porcentual de La Protesta aumenta notoriamente (Figura 3), presentando notas referidas a los antecedentes de las huelgas y las discusiones internas dentro de las distintas corrientes del movimiento obrero; por lo que se convierte en el principal periódico que mantiene el tema en agenda, como se observa por la alta frecuencia de ejemplares con notas sobre este tema a lo largo de los cinco meses considerados del año 1922 (Figura 2).
Los aspectos informados en cada periódico
Debido a los diferentes posicionamientos sociales, políticos y económicos, cada periódico enfatizó y escribió sobre diferentes aspectos de los sucesos del sur. En general, es posible vislumbrar igualmente en postura común en cuanto a criticar fuertemente al presidente Hipólito Yrigoyen, aunque con diferentes perspectivas: en el caso de los periódicos comerciales -que reflejan los puntos de vistas de los grupos económicos dominantes a comienzos del siglo XX- tienden a culpabilizar a Yrigoyen por el estado de «abandono. y desprotección de la Patagonia, que habría sido la causa de las alteraciones al orden ocurridas en el sur. Para ellos, Santa Cruz era un territorio que había sido dejado de lado por la administración yrigoyenista, que no había cuidado a sus habitantes -entre los cuales, solo tomaba en cuenta a los estancieros o grandes comerciantes, sin considerar a los trabajadores- lo que había favorecido el accionar de los «bandoleros.. Por ejemplo, La Razón expresa estas ideas claramente al afirmar que:
“En el caso de Santa Cruz el abandono ya raya con la desidia, si se tiene en cuenta que ese territorio ha sido teatro de gravísimos atentados contra la vida y los intereses de sus pobladores, por parte de una cantidad de sujetos que si son huelguistas, se conducen como bandoleros”.8
Los principales periódicos porteños consideraban inicialmente al movimiento obrero santacruceño como un hecho policial, y como tal debía ser tratado con toda la severidad del estado. Se centraron en denunciar los desmanes de los huelguistas, entre los cuales mencionan quemas de estancias, asesinatos y violaciones, que luego no serán investigadas ni corroboradas. Una vez arribadas las tropas al territorio, presentan minuciosas descripciones de las acciones del ejército, los supuestos combates con los huelguistas y la captura de las numerosas columnas que había en el territorio. No nombran fusilamientos, sino que las muertes son presentadas siempre como muertos en refriegas, combates, o intentos de fuga.9 Finalmente, una vez sofocada la huelga, la cantidad de notas que publican disminuyen rápidamente, y las pocas que surgen son noticias brindadas, en el caso de La Nación y La Prensa,10 por los corresponsables enviados durante el mes de enero, quienes recorrieron, junto con el presidente de la Liga Patriótica Argentina Manuel Carles, las localidades de la costa (Zubimendi, 2022). Aquí se produce una conjunción de conceptos entre estos periódicos y Manuel Carles, ya que los corresponsales se plegaron a la tesis sustentada por el dirigente nacionalista de que el movimiento huelguístico no solo había sido un hecho delictivo -como habían afirmado previamente- sino un movimiento subversivo destinado a cambiar el orden y establecer un «soviet. en la Patagonia. Según el corresponsal de La Nación, Manuel Carlés:
explico los últimos acontecimientos como efecto de negligencias por parte de los poderes públicos en la solución del problema patagónico (…) se comprobó que el malón fue también una rebelión prolongada para disminuir (sic) la huelga general, o sea, la revolución social que comenzaría en Santa Cruz y continuaría en la Patagonia, para coronar su triunfo en las provincias (…) En suma, la revolución consistía en la participación del obrero en las utilidades de la industria rural, o sea, una reforma que en lo administrativo no se diferenciaba mayormente del soviet.11
A partir de este momento, las pocas referencias a la huelga de peones rurales estarán vinculadas con las acciones de la Liga Patriótica Argentina, la cual se embarcó en el establecimiento de gran cantidad de brigadas en las localidades y estancias principales de Santa Cruz, con el fin de evitar la organización obrera y sustituirla por las asociaciones de trabajadores libres, esto es, no sindicalizados.12 También se publican noticias sobre los agasajos a las tropas y personas que tuvieron participación en la represión de la huelga.13 Tanto La Nación como La Prensa regularmente publicaban informaciones desde la Liga Patriótica, dedicándole un apartado especial a las noticias sobre el accionar y las resoluciones que emanaban de la misma, lo que refleja el fuerte vínculo que existía entre ésta y los principales periódicos comerciales. Por último, informan el regreso de las tropas que habían estado acantonadas desde noviembre de 1921, las cuales fueron homenajeadas y se les otorgó una medalla a cada uno de los oficiales, soldados y conscriptos intervinientes.14
Por su parte, los restantes rotativos no informaron de la misma forma durante los primeros momentos de la huelga. En general, no brindaron el mismo espacio en los meses de octubre y parte de noviembre (Figura 3), ya que los periódicos obreros se centraron en poner en contexto las noticias por medio de brindar explicaciones a sus lectores de las causas que habían llevado a esta situación y vinculándolo con la primera huelga del verano anterior. Para ello solían valerse de transcribir o citar las noticias que publicaban los rotativos comerciales, junto con críticas a lo que allí informaban. Incluso, alertan que el envío de las tropas hacia el sur podría conducir a un desenlace violento de represión del movimiento obrero.
