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Malvinas en la historiografía nacional. La Nueva Escuela Histórica y el caso de Ricardo Caillet-Bois
Resumen: A partir de 1955 el protagonismo tomado por Ricardo Caillet-Bois en la disciplina histórica fue significativo. Su rol como director del Instituto de Investigaciones Históricas le confirió un papel simbólico en las disputas por la construcción del pasado nacional y en las discusiones metodológicas que sugería la carrera. Esta coyuntura se mezcló con otras dos: la producción e investigación en torno a Malvinas, y los acercamientos con los oficialismos post 1955. El presente artículo examinará los aportes e iniciativas presentadas por Caillet-Bois como integrante de una corriente historiográfica sobre el tema Malvinas y sus posicionamientos al respecto.
Palabras clave: Malvinas, Ricardo Caillet-Bois, Nueva Escuela Histórica, Historiografía, Pasado nacional.
Malvinas in the national historiography. New Historical School and the case of Ricardo Caillet-Bois
Abstract: Starting in 1955, the prominence taken by Ricardo Caillet-Bois in the historical discipline was significant. His role as director of the Historical Research Institute gave him a symbolic role in the disputes over the construction of the national past and in the methodological discussions that the career suggested. This situation was mixed with two others: the production and research around the Malvinas, and the rapprochements with the ruling parties after 1955. This article will examine the contributions and initiatives presented by Caillet-Bois as a member of a historiographical current on the subject of the Malvinas and their positions on the matter.
Keywords: Malvinas, Ricardo Caillet-Bois, New Historical School, Historiography, National past.
Introducción
El abordaje sobre el tema Malvinas en la discusión historiográfica ha sido escasamente explorado. Cristalizar de qué manera abordó un historiador como Ricardo Caillet-Bois dicha problemática, dentro de una corriente como la Nueva Escuela Histórica se presenta importante. El artículo está enfocado en un académico que, desde una perspectiva institucional, a partir de su intervención en organismos de producción científica: Juntas, Facultades, Academias; y a partir de textos significativos de su autoría, analizaron la temática. Así, el debate por Malvinas dentro de la lógica por la resignificación y construcción del pasado nacional, adquirió un nuevo lugar y renovación en la discusión intelectual, y de producción historiográfica. Focalizaré sólo en Caillet-Bois, quedando fuera la labor que realizaron otros colegas del mismo riñón metodológico, como Ricardo Levene,1 Ernesto Fitte,2 Humberto Burzio,3 José Torre Revello,4 Enrique Ruiz Guiñazú,5 Enrique de Gandía,6 Ricardo Zorraquin Becú,7 entre otros, quienes también abordaron la temática desde los mismos espacios que Caillet-Bois. Como fuentes escritas, utilizaré el libro Una tierra argentina. Las Islas Malvinas (1948), el Boletín de la Academia Nacional de la Historia, diarios de la época y documentación variada del Archivo Histórico del Instituto Ravignani. Asimismo, emplearé material fotográfico y sonoro del Archivo General de la Nación, para exponer los vínculos institucionales y producciones que desarrolló dicho historiador. La hipótesis será demostrar cómo Caillet-Bois cimentó su carrera investigando sobre el asunto Malvinas, y tejiendo redes político-culturales para la difusión histórica de la problemática del Atlántico Sur colaborando con los oficialismos no peronistas luego de 1955, poniendo como corte el año 1973.
Entre la Nueva Escuela Histórica y la Academia Nacional de la Historia
La Nueva Escuela Histórica (NEH) fue la corriente historiográfica que luego de la Reforma Universitaria de 1918 suplantó al positivismo argentino como paradigma dominante. Su metodología de análisis radicaba en: la heurística, la crítica, la interpretación y la exposición, para un resultado más científico y objetivo de la historia (Devoto y Pagano, 2009, pp.153-169). La NEH se caracterizó principalmente por el desarrollo institucional que aportó a la disciplina, desde ámbitos como Facultades, Juntas, Bibliotecas, Institutos de Investigaciones, y desde el trabajo de archivo. Esto último, facilitado por el Estado que desde la década de 1930 se interesó en articular la historia con sus intereses gubernamentales (Cattaruzza, 2003, p. 110). Los emprendimientos anteriores dieron como consecuencia la búsqueda por realizar una tarea no menor: la reconstrucción de un pasado nacional que hasta entonces no había sido encaminado por ninguna otra corriente historiográfica, ni realizado de forma profesional. El Centenario de Mayo había conducido al Estado argentino a la búsqueda por reconstruir la historia de los primeros cien años del país y a fomentar una liturgia patriótica que tuviera como propósito un fortalecimiento de la conciencia nacional (Cattaruzza, 2001, p. 443). Para ello, y con el correr de los años, un órgano significativo para desplegar la misión anterior, fue la Academia Nacional de la Historia (ANH) creada en 1938, en connivencia con el Boletín de la Academia Nacional de la Historia, los cuales operaron como transmisores de las ideas y trabajos realizados por varios de los integrantes de la NEH y de ese pasado nacional.
