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Identidad, legitimización y circulación: La construcción de la genealogía en la familia Doria y la rama de los Doria Lamba, 1280-1643
Resumen: Este artículo analiza la construcción del pasado de los Doria, y su rol en la configuración política, social, cultural y económica de la ciudad de Génova. La historia de los Doria precede su inserción en el Imperio de Carlos V, y se remonta a la Edad Media y al auge comunal de las ciudades estado en la península Itálica. A partir de las crónicas y fuentes escritas de las batallas de Meloria (1280), la expedición de los hermanos Vivaldi (1291) y la batalla de Curzola (1298), se inicia una reconstrucción del pasado de la rama de los Doria Lamba y de los letrados genoveses en los siglos XVI y XVII.
Palabras clave: Doria, Génova, Identidad.
Identity, legitimation and circulation: the building of the Doria family’s genealogy and the Doria Lamba branch, 1280-1643
Abstract: This article analyses the construction of the Doria past and its role in the political, social, cultural and economic configuration of the city of Genoa. The history of the Doria family precedes their insertion into the Empire of Charles V and dates back to the Middle Ages and the communal rise of the city-states in the Italian peninsula. From the chronicles and written sources of the battles of Meloria (1280), the expedition of the Vivaldi brothers (1291) and the battle of Curzola (1298), a reconstruction of the past of the Doria Lamba branch and of the Genoese scholars in the 16th and 17th centuries is initiated.
Keywords: Doria, Genoa, Identity.
Introducción
En la transición de la edad media a la temprana modernidad, los Doria pasaron a ser una de las familias que formaron parte del conglomerado de agentes de la Monarquía Hispánica en los siglos XVI y XVII. Al respecto, gran parte de la historiografía modernista ha dado cuenta de las relaciones del almirante Andrea Doria y sus servicios militares, navales, políticos y financieros al Imperio de Carlos V.
No obstante, los Doria poseían un historial que trascendía a la Monarquía Hispánica como cuerpo político, y cuyas raíces se hunden profundamente en la Edad Media y en la configuración de linajes en las unidades políticas del norte de Italia, cuyas noblezas empiezan a tener una particular simbiosis entre lo urbano y lo rural. Génova como emporio urbano mercantil, fue una ciudad pionera en la promoción de mecanismos para la gestión de asociaciones comerciales a gran escala, proyectándolas primero hacia Oriente y luego hacia Occidente.
El objetivo de este artículo es abordar la reconstrucción política del pasado del linaje de los Doria: las crónicas de los eventos militares que protagonizaron, así como su circulación material de obras de arte objeto del coleccionismo de la familia, y fuentes tanto gráficas como escritas muchas de los cuales se mantuvieron en compilaciones privadas patrocinadas por descendientes de la familia y otros coleccionistas.
En perspectiva, se intentará mostrar la continuidad de tres episodios de la historia de Génova: la batalla de Meloria (1284), la expedición de los hermanos Vivaldi (1291) y la batalla de Curzola (1298) con el protagonismo de los Doria Lamba, cuyos logros resaltaron los intelectuales genoveses Giustiniani y Federici en los siglos XVI y XVII.
Otra cuestión de interés es la de observar su inserción en el Imperio Habsburgo, la cual incentivó en el linaje la aspiración y búsqueda de legitimidad nobiliaria, la reconfiguración del relato de ese pasado y la formación de agentes no solo políticos, sino que también proyectaron una impronta cultural en los territorios ibéricos.
Paralelamente, los orígenes de los Doria son un tema sobre el cual se han interesado, no solo los historiadores, sino también los descendientes de la familia que han buscado indagar acerca de la vida de sus antepasados. En el año 2023, el archivista Andrea Lercari y Lodovico Doria Lamba, han publicado un libro que recoge una selección del material de los archivos familiares privados, del Archivio di Stato de Génova y de la colección de obras de arte de la familia (Lercari y Doria Lamba, 2023).1
Otros autores que han indagado acerca del pasado del linaje fueron Enrico Basso, Bernabé Doria y Giovanni Nuti que publicaron sus hallazgos en el Diccionario Biográfico Ligur en 2007 en el cual se ha recopilado mucha de la información biográfica de la nobleza de Génova.2 El rol de los Doria y su relación la iglesia de San Mateo fue abordado en un reciente artículo por Paola Guglielmotti (2021).
En cuanto a la historiografía sobre la ciudad de Génova que contribuye a contextualizar la saga familiar son ineludibles las obras de Edoardo Grendi (1975), Domenico Gioffrè (1969) y Gio Pistarino (1964), así como los aportes más recientes de Giovanna Petti Balbi (2007), Carlo Bitossi (1995), Arturo Pacini (2002), Enrico Basso (2024), Lucca Lo Basso (2017), Michel Balard (2017) y Rodolfo Savelli (1981). Por otro lado, los numerosos estudios de autores hispanistas, han realizado numerosos aportes para la comprensión del papel desempeñado por las principales casas genovesas y su inserción en el Imperio Habsburgo, desde los trabajos de Ruíz Martín (1965) a Domínguez Ortiz (1959) a los estudios más actuales de Carlos Álvarez Nogal (1997), Carmen Sans Ayán (2015), Manuel Herrero Sánchez (2005), Benoit Maréchaux (2017) y Alejandro García-Montón (2021).