Todos estos compartían una postura contraria al gobierno de Yrigoyen, aunque algunos de ellos con matices. Por ejemplo, La Montaña si bien criticaba la inacción y abandono del gobierno radical al territorio nacional de Santa Cruz, centró sus críticas en atacar a los periódicos comerciales que se hicieron eco de los estancieros y que condicionaron al ejército a reprimir la huelga, ya que “toda la responsabilidad de la tragedia corresponde a la prensa reaccionaria de esta capital, por haber tergiversado la verdad de la situación azuzando el espíritu de venganza de las tropas que fueron a poner orden en el territorio”.15
De esta forma, relativizan la responsabilidad tanto del ejército como del gobierno nacional, ya que las victimas serían producto de un exceso en la represión, y no parte de un plan previo. Por su parte Crítica, qué como dijimos era un periódico que respondía a la lógica comercial y no política, justifica las denuncias que realiza no solo por su oposición al gobierno radical, sino también por humanidad, ya que:
“no somos comunistas ni anarquistas ni socialistas (…) y sin embargo lo somos todo, porque somos justos, desprejuiciados, humanos (…) el asunto de Santa Cruz no es un problema de anarquismo ni de socialismo ni de patriotismo. Es sencillamente un problema de vida. Es la rebelión de los que considerándose de la misma pasta que los demás hombres, reclaman para sí el derecho de vivir como hombres y no como bestias”.16
Todos estos periódicos coincidían en criticar a los hacendados, a quienes acusaban de instigar la militarización del territorio mediante la solicitud de la creación de cuerpos de gendarmería.17 Por su parte, la prensa sindical o anarquista enfatizaba en la mala situación de los trabajadores rurales, las cuales no solo no habían mejorado desde la huelga del verano anterior, sino que se habían agravado de la mano de un empeoramiento de las condiciones laborales y un mayor hostigamiento por parte de la policía provincial.18
Luego, una vez que los peores temores de la represión del ejército comienzan a ser corroborados, denuncian ampliamente las matanzas, pero aún a partir de las escasas noticias que recibían. Recién a fines de enero, cuando arriban a Buenos Aires obreros deportados u huidos, así como cartas de sobrevivientes, es que cuentan con noticias de primera mano, lo que les permite tomar dimensión de la escala de las matanzas y abusos por parte del ejército contra los trabajadores en huelga. A partir de allí, los periódicos sindicales y anarquistas publican -especialmente durante febrero y marzo (Figura 2)- extensas notas con claras y detalladas descripciones de lo que había ocurrido en el sur, aportando nombres de víctimas y de victimarios, denunciando también el robo sistemático de las pertenencias no solo de quienes fueron asesinados, sino de la mayoría de los prisioneros (Figura 5). A esto le suman denuncias del hostigamiento al que eran sometidos los presos en la cárcel de Río Gallegos, y los obreros rurales que habían vuelto al trabajo. Estas informaciones son respaldadas, en la medida de lo posible, por fotografías que constituyen verdaderos documentos visuales de lugares de matanza (Figura 6).
Las relaciones entre los periódicos: posicionamientos y disputas cruzadas
En términos generales, los tres grandes periódicos comerciales de la época -La Nación, La Prensa y La Razón- se caracterizaron por presentar sus propias noticias sin hacer referencias -ni positivas ni negativas- a los demás rotativos. No se observa una interacción entre ellos o con otros periódicos (Figura 7). En tal sentido, podemos interpretar que se ubicaban a sí mismos en otro escalón o posición con respecto a los restantes medios de la época. Pareciera que ellos sólo le hablaran a sus públicos lectores -al que informaban- y al gobierno, al que criticaban su inacción e inoperancia.