El Atlántico Sur como problema histórico ingresó casi en paralelo a estos intereses. En la década del 30 las publicaciones y acciones sobre el tema comenzaron a tener un ahínco marcado en la agenda pública.8 El libro publicado por Juan Beltrán El zarpazo inglés a las islas Malvinas (1934), el de Gómez Langenheim La tercera invasión inglesa (1934), la redición de la obra de Paul Groussac junto con el impulso parlamentario de Alfredo Palacios (1934), el viaje de Juan Carlos Moreno a las islas y su ulterior libro Nuestras Malvinas (1938), el compendio de fuentes realizado por la Revista de la Biblioteca Nacional (1938-1939), la recopilación archivística de Gómez Langenheim nucleada en Elementos para la historia de nuestras Islas Malvinas (1939), y los primeros trabajos de Ricardo Caillet-Bois9 y el Instituto de Investigaciones Históricas,10 constituyeron un primer punto de partida frente a la bibliografía sobre el tema. Asimismo, los reclamos diplomáticos de 1933,11 la formación de la Junta de Recuperación de las islas Malvinas (1939) y el empuje de organizaciones civiles y del Ministerio de Justicia e Instrucción pública para considerar al 10 de junio como el Día Nacional de las Malvinas (Rubio García, 2020, p. 48) constituyeron una incipiente hoja de ruta que corrió en paralelo con el despliegue disciplinar de la NEH. Años después, con el peronismo, la aplicación de una política malvinense (y antártica) más decidida,12 el asunto se presentó como un tema en agenda, y como un espacio vacante de historicidad, o virtualmente para explorar. Caillet-Bois en la Advertencia de su libro Una tierra argentina. Las islas Malvinas destacaba “descuidada injustamente en los últimos años, la historia de las Islas no contaba en su haber con otros nombres de los ya indicados [I. Areco, E. Quesada, P. Groussac]” (1948, p. 11).13 De este modo, Malvinas se insertaba dentro de disputas historiográficas y espacios de producción.
Una tierra argentina
La primera publicación potente de Ricardo Caillet-Bois sobre el tema Malvinas es su libro Una tierra argentina. Las islas Malvinas (1948). En efecto, y en pleno contexto peronista, allí realiza un racconto histórico amplio que se extiende desde el siglo XVI hasta 1854, ubicando a los descubrimientos, avistamientos y las disputas monárquicas como ejes iniciales de la disputa por Malvinas. Luego, se avoca a un ejercicio documental importante, para demostrar la vinculación de las islas con el territorio argentino. En la línea histórica, Caillet-Bois ubica al 25 de mayo como eje fundacional de la soberanía argentina, en tanto el recurso jurídico del Uti Possidetis Iuris valida y legitima la sucesión de derechos territoriales de los antiguos territorio del Virreinato del Río de la Plata a los emergentes regímenes políticos. Rastrea en las políticas de la década de 1820 ejercicios de soberanía fundantes, e incluso incorpora la cuestión de que los ingleses tenían conocimientos de las actividades del gobierno de Buenos Aires en Malvinas por la participación de agentes como Schoffield, Green, Hogdson, entre otros, que colaboraron en el financiamiento de campañas malvinenses sin cuestionar la soberanía argentina.
En esta línea, sitúa a Luis Vernet como un agente fundamental del poblamiento malvinense. Tal es así que sus comunicaciones con Fortunata Gómez de Vernet y María Luisa Vernet de Castro Almeyra14 para la obtención de archivos y documentos, destaca que le valieron de numerosos aportes, los cuales caracteriza como la “trouvaille más importante” (1948, p. 10). Su percepción sobre Vernet era que:
“…estaba muy lejos de creer, cuando abordé el estudio del asunto, que encontraría en él un personaje tan absorbente, tan emprendedor (…) la silueta del animoso hamburgués, con sus increíbles aventuras [y] su indomable espíritu (…) el lector encontrará así expuesta, quizás por primera vez, los entretelones del proyecto planeado por Vernet y Pacheco, del cual surgió el nuevo establecimiento de Puerto Luis o Puerto Soledad” (1948, pp. 12-14).
En este punto, el emprendimiento desarrollado por Vernet se vinculaba irremediablemente con la creación de la Comandancia Político y Militar de 1829 y con los avances en la gestión de las islas, Caillet-Bois menciona: “en aquel pequeño colmenar cada obrero ocupa su puesto y trabaja bajo la vigilante inspección del Comandante. La Colonia era un verdadero ejemplo de orden y respeto a la propiedad” (1948, p. 211). Esta descripción poética, le daba un tinte armónico al hábitat malvinense y de bienestar respecto de la gestión y buen trabajo de Vernet.
La ruptura de lo anterior se dará a partir del atentado de la Lexington,15 el cual se combina con un dato no menor: el contexto rosista. Caillet-Bois pertenecía a una corriente historiográfica que no arrimaba posiciones con Rosas, empero, observa que la gestión de éste con: la aplicación de las Instrucciones de Rosas a Vernet para la formación de la colonia malvinense; la resistencia frente a la avanzada de EEUU y Gran Bretaña; un contexto signado por la desestabilización de los unitarios para derrocar a Rosas; el nombramiento de Francisco Mestivier como nuevo gobernador de las islas; y el accionar diplomático del Restaurador luego de 1835, se presentaron como ejes que Caillet-Bois no omite mencionar. Tal es así, que sobre Rosas dice “la mano de hierro del Héroe del Desierto no tardó en hacerse sentir en la dirección de las Relaciones Exteriores (…) era un atento observador de los asuntos de las naciones colonizadoras” (1948, pp. 356-357). Su gestión se completará con la reincorporación en febrero de 1838 del Ministro Plenipotenciario Extraordinario en EEUU, Carlos Alvear, donde el Restaurador le envió una serie de Instrucciones para actuar diplomáticamente sobre el tema Malvinas.
