Este libro colectivo, dinamizado por el Profesor Guillermo Quinteros, presenta un trabajo conmemorativo de las movilizaciones estudiantiles acontecidas en abril de 1983, también conocidas como “jornadas de abril”. El mismo cuenta con testimonios de veintidós exmilitantes de la agrupación Franja Morada de aquel momento, siendo diecisiete de ellos primera generación de universitarios de sus familias, y varios oriundos del interior. Son testimonios orientados por unas consignas abiertas, tal como responder sobre el contexto histórico de los años 80 y el recuerdo de aquellas jornadas. A través de sus relatos, nos llevan a un recorrido sobre cómo transcurrieron esos años cargados de incertidumbre, desazón y temor que se había generado en la ciudad de La Plata a raíz de los conflictos entre grupos armados de los setenta y, luego, por el clima de terror agravado exponencialmente por los crímenes del último gobierno militar (1976-1983).

Muchos de estos estudiantes provenían de familias radicales, algunos de familias peronistas y otros en cuyas familias no se hablaba de política. Sin embargo, ya sea por comentarios vecinales o por experiencias cercanas, todos se hacían una idea de la fuerte situación represiva que padecía el país. Situación que no les impidió continuar luchando por una Universidad basada en los principios de la Reforma, siendo sus máximas la autonomía, el cogobierno, su masividad y el rechazo al examen de ingreso. Horizonte que trabajaron a través de la creación de la Comisión Organizadora de la Federación Universitaria de La Plata (CO-FULP), nutriendo su propia formación política e intelectual y la militancia estudiantil (en un contexto donde los Centros de Estudiantes estaban prohibidos), al mismo tiempo que empezaban a alinearse bajo la figura de un dirigente radical de Renovación y Cambio que abogaba por la democracia, la paz, el progreso y la reconciliación del pueblo argentino. Su nombre era Raúl Alfonsín.

La Universidad estaba intervenida y presidida por Guillermo Gallo, un rector que consideraba peligroso y una pérdida de tiempo hablar sobre cuestiones sociales y políticas en el ámbito académico, el que recomendaba asistir exclusivamente para estudiar y no perder tiempo en temas ajenos a la Universidad. Pero su política, junto con la poca credibilidad de la que gozaba el gobierno dictatorial, fueron socavadas el 2 de abril de 1982, con el desembarco de Malvinas. Fue el momento en que los estudiantes percibieron que podían ayudar a darle el último empujón a los militares para que se retiraran, en medio de un contexto donde la política volvía a ser parte de la vida pública. La militancia fue en aumento y en abril de 1983 se movilizaron y pasaron una noche en los jardines del rectorado, ubicado en 7 entre 48 y 48, reclamando la derogación del Artículo 54 del Estatuto de la Universidad, el cual imponía un restrictivo régimen de correlatividades que dificultaba enormemente llevar al día la carrera, al ritmo de “Gallo, gallina, salí de la oficina”. Como relata uno de los protagonistas:

“Algunos estudiantes comenzaron a conseguir comida. Otros buscaron ollas. Alguien trajo una guitarra. Nadie se quería ir. Pasamos la noche en los jardines y al día siguiente la movilización cobró nuevos bríos. Marchamos por las calles de la ciudad. Los automóviles se sumaban con sus bocinas. Desde Casa Tía, ubicada frente al rectorado, nos enviaban alimentos y bebidas. Los obreros de la obra del edificio de 7 y 47 colgaron un cartel dándonos aliento (…) ‘FUERSA ESTUDIANTES’, rezaba” (sic).

Ellos ya se sentían vencedores. Gustavo “Pirata” Drake, “Lucho” Sobrón, el “Turco” Salomón, Gustavo Liss, Palo Cavigioli, “Dino” Baudino, Belén Sempé, “Negro” Agüero, son algunos de los nombres que estuvieron al frente de la movilización. Pese a la reticencia del rector, los alumnos terminaron consiguiendo la suspensión del Artículo 54, marcando el inicio de una ola de conquistas estudiantiles. No había tiempo que perder. La militancia de la Franja fue en gran aumento; no sólo había que ganar votos para las elecciones de los reabiertos centros de estudiantes, sino también afiliados para las elecciones presidenciales de octubre.

Franja Morada ganó los centros en la mayoría de las facultades, por encima del justicialismo, los independientes y los socialistas, lo que los llevó a tener un rol central en los congresos de la FULP, presidida por el “Pirata” Drake en 1984, el primero desde el retorno de la democracia. Nacionalmente, continuaron sus actividades militando la normalización de las universidades, el plan Austral, la formación de la CONADEP y, principalmente, el Juicio a las Juntas, en 1985.

Finalmente, como Estudiante de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de esta Universidad, debo reconocer que no estaba familiarizado con tamaño acontecimiento, y espero que la publicación del libro reseñado ayude a su difusión. Se ha editado conjuntamente entre la Editorial de la Universidad Nacional de La Plata y por la Editorial Books2bits de Barcelona, en este último caso, se trata de una publicación digital (https://books2bits.com/editorial/index.php/B2B/catalog/book/encuentro). El lector podrá encontrar varios documentos de diversas agrupaciones políticas, tales como las boletas electorales. Quienes deseen indagar más sobre este tipo de documentación podrán hacerlo a través de la Web, pues los autores ayudaron a la elaboración de un archivo digital que próximamente se encontrará en acceso abierto (http://arcas.fahce.unlp.edu.ar/)

Nací y crecí en democracia, y espero siempre seguir estándolo. En mi humilde opinión, hoy la militancia estudiantil se ha reducido en veracidad, tamaño y contenido en relación a décadas pasadas. Ya no se instruye cívicamente a la población, en relación a por qué es un deber ir a votar, porqué debemos cuidar nuestras libertades y, sobre todo, nuestra democracia. Las causas comunes tampoco son reivindicadas, y pareciera que toda propuesta o problemática pertenece a una sola identidad partidaria, y no al pueblo en su conjunto. Si hoy podemos debatir, discutir y pensar sin temor a que nos estén escuchando agentes de los “servicios” de inteligencia o teniendo en consideración “el qué dirán”, es en una parte considerable gracias a un estudiantado que no se rindió y luchó por sus derechos y libertades.

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