Con respecto a La Fronda, inicialmente este periódico tomó la tesis de los grandes periódicos de que, más allá de la pésima gestión de Hipólito Yrigoyen, la huelga en Santa Cruz era más un problema policial que social o económico; sin eufemismos, afirman que “en Santa Cruz, ‘huelga’ quiere decir y debe entenderse por ‘bandolerismo’”.19 Para afirmar esto, se basaban en noticias publicadas por La Razón, periódico del que dice que es un “órgano autorizado, bien informado”, pero del cual, si bien “goza de positivas simpatías en la Casa Rosada” -vinculándolo así con el gobierno-, toma por ciertas las noticias que brinda referidas a “numerosas partidas de bandoleros continúan asaltando los establecimientos ganaderos y los comercios allí establecido y asesinado o haciendo ‘prisioneros’ a los propietarios”.20 Por otro lado, emplean un lenguaje coloquial para denunciar la situación en el sur, de la cual culpabiliza a Yrigoyen, lo que produjo un estado de virtual anarquía y acefalía en Santa Cruz:
“Estamos en presencia de los resultados de la ‘política agraria’ del Peludo omnipotente y divino. Nuevamente, en los territorios del sud, bandas de ‘huelguistas’, de malhechores y de elementos de la reparación, realizan toda suerte de fechorías en la más completa libertad e impunidad (…) se trata de malones organizado contra la propiedad de los hombres de trabajo allí establecidos”.21
Por su parte, el periódico La Montaña expresa la postura del radicalismo lencinista que buscaba apoyarse en las clases populares. Es por ello que toma una clara postura contra los grandes periódicos comerciales, a los que llama «capitalistas. y afirma que “toda la responsabilidad de la tragedia corresponde a la prensa reaccionaria de esta capital, por haber tergiversado la verdad de la situación azuzando el espíritu de venganza de las tropas que fueron a poner orden en el territorio”22 En general, quita responsabilidad al gobierno por enviar las tropas, ya que afirma no le quedó alternativa para “mantener el orden y evitar que el país alcanzara la poca envidiable reputación de un distrito bárbaro del Tombuctú”.23 Este periódico -que se definía nacionalista- encauza el problema de la represión en el sur no en la cuestión laboral, ni la defensa de las condiciones de vida de los trabajadores, sino en un sentimiento patriótico; es por ello que dejan trascender que es el deber nacional poblar el sur, y para ello, hay que evitar que los terratenientes -que enfatiza que la enorme mayoría son extranjeros24- con su intransigencia y ansias de ganancias, eviten que la Argentina pueda ocupar y poblar cabalmente la Patagonia. Una vez consumada la matanza, solicitan que el gobierno investigue los hechos, pero dejando de lado dentro de esta búsqueda de la verdad al ejército como institución. Al final, y ante la magnitud de los hechos, denuncian el accionar de Varela en Santa Cruz, como vía para quitar responsabilidad al gobierno nacional y al propio ejército, cuyo honor y responsabilidad debía ser protegido.25 Es por ello que el argumento de este periódico gira en torno a depositar toda la responsabilidad en el teniente coronel Varela, como forma de proteger tanto a la institución militar -manchada por la represión- como al Estado Argentino, aunque el gobierno radical al mando de Yrigoyen haya sido quién dio las ordenes al ejército instigado por los capitales extranjeros radicados en Santa Cruz. En este sentido, defiende la institucionalidad, no la persona de Yrigoyen.
A su vez, La Montaña se enfrentó a La Vanguardia, que era el órgano oficial del Partido Socialista, al cual acusaba de “amarillo” y ser un “pasquín menos socialista [y] órgano defensor del trust de los matarifes unidos, de la colaboración con los partidos de la más rancia burguesía”.26 Esto venía a colación de que el periódico socialista había reproducido una información de la Segunda Internacional, la cual había quedado muy debilitada frente al movimiento obrero debido a su apoyo a la Primera Guerra Mundial. Por su parte, desde La Vanguardia, criticaban a La Montaña, a la que acusaban de ser un “pasquín anárquico-sindicalista-radical” y que “son conocidas las concomitancias de ese pasquín con el gobierno”,27 acusándolo de defender de forma velada al partido radical gobernante. Estas disputas probablemente tengan su origen en la búsqueda de captar públicos similares, dado que ambos periódicos pretendían llegar a quienes se veían desencantadas con el gobierno de Yrigoyen, pero tampoco veían con buenos ojos las posturas más radicalizadas de las corrientes de izquierda, como el anarquismo, el socialismo revolucionario o el naciente comunismo inspirado en la revolución rusa.