El libro finaliza con los acontecimientos post 1833 (sobre el gaucho Rivero me explayaré en el último apartado) y el episodio entre EEUU y Gran Bretaña en torno al incidente de la Georgetown (1853). Sobre la usurpación destaca que Gran Bretaña más que reclamar soberanía deseaba un punto geoestratégico en los litorales del Atlántico Sur (1948, p. 311) y que gracias al atentado estadounidense vio la posibilidad de ocupar las islas. Asimismo, muestra cómo Vernet, más allá de la ocupación británica, siguió exclamando por sus derechos de propiedad en las islas. Así intentó sabérselo a Mr. Parish, y celebró una contrata con Juan Lavalleja para la domesticación de todo el ganado alzado en la isla Oriental (1948, p. 384), la cual por supuesto no se concretó. Por todos los medios, Gran Bretaña obturó las demandas de Vernet y desconoció todo ejercicio comercial hecho por su persona. Finalmente, el Parlamento inglés votó en 1841 la formalización de Malvinas como colonia y nombró a Robert Moody gobernador. Menciona la emergencia de agentes como Samuel Lafone y la Falkland Island Company (FIC), los cuales dieron el impulso productivo que necesitaba el nuevo enclave británico. El libro cierra con las depredaciones pesqueras que seguían realizando capitalistas estadounidenses, y la protesta del gobernador colonial de las islas George Rennie al respecto. Esto motivó a que EEUU envíe a la Germantown para acumular fuerzas y cuidar los intereses balleneros, lo que no resultó, dado que Gran Bretaña apresó dos embarcaciones norteamericanas, y expuso frente a los comisionados estadounidenses las notas que cercioraban los supuestos derechos ingleses (1948, p. 399). El incidente finalizó con un reconocimiento de EEUU a las pretensiones británicas.
Un recorrido político-académico (1955-1963)
Si bien Caillet-Bois para 1948 había escrito un libro de enorme injerencia en el asunto malvinense, las redes políticas por él construidas, y su gravitación en los oficialismos comenzará tiempo después. En 1955 luego del fallecimiento de Emilio Ravignani, Caillet-Bois ocupó la dirección del Instituto de Investigaciones Históricas. Ello al mismo tiempo se combinó con otra cuestión más: los sucesos de la Revolución Libertadora. En paralelo, si la década del 30 había sido jugosa, en lo que a producciones sobre el tema Malvinas se refiere, esto implicaba que dicho asunto comenzaba a incorporarse a la agenda histórica y a tener preponderancia en el campo intelectual. Ello fue teniendo más gravitación con los años a raíz de dos cuestiones: el crecimiento de Caillet-Bois en los círculos académicos, y la relación entre Malvinas y la política nacional e internacional. A continuación, las siguientes trayectorias.
Sucedido el golpe de Estado del 16 de septiembre de 1955, Ricardo Caillet-Bois ocupó el cargo de director del Instituto de Historia Argentina y Latinoamericana Dr. Emilio Ravignani, el 5 de octubre de 1955. Los períodos de su gestión fueron desde 1955-1973 y 1976-1977 (Pagano, 2019, p. 1), dando la pauta de su oposición al peronismo. El nombre de la institución fue decisión de Caillet-Bois, en honor a su “ilustre antecesor y maestro”,16 quien había contribuido en la imagen que forjó de sí mismo, y por su filiación historiográfica. El Instituto se había convertido en un establecimiento rector de la disciplina y operaba como uno de los pilares institucionales de la NEH. En el ámbito de la Facultad de Filosofía y Letras, era el único instituto de investigaciones en Historia Argentina, y uno de los tres en el área de Historia.17
Asumida la dirección, Caillet-Bois promovió un ambicioso plan de publicaciones de tipo documental, ampliación de archivos, y fundamentalmente la reedición del Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Emilio Ravignani:18 publicación icónica y órgano de difusión del Instituto (Rodríguez, 2022, p. 47). Además de su cargo como director en el Instituto Ravignani, después del golpe de 1955, Caillet-Bois se reincorporó como titular de la cátedra de Historia Argentina II de la Facultad de Filosofía y Letras, y en abril de 1958 fue designado como director del departamento de Historia (Rodríguez, 2019). Esto marcaba la injerencia que poseía Caillet-Bois en la disciplina y el peso que ostentaban los sectores tradicionales. La NEH siguió poseyendo hegemonía en el ambiente académico e incluso la coyuntura post 1955 permitió la incorporación de historiadores y académicos devenidos de allí. Las discusiones universitarias, derrocado el peronismo, enfatizaron en una actualización metodológica respecto del estudio de la Historia, y comenzaron a despuntar voces contrarias que cuestionaban estos enfoques y proponían otros, como fueron los casos de José Luis Romero, Tulio Halperin Donghi que, coincidentes en una propuesta devenida de la Historia Social, buscaba terminar con la historia tradicional, regida únicamente por fechas y esencialmente fáctica (Rodríguez, 2022, p. 29). Esto se enmarcó dentro del clivaje académico entre restauradores (donde abrevaban Caillet-Bois y otros integrantes de la NEH) y renovadores (aquí se situaban J. L. Romero, Halperin, Germani, entre otros).19
El oficio de historiador para la rama tradicional continuó como siempre, a pesar de algunas variaciones. Las tareas de clasificación, preparación y edición eran codificadas por Caillet-Bois e investigadores que trabajaban con él, y donde solían elaborar un estudio preliminar que antecediera a la publicación de los documentos, explicando los criterios heurísticos de la selección y la importancia del material. Caillet-Bois para su Colección de Documentos relativos a las islas Malvinas20desplegó una introducción, donde además de agradecer a su antecesor y maestro, Emilio Ravignani, agradecía “el apoyo brindado por el General Pedro Eugenio Aramburu y al Ministro Dr. Eugenio Blanco”21 ante los subsidios recibidos (Rodríguez, 2022, p. 49). En esa introducción comenta las disputas ministeriales entre la metrópoli británica, francesa y española desde 1746 a 1767. El autor, para dicha Colección, buscaba dar cuenta de dos cuestiones: la injerencia que poseyó Malvinas en la disputa global en tanto territorio estratégico para las coronas europeas en el siglo XVIII;22 y que los títulos territoriales de las islas siempre pertenecieron a España a partir de los permisos que solicitó Gran Bretaña para circular por aquellas costas, de los Tratados firmados entre ambas, y del retiro británico de las islas en 1774.