A su vez, es interesante la forma en que Crítica, un periódico comercial populista que buscaba atraer nuevos públicos en las clases populares, se diferencia de los restantes al definirse como independiente de toda bandería política. En varios artículos plantea el contraste con los grandes diarios comerciales -con los que competía por una porción de mercado cada vez mayor, con lo que logró situarse como el tercero en ventas en el año 1920- de quienes decía que “los colegas silenciaban hechos criminales y aun cedían sus columnas para que nuestra verdad fuese tergiversada”.28 Pero también se diferenciaba de aquellos periódicos que representaban a facciones políticas ya que ellos “no están atados a ningún partido político ni responde a ninguna secta. Critica es un diario independiente y como tal solo se limita, inspirado en un alto propósito de justicia a fustigar el error y el crimen”.29
Sin embargo, la polémica más fuerte se dará entre el periódico anarquista La Protesta y los semanarios sindicales La Organización Obrera y Unión Sindical. Los dos últimos dan voz a la FORA del IX Congreso y su continuadora la USA, ambas de tendencia mayoritaria sindicalista revolucionaria, aunque también había gremios socialistas y comunistas, y que reunían a la mayoría de los sindicatos de la época. Esta disputa se inició debido a que los miembros de la FORA del IX Congreso se atribuyeron el éxito de la finalización de huelga del verano de 1920-192130, y posteriormente intentaron tomar el control de la Federación Obrera de Río Gallegos, donde convivían distintas tendencias de izquierda, aunque predominaban los anarquistas -como su presidente Antonio Soto-, por lo que estaban más cerca de la FORA del V Congreso (Abad de Santillán, 1977, p. 68). Sin embargo, no tuvieron éxito, y esta maniobra fue denunciada en una extensa nota que había sido publicada en el periódico de la Federación Obrera de Río Gallegos y que La Protesta reproduce íntegramente. Allí, afirman que fueron al sur individuos pagos por la Liga Patriótica Argentina y la Sociedad Rural con el fin de “desbaratar nuestra organización; y, por tanto, vamos a desenmascararlos uno por uno, a fin de dar a conocer esos nuevos judas”.31 En esta nota también denuncian a los dirigentes enviados por la FORA del IX Congreso y por la Federación Obrera Marítima de traidores a la causa obrera, por intentar intervenir la Federación Obrera local y por arrojarse la potestad de decisión en cuanto a iniciar o poner fin a las huelgas; y finalmente, de que mantuvieron reuniones secretas con miembros de la Liga Patriótica, la Sociedad Rural e incluso la policía del territorio. Posteriormente, La Protesta publicará una serie de cinco notas entre el 26 y el 31 de mayo, tituladas “Los traidores en la picota. La conducta de los agentes ministeriales”, en la que brindará la versión dada por los miembros de la Federación Obrera de Río Gallegos sobre el accionar de los delegados de la FORA del IX Congreso en Santa Cruz durante el año 1921. Entre las denuncias que hacen, afirman que éstos no hablaban como delegados obreros sino como agentes del gobierno, hicieron vigilancia y denuncias infundadas contra los dirigentes obreros del sur, e incluso desalentaron la huelga e hicieron de baqueanos para las tropas de Varela, entre otras acciones que repudian.
Por su parte, desde la otra vereda, denuncian a los anarquistas de La Protesta como extremistas y que buscan la violencia, ya que son “elementos que titulándose ‘libertarios’ traicionan ese ideal con el frecuente empleo de su ‘dictadura’” y constituyen “elementos mal intencionados y fanatizados en determinada tendencia ideológica”32. Una vez declarada la segunda huelga, el periódico La Organización Obrera no se hace eco de la misma, aunque si informa de las noticias tendenciosas que llegan del sur y que son ampliamente difundidas por la mayoría de la prensa porteña. Al mismo tiempo, se desligan de los sucesos del sur, dejando en claro que no eran responsables de la huelga, ya que allí “no actuó un solo delegado federal por la sencilla razón de que no había tales delegados federales en la Patagonia”33, por lo que hacen recaer la responsabilidad política de la conducción de la huelga -y de las consecuencias- exclusivamente en los miembros de la Federación Obrera de Río Gallegos.