Malvinas se transformaba, para el autor, en una insignia de sus producciones. Como sugiere Nora Pagano, se trataba de un antiguo interés de Caillet por la temática; en 1948 había publicado en la editorial Peuser, Las Islas Malvinas, una tierra argentina, Ensayo basado en una nueva y desconocida documentación y en 1956 ‘Las Malvinas y la Antártida argentina’, obra aparecida en el número 34 de la Revista de la Escuela Superior de Guerra (2019, p. 8). Caillet-Bois se ubicaba entonces, como un investigador del tema, cuya labor no se acotaba a una publicación coyuntural, sino persistente, y con nuevas miradas al respecto.
Sobre el financiamiento, las dificultades presentadas en la dirección del Instituto no se ceñían únicamente al trabajo académico. Evidentemente los fondos para cubrir tareas administrativas, de maestranza, y falta de personal, dificultaban por momentos las posibilidades de crecimiento de la institución. Caillet-Bois había logrado un reducido financiamiento, provisto por la Facultad, para afrontar el costo de las publicaciones. Esas subvenciones fueron distribuidas por autoridades nacionales de distinto corte político. En las memorias de 1956,23 se indican las gestiones personales del director junto con el presidente de la nación (Aramburu por entonces). Esos acercamientos, pudieron haber sido logrados a partir del trabajo que había efectuado Caillet-Bois como profesor en la Escuela de Guerra, familiares que contribuyeron con la obtención de recursos, contactos con funcionarios, y haber formado parte de ámbitos de sociabilidad como el Liceo Militar Gral. San Martín (Rodríguez, 2022, p. 32; Pagano, 2022, p. 77). Asimismo, en la memoria de la Tesorería del Boletín de la Academia Nacional de la Historia(en adelante BANH) de 1959, encontramos que
“…en el ejercicio 1957-1958, la contribución del Estado a favor de la Academia se fijó en $222.000, suma que en principio fue la misma que en el ejercicio 1958 - 1959. A objeto de dar cumplimiento al Decreto 9.530/58 de Escalafón de la administración pública se acordó un refuerzo de $111.000, destinado en su mayor parte a otorgar mejoras en los sueldos del personal y adicionales”.24
Este detallado es útil para mostrar el apoyo que recibió la ANH, como también las redes construidas políticamente a los fines de desplegar las tareas que precisaba el cuerpo académico, en tanto la publicación del BANH no era ad honorem, y el interés por parte de los oficialismos en impulsar este tipo de producciones.25 En el período frondicista, la memoria de la Tesorería de la ANH destaca que para el ejercicio 1958-1959, al prorrogarse el presupuesto nacional, quedó incorporada esa suma al presupuesto de la Academia, y para el ejercicio 1959-196026 se incrementó la contribución estatal, lo cual la Academia contó con $633.000, agregándose el refuerzo acordado por la Cámara de Diputados de la Nación de $167.000 que totaliza 800.000 pesos.27 Para el ejercicio 1960-1961 se fijó una asignación de $500.000, idéntica a la de 1959-1960, reduciéndose en $300.000 la partida original de $800.000. Allí la ANH gestionó ante el Ministerio de Educación una partida de $300.000, logrando que se incrementara en $250.000. En consecuencia, el presupuesto estatal para la Academia en el ejercicio 1960-1961 fue de $750.000, y para el ejercicio 1961-1962.28
Un fuerte impulso. El gobierno de Illia (1963-1966)
Continuando con el balance contable, la gestión de Illia también se vinculó fuertemente con la ANH. Por Decreto 8.123, del 27 de septiembre, se fijó la contribución estatal a favor de la Academia en $1.250.000, suma que se repitió para el ejercicio 1963-1964.29 Empero, estas vinculaciones no se redujeron a lo contable. La aparición pública, el fomento a las publicaciones, y el impulso oficialista por el trabajo de Caillet-Bois, se vio traccionado con la llegada de Illia a la presidencia. Ello podemos inferirlo a partir de la visibilidad que adquirió nuestro historiador a partir de fotografías de orden oficial, otras pertenecientes a la ANH, y por sobre todas las cosas, la imposición del tema Malvinas en la agenda nacional e internacional. A raíz de las Resoluciones de la ONU, 1514 al comienzo (1960) y 2065 después (1965), los territorios a descolonizarse obtuvieron un peso significativo en las discusiones diplomáticas en plena Guerra Fría. La necesidad por parte del Estado argentino obligó a afinar la narrativa discursiva y robustecer el carácter de los recursos y los argumentos que legitiman el reclamo nacional por las islas Malvinas. La síntesis de lo anterior, puede traducirse en lo que fue el ‘Alegato Ruda’30 (1964) el cual contuvo una declamación diplomática fundamental: el tema Malvinas es un asunto de disputa territorial, y no de autodeterminación de los kelpers. Asimismo, lo anterior se edificó a partir de la puesta en marcha de conmemoraciones, fuerte apoyo oficial, y alicientes académicos e institucionales que fortalecieron el rol de Caillet-Bois y la ANH.