Luego, a fines de diciembre de 1921 y ante la contundencia de las noticias que comienzan a llegar de las matanzas obreras, denuncian las acciones del ejército. Sin embargo, a pesar de ser la central obrera más poderosa, ya que manejaban los gremios más importantes de la época, como los marítimos y ferroviarios, no toman medidas para detener o reclamar justicia por los asesinatos. El último día del año 1921 le presentan una nota al presidente de la República, el cual comienza con una declaración de denuncia y servilismo para con el gobierno nacional:
“Obedeciendo al deseo del presidente de la República, la Federación Obrera Regional Argentina ha enviado al Poder Ejecutivo, por intermedio del jefe de policía, el memorial donde se consignan las tropelías que las autoridades del interior del país han cometido con los trabajadores organizado”.34
En esta nota se destacan varios elementos interesantes, como el haber sido recibidos por el presidente bajo cuyo gobierno se perpetró la matanza cuando esta recién había finalizado -aunque ellos aún no lo sabían, e incluso se produjeron más asesinatos varios días más-, y el memorado fue enviado vía el jefe de la misma policía que reprimía las huelgas obreras en la capital. Además, las matanzas de trabajadores son presentadas como «tropelías. hechas por las autoridades del interior, restando valor y responsabilidad al gobierno nacional.
Esta postura de no involucrar, o restarle responsabilidad a Yrigoyen, la continuarán incluso, cuando en los meses siguientes desde La Organización Obrera y Unión Sindical se publiquen extensas y detalladas denuncias de las matanzas obreras. En estos relatos se centran en denunciar al teniente coronel Varela, al ejército y la complicidad de la Liga Patriótica y los estancieros.
Por su parte, desde La Protesta, también publican durante meses, e incluso años, noticias sobre los sucesos del sur (Zubimendi, 2022; Zubimendi, Menvielle y Sampaoli, 2021). En estas notas denuncian las duras condiciones de vida de los prisioneros en Río Gallegos, así como a los distintos actores partícipes de las matanzas, como los capitanes Pedro Viñas Ibarra -uno de los más odiados por su accionar en la zona de Lago Argentino- o Elbio Carlos Anaya. Pero, a diferencia de los periódicos sindicales, no dejan de resaltar el rol clave del presidente radical en cuanto máximo responsable, y al ejército como el brazo ejecutor de órdenes recibidas y, por lo tanto, un instrumento al servicio de otros poderes.
Palabras finales
Para terminar, en este trabajo hemos analizado los principales periódicos porteños en relación con la forma en que presentaron las noticias que llegaban del sur del país. En forma muy resumida, los diarios comerciales se presentaron muy activos en comunicar lo que sucedía en el lejano sur -o la imagen que querían construir de lo que estaba pasando- en los momentos iniciales de las huelgas; mientras que luego informaron de forma general la represión y el fin de la segunda huelga, sin hacer oídos a las noticias que llegaban de las matanzas o qué ocurrió con los trabajadores rurales luego de reprimida la huelga. Por el contrario, los rotativos sindicales y anarquistas si bien demoraron en comenzar a informar al inicio de la huelga -en parte producto de limitaciones técnicas e informativas- se volvieron muy activos en las denuncias de las matanzas, y sobre todo los anarquistas de La Protesta, trataron de movilizar a sus lectores a que protesten y hagan escuchar el reclamo de los obreros del sur. En general, estos periódicos concebían a sus lectores como posibles actores activos y partícipes de los sucesos que estaban ocurriendo. Mientras que otros medios de la época, se fueron moviendo y cambiando sus posturas de acuerdo con diferentes intereses. Por ejemplo, el nacionalista La Fronda asumió la defensa de la institucionalidad y el ejército, en tanto columnas vertebrales del país, sin dejar de criticar al gobierno radical de Hipólito Yrigoyen y al teniente coronel Varela, quienes pusieron en riesgo a las instituciones del estado con su desmedida represión. Por el contrario, periódicos como La Nación o La Prensa, les informaban a sus lectores -pertenecientes a quienes comenzaban a conformas los nuevos sectores medios y la clases altas urbanas- que consumían noticias lejanas en lo espacial, pero también en cuanto a su relación con los huelguistas rurales, presentados como los causantes del caos en el sur, inscribiéndolos en aquello que se denominó el miedo rojo, tan característico de aquellos años y que actuó como justificativo a múltiples represiones por parte de los estados de la época (Ansaldi, 2017). Al mismo tiempo, generaban una cercanía con los estancieros en cuanto ciudadanos pacíficos amenazados por delincuentes, o revolucionarios que venían a subvertir el statu quo, y eran visualizados también como víctimas de la inoperancia gubernamental.
Al mismo tiempo, pudimos constatar que cada periódico de los analizados, de acuerdo con las tendencias políticas e ideológicas que representaba y defendía, presentaron las noticias de forma contrastante, casi como si se trataran de hechos distintos. Pero también observamos cómo las complejas relaciones que existían entre los distintos periódicos -y los intereses que buscaba cada uno- se reflejaba en la forma en que presentaron y analizaron estos sucesos. En general, sus posicionamientos variaron según los intereses económicos y sociales que defendían, sus posturas ante el gobierno de Hipólito Yrigoyen o su posición en la lucha política.
La gran prensa comercial (La Nación, La Prensa y La Razón), cada uno por separado -dado que, como hemos visto, no dialogaban entre sí ni con los demás periódicos analizados en este trabajo- cambió su postura desde la crítica a la inacción radical por el apoyo explícito al accionar del ejército. Pero al mismo tiempo, terminaron jugando a favor del yrigoyenismo una vez finalizada la huelga al dejar de informar sobre lo que realmente había pasado en el sur. En cierta forma, esto ayudo al gobierno, produciéndose una coincidencia entre estos -y los sectores económicos y políticos representado por ellos- y el gobierno radical, en que no se hable del tema y se pueda pasar de página.
Estos periódicos, a su vez, fueron criticados en varias oportunidades por los restantes actores de la prensa de la época, aunque desde distintas posiciones, coincidiendo todos en reprocharles sus posturas a favor de los estancieros patagónicos. Por ejemplo, hemos visto como La Fronda le atribuye a La Razón ser casi un órgano oficial, a pesar de las fuertes críticas que éste último había expresado sobre el accionar del gobierno radical en la Patagonia, antes y durante el conflicto obrero en el sur. En el intercambio de posturas y definiciones entre los periódicos, se observan polémicas entre los diarios La Vanguardia, La Fronda y La Montaña, con acusaciones cruzadas de tener vínculos con el gobierno radical. Es posible que estas diferencias se produzcan dado que estos buscaban llegar a quienes tenían posturas críticas con la defensa cerrada de la oligarquía ganadera nacional de los tres grandes diarios comerciales, pero tampoco simpatizaban con las ideas obreristas de los periódicos sindicales o anarquistas. Otro actor de peso fue Crítica, quizás el más rupturista en las formas y la ausencia de vínculos directos con algún partido o facción política. Este defendió las denuncias de los hechos del sur, basándose en criticar a los demás rotativos por poseer distintos intereses y, de esta forma, posicionarse por encima de los demás al buscar la justicia, según ellos, por las victimas sin banderías políticas.
Finalmente, la disputa más fuerte se dio entre los periódicos afines al movimiento obrero. La controversia sobre qué pasó en el sur fue parte de una disputa más larga que se vincula con los conflictos que existían desde mucho antes entre los sectores sindicalistas, reformistas -y más proclives al diálogo con el gobierno radical- y los anarquistas. Todas estas disputas en el campo obrero se irían agudizando en los años siguientes (Anapios, 2007, p. 28). Dado que la bandera del reclamo por justicia por los trabajadores rurales asesinados había quedado en manos de los anarquistas -ya que la FORA del IX Congreso se desvinculó de la huelga, y la naciente USA seguiría con su postura de acercamiento con el gobierno-, este reclamo iría perdiendo fuerza junto con el ocaso del anarquismo en las décadas siguientes. De esta forma, quedaría olvidado, hasta que décadas más tarde los trabajos de Osvaldo Bayer harían que vuelva a ser integrado como antecedente de las luchas obreras por los movimientos de izquierda revolucionarios en la década de 1970 (Bohoslavsky, 2005).
Agradecimientos
Quisiera agradecer a los evaluadores anónimos por las sugerencias y comentarios teóricos que permitieron mejorar el manuscrito; así como al personal de las hemerotecas de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, la Biblioteca Pública de la Universidad Nacional de La Plata, la Biblioteca de la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, la Biblioteca Esteban Echeverría de la Legislatura de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CeDInCI), y de la Biblioteca 17 de Octubre del Sindicato de Obreros y Empleados de la Madera de la Capital Federal.
Bibliografía
Abad de Santillán, D. (1977). Memorias, 1897-1936. Editorial Planeta.
Anapios, L. (2007). De individualistas a guerrilleros. La radicalización del conflicto en el anarquismo argentino en la década del ´20, a través de La Protesta y La Antorcha. IV Jornadas de Historia de las Izquierdas, 100-117.