Los acercamientos de ministros y funcionarios importantes de la Cancillería como Zavala Ortiz –en tanto participó de actividades organizadas por la ANH– y Bonifacio del Carril, miembro numerario de la ANH visualizan los vasos comunicantes del gobierno de Illia con Caillet-Bois. La ANH albergaba figuras pertenecientes a la disciplina militar, religiosa, diplomática, entre otras, denotando la existencia de intereses convergentes tanto historiográficos, ideológicos y políticos (Figueiras, 2022, pp. 145-148). El contexto descrito previamente, acerca del impulso de la profesionalización de las ciencias sociales y las humanidades, hizo que la ANH y el BANH sean subsidiarios de esa necesidad requerida por el Estado nacional y actúen de sostén en este marco.
Respecto del oficialismo, en 1964 Caillet-Bois fue convocado para realizar investigaciones, fichajes, y clasificación de documentos ubicados en el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto (MREyC). Dicha tarea contó con la dirección de Cristina Minutolo y colaboración de Olga García (Pagano, 2022, p. 86). La relación con Cancillería fue tal, que Zavala Ortiz solicitó la colaboración de Caillet-Bois y acción en actividades sobre el tema Malvinas. Ricardo Zorraquin Becú, presidente de la ANH, da cuenta de lo anterior y aclara que:
“…la Academia quiso colaborar con la Cancillería difundiendo y explicando los títulos que la República invoca en el secular litigio de las islas Malvinas. Para ello, a pedido de aquel Ministerio, se organizó una Exposición, se pronunciaron cuatro conferencias y se redactó un estudio acerca de aquellos títulos. Esta cooperación dio a la Academia una posición destacada frente a un problema internacional cuya solución se encuentra íntimamente vinculada al conocimiento de sus antecedentes históricos”.31
En ese mismo número, Zorraquin continúa diciendo:
“Se organizó una exposición sobre Malvinas con el patrocinio de la Cancillería, y se aceptó un pedido de redactar un dictamen sobre el importante tema de los derechos argentinos al archipiélago. El ciclo de conferencias comenzó el 3 de julio en la Cancillería con la disertación del Dr. Ruiz Guiñazú (figura 2), siguió el día 10 en la Academia con la disertación del Dr. Gandía, continuó el día 16 en la Academia, con la conferencia del Sr. Caillet-Bois (figuras 3 y 4) y terminó el día 31 en la Cancillería.”32
Zorraquin destaca algo muy interesante que es:
“…la labor realizada por la Academia ha de contribuir, sin duda, a esclarecer el problema de las Islas Malvinas, tan íntimamente ligado a los sentimientos patrióticos de los argentinos. Es útil que el pensamiento de los historiadores se haya hecho oír y que su difusión alcance a todos los sectores de la República, propósito al cual la Academia ha querido contribuir mediante la actividad relacionada en este capítulo.”33
El sentido de esto es exponer cómo los historiadores fungieron como agentes de la resignificación y valorización del pasado nacional y malvinense, actuando como actores públicos que incidieron en las líneas ideológicas de ciertas gestiones de gobierno. A posteriori, y eso queda detallado en el número XXXVIII del BANH, es que entre el 24 de julio y el 7 de agosto de 1964 se realizó una Exposición Histórica de las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, con el auspicio del MREyC en el salón Peuser (Florida 750, Buenos Aires) organizada por Humberto Burzio, donde se expusieron 260 piezas.34 Para todos estos actos “se contó con la eficaz colaboración del consejero Doctor Enrique Ross, funcionario del MREyC, encargado del asunto Malvinas, y también del personal de la Academia. Asimismo, el Canciller agradeció en conceptuosas notas la colaboración de la Academia, y difundió por radio y televisión los acontecimientos”.35
Al poco tiempo, el 26 de noviembre de 1964, se realizó un acto en el Luna Park organizado por la Comisión Popular Pro Recuperación de las islas Malvinas. Allí se hicieron presentes jóvenes, académicos y especialistas sobre el tema, quienes luego de oír el Himno Nacional, la Marcha de las Malvinas,37 y disertar sobre la temática en cuestión,38 oyeron las palabras de Caillet-Bois, presidente de aquella comisión. Allí, dicho historiador habló sobre la actualidad y el debate en Naciones Unidas (NU), rechazando el principio de libre determinación kelper, destacando que “confiamos en el espíritu de elevada justicia de las Naciones Unidas, pero, sea cual fuere el resultado, advertimos al mundo una vez más que la Argentina jamás renunciará a la posesión de una tierra que legítimamente le pertenece”.39 El acto concluyó con la lectura de un telegrama a las NU reclamando justicia para el caso, y la ejecución de la marcha “Malvinas argentinas” a cargo de la Banda Sinfónica Municipal.
Entre otros elementos, encontramos lo que el BANH destaca como ‘Asesoramiento a los Poderes Públicos’. Ello expone que ante ciertos acontecimientos que despertasen escepticismo en las cúpulas del oficialismo, la ANH obraba como ordenadora y garante de las líneas históricas a validar. En una de esas menciones se observa: “Autenticidad del diario de María Sáez de Vernet publicado por la escritora Teresa Tallien en su obra “Las Malvinas y dos mujeres”. En el mismo volumen del BANH, Zorraquin Becú destaca que:
“…durante el año 1965 aumentaron las consultas oficiales relacionadas con problemas históricos (…) especialmente las que se vinculan con la historia de las islas Malvinas. El doctor Bonifacio del Carril fue encargado de defender, en Naciones Unidas, los derechos argentinos sobre las islas Malvinas, y lo hizo con aplauso general y resultados positivos (…) otros señores Académicos han integrado varias instituciones oficiales, como la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, el Instituto y Museo de las Malvinas y la ya mencionada Comisión Nacional Ejecutiva del Sesquicentenario del Congreso de Tucumán”.41
Durante diciembre de 1965 se realizó la inauguración del memorial en el Museo Histórico Nacional. Allí participaron Humberto Burzio, Caillet-Bois, Jorge Garrido (escribano mayor del gobierno) y representantes de las FFAA. En esta ocasión el protagonismo corrió por cuenta de Burzio como director del Museo. Allí, y con el cuadro de Vernet como custodio (figura 7) expresó:
“este memorial que hoy queda librado a la expectación del pueblo es símbolo de la tenacidad argentina en la reclamación de un derecho indiscutible para completar la heredad patria con las tierras del archipiélago malvinero y adyacencias. Los gobiernos y la ciudadanía, jamás han renunciado a ese derecho soberano; de hacerlo, legitimarán la injusticia, sentimiento que no forma parte del alma nacional por su límpida historia y herencia de sus mayores”.42
Se crea el Instituto Malvinas
Semanas después, ocurrió un hecho central dentro de la temática y el período: la creación del Instituto y Museo de las Malvinas, el 3 de enero de 1966. Allí el Poder Ejecutivo recogió una iniciativa del MREyC, dictando por decreto dicha decisión. Los objetivos del Instituto fueron: exaltar la conciencia nacional en torno a la reivindicación de las islas; reunir documentación; divulgar aspectos vinculados al archipiélago con fines didácticos llevándolo a conocimiento público; y organizar una biblioteca especializada (Azpiri, 1966, p.566). El primer registro respecto de los escarceos en torno a la creación del Instituto podemos rastrearlo en 1965 cuando el BANH menciona que:
“…a raíz de un pedido de informe a la Academia Nacional de la Historia por el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, sobre la posibilidad de creación de un Museo dedicado a las Islas Malvinas y vista la imposibilidad de conseguir elementos históricos en cantidades suficientes para constituirlo, se aprobó la sugerencia del Académico de Número Capitán de Navío Humberto F. Burzio de instalar un Memorial, de las Islas Malvinas, que podría formarse con objetos que obrasen ya en el Museo Histórico Nacional y donaciones de institutos y particulares.”43
Vale aclarar que en el Instituto si bien contenía un elenco de figuras muy cercanas a la ANH como Caillet-Bois, Zorraquin Becú, José Oría, y otras pertenecientes al radicalismo como Hipólito Solari Yrigoyen, hubo integrantes como Juan Carlos Moreno y Ezequiel Federico Pereyra afines al peronismo.44
Una de las iniciativas más simbólicas del Instituto Malvinas, fue el concurso para la creación del escudo de las Malvinas. El mismo contuvo bases como: la necesidad de ajustarse a las leyes de la heráldica; ser representativo y con fuerte acento argentino; los participantes podían ser argentinos y extranjeros; y el escudo ganador tendría el honor de ser oficializado.45 La ANH en ese sentido operó como trinchera desde donde promover el estudio histórico, y ser un encuadre institucional y formativo para el gobierno de Illia. El contexto global por las descolonizaciones y el empuje logrado por la corporación académica, hicieron que el Jefe de Estado se haga presente en el Museo Mitre –el cual actuaba como sede de la ANH– en el acto por el día de la afirmación de los derechos argentinos en las islas Malvinas (figura 10).