Anapios, L. (2016). Prensa y estrategias editoriales del movimiento anarquista en la Argentina de entreguerras. Anuario del Instituto de Historia Argentina, 16(2), e025. https://www.anuarioiha.fahce.unlp.edu.ar/article/view/IHAe025
Ansaldi, W. (2017). Con el dedo en el gatillo. La burguesía argentina ante la revolución rusa. Estudios Digital, 37, 13-46. https://revistas.unc.edu.ar/index.php/restudios/article/view/17921
Badoza, M. S. & Tato, M. I. (2006). Cuando Buenos Aires se quedó sin diarios: Los conflictos de 1919 en la prensa gráfica argentina. Sociohistórica, 19/20, 113-138. https://www.sociohistorica.fahce.unlp.edu.ar/article/view/SHn19-20a05
Bayer, O. (1992). La Patagonia Rebelde. I. Los Bandoleros. Planeta Espejo de la Argentina.
Bayer, O. (1993). La Patagonia Rebelde. II. La Masacre. Planeta Espejo de la Argentina.
Bayer, O. (1995). La Patagonia Rebelde. III. Humillados y ofendidos. Planeta Espejo de la Argentina.
Biblioteca Nacional Mariano Moreno. (2022). Lea Vd. Estos libros. Cultura impresa 1900-1930. Biblioteca Nacional. https://www.bn.gov.ar/micrositios/exposiciones/categoria1/lea-vd-estos-libros
Bohoslavsky, E. (2005). Sobre la desconcertante maleabilidad de la memoria: Interpretaciones derechistas de la «Patagonia trágica» en Argentina, 1920-1974. Cultura, Lenguaje y Representación / Culture, Language and Representation, 2, 41-58. https://www.e-revistes.uji.es/index.php/clr/article/view/1302
Bohoslavsky, E. (2008). El Complot Patagónico. Nación, conspiracionismo y violencia en el sur de Argentina y Chile (siglos XIX y XX). Prometeo.
Bohoslavsky, E. & Morresi, S. D. (2011). Las derechas argentinas en el siglo XX: Ensayo sobre su vínculo con la democracia. Iberoamerica Global, 4(2), 17-48. https://ri.conicet.gov.ar/handle/11336/193738
Bona, A. & Vilaboa, J. (2014). Debates y perspectivas desde la prensa en un marco de conflicto social. Santa Cruz 1920-1922. V Jornadas de Historia Social de la Patagonia, 480-500.
Buonuome, J. (2011). El PS, la prensa y la cultura popular: Apuntes para una historia de La Vanguardia como objeto gráfico y político (1912-1930). IX Jornadas de Sociología. https://www.aacademica.org/000-034/242
Buonuome, J. (2015). Fisonomía de un semanario socialista: La Vanguardia, 1894-1905. Archivos de Historia del Movimiento Obrero y la Izquierda, 6, 11-30. https://doi.org/10.46688/ahmoi.n6.122
Chiocchetti, M. & Hayes, I. M. (2010). El diario La Razón a 150 años de la Revolución de Mayo. Cuadernos de H ideas, 4(4). https://perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/cps/article/view/1397
De Fontcuberta, M. (1993). La noticia. Pistas para percibir el mundo. Paidos.
Destefani, L. H. (1974). El método histórico a utilizar, la participación de la Armada y algunos documentos sobre la Campaña Militar en Santa Cruz (1921-22). Revista de la Escuela Superior de Guerra, 413, 137-151.
Di Stefano, M. (2009). Políticas del lenguaje del anarquismo argentino (1897-1917) [Tesis de doctorado]. Recuperado de http://repositorio.filo.uba.ar/handle/filodigital/1595
Domínguez, L. (2013). Las publicaciones periódicas libertarias argentinas en el acervo del CeDInCI: Una hemerografía local esmerada. Políticas de la Memoria, 13, 23-48. https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/135
Ferrante, B. (2013). Prensa y prácticas literarias santacruceñas en las primeras décadas del siglo veinte: Del «centro» porteño a la «periferia» patagónica (1900-1930) [Tesis de doctorado]. Universidad Nacional de La Plata. http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/37525
Ferrante, B. (2022). Representaciones del huelguista patagónico en la prensa y la literatura. Cuarenta naipes, 7, 12-32. https://fh.mdp.edu.ar/revistas/index.php/cuarentanaipes/article/view/6722
Fiorito, S. (1974). Un drama olvidado: Las huelgas patagónicas de 1920-21. Historia Integral de la Argentina, 6, 89-112.
Hernández Ramos, P. (2017). Consideración teórica sobre la prensa como fuente historiográfica. Historia y Comunicación Social, 22(2), 465-477. https://doi.org/10.5209/HICS.57855
Kircher, M. (2005). La prensa escrita: Actor social y político, espacio de producción cultural y fuente de información histórica. Revista de Historia, 10, 115-122. https://revele.uncoma.edu.ar/index.php/historia/article/view/219
Liga Patriótica Argentina. (1922). Campaña de Santa Cruz. Homenaje al Ejército y Armada.