Líneas de continuidad. La Revolución Argentina (1966-1973)
Con la Revolución Argentina,47 las posiciones dentro del Instituto Ravignani no se modificaron considerablemente. Los sectores tradicionales (o restauradores) donde se encasillaba Caillet-Bois, gozaron de un poder institucional y una cercanía ideológica que les permitió sostenerse en sus cargos, en contraste con los académicos del ala renovadora, o devenidos de la izquierda que comenzaban a renunciar a sus cátedras o verse obligados a abandonarlas debido a la persecución e intervención universitaria (Rodríguez, 2019, p. 11). Asimismo, tal como sucedió con Zavala Ortiz, Nicanor Costa Méndez, como canciller, participó el 11 de mayo de 1967 en el acto por el bicentenario de la entrega a España por autoridades francesas de los establecimientos fundados en las Malvinas por el navegante Bougainville. Del acto también participó el secretario de Cultura y Educación Carlos María Gelly Obes,48 el arzobispo de Buenos Aires Antonio Caggiano, Bonifacio Del Carril, y embajadores acreditados ante el gobierno de nuestro país (entre ellos el de España,49 Francia y Brasil).
Respecto del financiamiento y el nuevo gobierno, el BANH destaca que para el ejercicio 1970, cuando funcione en su nueva sede, se solicitó una asignación de $24.430.800. Respecto de los gastos de instalación, la Academia solicitó al Ministerio de Bienestar Social un subsidio de $10.000.000, del cual recibió un anticipo de $1.500.000.
“El señor Presidente, en una audiencia con el señor Ministro de Bienestar Social, doctor Consiglí, verificada en el mes de noviembre, insistió en la liquidación del saldo de $8.500.000, necesarios para la adquisición de muebles y útiles, destinados a la habilitación de las dependencias del nuevo edificio”.50
El número siguiente, continuando con las vinculaciones entre oficialismo y ANH, se vislumbran actividades como la sesión especial del 9 de junio para conmemorar el bicentenario de la expulsión de los ingleses de Puerto Egmont (Gran Malvina) ocurrida el 10 de junio de 1770, y el 141° aniversario del Decreto del 10 de junio de 1829, creando la Comandancia Político-Militar de las Islas Malvinas. La misma fue presidida por el profesor Caillet-Bois, siendo acompañado en el estrado por el comodoro Raúl Villagra, en representación del Comandante en jefe de Aeronáutica; el Ministro Plenipotenciario Juan Carlos Beltramino, en representación del MREyC, el coronel Juan Luis Huarte, Asesor de Gabinete del Secretario del CONASE y el Embajador Ezequiel Pereyra Zorraquin. Asimismo, concurrieron altos funcionarios de la Cancillería y representantes de institutos culturales, y un público numeroso.51 Y el 8 de noviembre de 1970, con el patrocinio del Comando en Jefe de la Armada, Caillet-Bois presidió el acto por el 150° aniversario del primer izamiento de la bandera nacional en las islas. Acompañaron en el estrado a Caillet-Bois representantes de las tres fuerzas: el almirante Luis Rabbione (Armada), el coronel Fernando Miguel (Ejército), el comodoro Tello Cornejo (Fuerza Aérea) y capitán de navío Ciro de Martini (Operaciones Navales).52
Entre las últimas actividades realizadas durante la Revolución Argentina podemos ubicar las realizadas el 11 de junio en el Museo Mitre. Allí el Instituto de las islas Malvinas y Tierras Australes efectuó una reunión académica para recordar el 201° aniversario del desalojo de los ingleses en Puerto Egmont y la creación de la Comandancia de Malvinas, reivindicándose las figuras de Francisco de Bucarelli, y la de Martín Rodríguez y Luis Vernet. Del evento participó el doctor Gómez Langenheim, y acto siguiente se entregaron diplomas a José María Ruda, Zavala Ortiz y a Miguel Fitzgerald.53 En la ceremonia, José María Ruda expresó:
“…en cuanto a los pobladores de las islas, estamos seguros de que una vez que ellas sean restituidas a la República encontrarán un futuro promisorio, superando el actual aislamiento en que viven y que al amparo de nuestras leyes (…) encontrarán su bienestar y su felicidad.”54
Una ruptura historiográfica
Un punto disonante que se dio en el debate historiográfico se ancló en torno a la figura del gaucho Rivero.55 Para Caillet-Bois, como para la ANH, Rivero fue un asesino y un agente perjudicial para el devenir del establecimiento que había fundado Vernet (1948, pp. 375-76). El inicio de esta discusión se presenta a raíz de la emergencia de la Comisión Pro-Monumento a Antonio Rivero, la cual homenajeó al gaucho el 3 de enero de 1966.56 En esa ocasión, Cancillería –durante el gobierno de Illia– solicitó a la ANH un balance respecto de la actuación de Rivero en las islas.57 En la sección de ‘Asesoramiento a los Poderes Públicos’ se observa:
“…el dictamen de los académicos Ricardo Caillet-Bois y Humberto F. Burzio, aprobado en la sesión del 19 de abril, establece que los documentos conocidos no son favorables para otorgar a Antonio Rivero títulos que justifiquen el homenaje (…) si no se aportan pruebas de que sus actividades obedecieron al noble propósito de expulsar a los usurpadores de la soberanía nacional, no corresponde la erección del monumento”.58
En otro apartado del mismo tomo, Zorraquin Becú reafirmaba el carácter crítico de las actividades de Antonio Rivero en las islas Malvinas el 26 de agosto de 1833, y en la sesión del 30 de agosto de 1966 el académico Burzio expresó:
“…los miembros de la Comisión pro monumento han promovido una intensa campaña contra la Academia y los académicos autores del dictamen, para cohonestar una posición personal, pues se han comprometido a hacer de esa figura un héroe nacional. Señaló que el silencio de la Academia puede ser mal interpretado por aquellos que ignoran la verdad de los sucesos policiales ocurridos el 26 de agosto de 1833, e inducir a error a las autoridades que, carentes de información adecuada, son sorprendidos por la intensa acción desarrollada por la citada Comisión”.59
El voltaje de la discusión hizo que el día antes de la sesión en la ANH, en la Casa de la Provincia de Buenos Aires, se realice un acto organizado por la Comisión Pro-Rivero. Allí se entonaron las estrofas del Himno y la Cantata al gaucho de las Malvinas Antonio Rivero. El orador principal fue el coronel Máximo Garro quien destacó que Rivero había arriado pabellón inglés, reconquistado las islas, y que en abril de 1834 había sido apresado por tripulantes del Beagle para ser juzgado en Londres.60
La disputa cobró tal dimensión, que tanto Juan Carlos Moreno e Hipólito Solari Yrigoyen, expresaron su aprobación respecto de la figura de Rivero. Esto interesa a la luz de que Yrigoyen y Moreno formaban parte del Instituto Malvinas en el que Caillet-Bois, Burzio, Fitte, entre otros integrantes de la ANH, también lo eran. Esto produjo la renuncia de Ernesto Fitte como presidente del Instituto, y la ulterior disolución del organismo bajo decreto presidencial firmado por el entonces subsecretario de Relaciones Exteriores, Jorge Mazzinghi (Carassai, 2022, p. 46).61 La crítica más severa que le asestaron a Caillet-Bois y la ANH, era que su posición se basaba únicamente en documentos ingleses, y que ello tenía un sesgo fundamental: que Inglaterra califica como “bandidos” a todos aquellos que se sublevan contra el gobierno de Su Majestad Británica (…) y que Rivero no efectuó una acción de guerra, dado que el Jefe de las fuerzas usurpadoras, Onslow, no dejó ninguna guarnición militar.62
Luego, en 1967, con la publicación denominada “El episodio ocurrido en Puerto de la Soledad de Malvinas el 26 de agosto de 1833” se intentaron exponer más firmemente y desde la institución, los argumentos en contra de Rivero. Algo que volvió a reafirmarse en 1972 cuando Ernesto Fitte destacaba que ocho peones de a caballo atacaron a mansalva y quitaron la vida a cinco pobladores, dejando como interrogante final si tuvo un sentido político o si sólo se redujo a un sangriento hecho policial.63 Por último, cabe destacar que “El episodio ocurrido en Puerto de la Soledad de Malvinas el 26 de agosto de 1833” corrió por cuenta del financiamiento perteneciente al “saldo de 1966 y fondos de 1967 [con los cuales también] se pagaron las impresiones de “Investigaciones y Ensayos”, números 1 y 2; “Boletín”, volumen XXXIX”.64
Conclusiones
En el artículo estimo haber arribado a dos conclusiones. La primera es cómo un historiador como Caillet-Bois contribuyó en el plano académico y en el político-diplomático al despliegue y conocimiento del tema Malvinas a partir del trabajo profundo sobre las fuentes. Esto nos lleva a considerar a Caillet-Bois como un malvinólogo, en tanto su trabajo no se ciñó a una mera publicación circunstancial o interesada, sino a un trabajo extensivo, prolongado y contributivo desde lo cualitativo y cuantitativo. Sus producciones, apariciones públicas y vínculos institucionales reflejaron una persistencia sobre el tema, y una apertura a debates en los cuales él estuvo presente y fue protagonista.
El segundo eje, es cómo Caillet-Bois en su rol de historiador construyó una red vincular con académicos y dirigentes políticos que lo rodeaban. Como director del Instituto Ravignani se desplegaron actividades institucionales, y otras vinculadas con los oficialismos, que le permitió sostener su imagen en el círculo intelectual y un modelo historiográfico que persistió, a pesar de las renovaciones en la disciplina. Esto nos permite inferir que Caillet-Bois, además de ser sinónimo del tradicionalismo y de la Nueva Escuela Histórica, fue un referente del tema Malvinas por su convocatoria, y apariciones públicas, siendo apoyado por los oficialismos que recurrieron a su persona para realizar determinados usos del pasado nacional y capitalizarlos para su gestión.
Fuentes primarias65
- Caillet- Bois, R. (1967). El episodio ocurrido en Puerto de la Soledad de Malvinas el 26 de agosto de 1833: testimonios documentales. Buenos Aires: Academia Nacional de la Historia.
-Archivo sonoro. Archivo General de la Nación.
-Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas.
-Boletín de la Academia Nacional de la Historia.
-Caillet- Bois, R. (1948). Una tierra argentina. Las islas Malvinas. Buenos Aires: Peuser.
-Caillet-Bois, R. (1970). Cuestiones internacionales (1852-1966). Buenos Aires: Eudeba.
-Instituto de Historia Argentina "Doctor Emilio Ravignani." (1957). Colección de documentos relativos a la historia de las Islas Malvinas (Tomos I-II-III). Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires, Departamento Editorial.
-Diario Clarín.
-Diario La Nación.
-Diario La Prensa.
-Fototeca Archivo General de la Nación.
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Notas
Recepción: 24 Abril 2024
Aprobación: 15 Julio 2024
Publicación: 18 Julio 2024