Lobato. (2009). La prensa obrera. Buenos Aires y Montevideo 1890-1958. Edhasa.
López Rivera, S. N. (2021). La prensa como fuente en la Patagonia austral a comienzos del siglo XX. Cuadernos de H ideas, 15(15). https://doi.org/10.24215/23139048e046
Magillansky, G. (2005). Modernización literaria y renovación técnica: La Nación (1882-1909). En S. Zanetti (Ed.), Rubén Darío en La Nación de Buenos Aires 1892-1916 (pp. 83-104). Eudeba.
Piñeyro, A. (2014). Natalio Botana y Salvadora Medina Onrubia. Dos voces para Crítica. Rumbo Editorial.
Quesada, F. (1974). La Protesta. Una longeva voz libertaria. Todo es Historia, 83, 68-93.
Rey, S. (2021). Rodolfo González Pacheco, la prensa anarquista y los fusilamientos de Santa Cruz. En Patagonia rebelde: Cien años (pp. 149-165). Red Editorial.
Richard-Jorba, R. (2013). Somos el pueblo y la patria: El populismo lencinista en Mendoza frente al conflicto social y la prensa: discursos, representaciones y acciones, 1917-1919. Revista de Historia Americana y Argentina, 48(1), 11-54. https://bdigital.uncu.edu.ar/8371
Rojkind, I. (2019). El diario La Prensa en el cambio de siglo: Modernización periodística y batallas políticas. Investigaciones y Ensayos, 68, 55-79. https://iye.anh.org.ar/index.php/iye/article/view/IyE_N_68_A4
Saitta, S. (1998). Regueros de tinta. El diario Crítica en la década de 1920. Sudamericana.
Servelli, M. (2019). Los grandes diarios de Buenos Aires en las primeras décadas del siglo XX: Modernización edilicia, función social y cultura del ocio. Investigaciones y Ensayos, 68, 149-184. https://iye.anh.org.ar/index.php/iye/article/view/IyE_N_68_A7
Sidicaro, R. (1993). La política mirada desde arriba: Las ideas del diario La Nación, 1909-1989. Editorial Sudamericana.
Suárez, F. M. (2021). Un nuevo partido para el viejo socialismo: El Partido Socialista Popular. Orígenes, organización y tradiciones políticas (1972-1982). La Plata: Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación; Posadas: Universidad Nacional de Misiones; Los Polvorines: Universidad Nacional de General Sarmiento. (Entre los libros de la buena memoria ; 22). https://www.libros.fahce.unlp.edu.ar/index.php/libros/catalog/book/181
Tato, M. I. (2004). Viento de Fronda: Liberalismo, conservadurismo y democracia en la Argentina, 1911-1932. Siglo XXI.
Ulloa, N. (2017). Orden y Progreso en la Santa Cruz de 1920-1921. Discursos y representaciones sobre los peones rurales huelguistas: El caso del Diario «El Orden» de Puerto Deseado. Ponencia presentada en las XVI Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia, Mar del Plata.
Zimmermann, E. (1998). La Prensa y la posición política en la Argentina de comienzos de siglo. El caso de La Nación y el Partido Republicano. Estudios Sociales, 15(1), 45-70. https://doi.org/10.14409/es.v15i1.2411
Zubimendi, M. Á. (2022). La Patagonia Rebelde en la prensa porteña. Comparación entre los periódicos comerciales y anarquistas. Improntas de la Historia y la Comunicación, 10, e049. https://doi.org/10.24215/24690457e049
Zubimendi, M. Á. (2023). Escenas de la vida política y social en la Santa Cruz de comienzos del siglo XX a través de la trayectoria de Pedro Mogilnitzky, un dirigente sindical devenido estanciero. Atek Na, 12, 169-211. https://plarci.org/index.php/atekna/article/view/1210
Zubimendi, M. Á., Menvielle, M. & Sampaoli, P. (2021). La Patagonia Rebelde vista desde la prensa anarquista: El caso del diario La Protesta (1921-1922). En V. Llaneza (Ed.), 6° Encuentro de Investigadores, Becarios y Tesistas de la Patagonia Austral: Libro de artículos cortos (pp. 278-283). Universidad Nacional de la Patagonia Austral.
Notas
Recepción: 29 Abril 2024
Aprobación: 15 Julio 2024
Publicación: 18 Julio 2024