La selección de un origen para la familia Doria
Los orígenes de las familias patricias de Génova en la Edad Media no pueden separarse del contexto de lucha faccional, de las disputas entre el papado y las entidades feudales que existieron en Italia en los siglos X y XI. El control señorial sobre las ciudades estado, siempre fue dificultoso tanto por cuestiones militares como por la topografía propia de cada una de ellas. Tempranamente las comunas ejercieron su poder como señorío colectivo en amplias regiones. Sin embargo, los linajes feudales encontraron rápida promoción y posicionamiento en el consejo de las ciudades y garantizaron la reproducción del feudalismo ejerciendo las magistraturas en cada una de ellas, tal fue el caso de los Doria. Otras familias, no obstante, encontraron canales de promoción acumulando riqueza fruto del comercio y transformándose en oligarquías para luego convertirse en un patriciado con pautas de consumo aristocrático.
También las identidades políticas de las comunas italianas fueron particularmente susceptibles a las disputas medievales del Sacro Imperio Romano Germánico que daría significado político a las luchas faccionales internas. Herederos de la vieja disputa entre güelfos y gibelinos, los Doria participarían en uno de los bandos que apoyaría a la rama imperial de los duques de Suabia. Por ende, fueron fundantes a la hora de definir las identificaciones políticas, y los aspectos que las acentuaban y de elegir cuales dejaban de lado para ratificar su propia nobleza en detrimento del avance eclesiástico que buscaba recrear en la península los reinos Itálicos.
Las familias Doria y Spínola apoyaron a los gibelinos, es decir a la rama imperial de Federico II del Sacro Imperio Romano Germánico, mientras que los Fieschi y Grimaldi secundarían al papado para la campaña militar y la coronación de Güelfo IV.
Por otro lado, el origen de las familias del norte de Italia estaba atada a la dinámica expansiva del Imperio Carolingio, así como en el asentamiento lombardo y la lógica del dominio de los señoríos de Narbona sobre el Piamonte, Lombardía y Liguria (Toubert, 2006).
Los Doria se reivindicaron herederos de los vizcondes de Narbona por vía materna ante la alianza matrimonial de Orietta della Volta y Arduino de Narbona en 941. La estirpe matrilineal gozó de tierra y feudo, separando el linaje entre los hijos de los cuales trasciende el nombre Ansaldo y los nietos Obertus, Zenoardus, Martinus y adoptando el apellido en francés, D’auria, italianizado como Doria.
Como en varios señoríos feudales del norte de Italia, la relación entre los Doria y el linaje de los condes de Narbona se pierde en el tiempo y no se puede comprobar fehacientemente la consanguinidad entre ambos. Otras especulaciones, menos grandilocuentes sobre el origen de la familia, la sitúan como un grupo de extramuros en Génova, en lo que se denominó “Porta Aurea”, circunstancia de la cual va derivando en el nombre Doria. No obstante, y como es lógico, los miembros de la familia se legitimaron como descendientes del conde de Narbona, pretensión que también posee cierta verosimilitud a través del hecho de que muchos grupos de familiares políticos en el sur de Francia adquirirían el nombre D’Auria.3 Se debería a que impera una construcción de identidad respaldada por la participación en las cruzadas, la tradición cristiana y más tarde por la filiación gibelina que adopta la heráldica derivada del Sacro Imperio Romano Germánico.
De esta manera, los descendientes de la familia fueron activos en la construcción de este pasado que continúa incluso hasta el siglo XX. En 1916, de acuerdo con el declarado “Statuto Organico della Eccellentissima Famiglia D’oria di Genova”, se expone:
“[...] Per l’Eccellentissima Famiglia D’oria, s’intende, come pel passato, la sola Famiglia contentiva, ossia maschi da maschio discendenti da Ansaldo D’Oria, Capostipite […]” (Lercari y Doria Lamba, 2023, p. 36)
Como otros linajes latinos, los Doria crearon su pasado en torno a la expansión de la cristiandad en Oriente, como colaboradores en las cruzadas, por ende, creadores de las primeras rutas entre Acre, Jerusalén y Antioquía.
A través del ejercicio de los cargos en la ciudad de Génova los Doria, administraron también los feudos de Rivera de Ponente, Sassello, Loano, Orneglia y Dolceacqua, que fueron pilares del robustecimiento patrimonial de la familia desde el siglo XI.
La renta feudal, sumada a la disponibilidad de gran variedad de bienes patrimoniales fueron un factor decisivo en el enriquecimiento de algunos miembros del grupo familiar de los Doria, quienes invirtieron en el comercio, en la industria y en las finanzas y a la vez se involucraron en expediciones en Oriente, patrocinadas tanto por incentivo privado como por la comuna de Génova (Heers, 1974). Estas asociaciones son fruto de una sofisticada red de intercambios entre los principales patricios y los bienes comunales que permitieron la asociación en maone y compera.
La relación del patriciado genovés con el poder religioso encarnado en Roma era ambigua, pues abogaban por un mayor control del poder político consolidado en la comuna, pero al mismo tiempo financiaron y organizaron la erección de iglesias y patrocinaron abadías. En el centro de la ciudad de Génova, los Doria financiaron la construcción de la iglesia San Mateo.
El significado de la iglesia San Mateo como espacio de culto y sacralidad ha sido estudiado por Paola Guglielmotti, quien analiza de manera puntual las principales características de los Doria entendiendo a la familia como una entidad ampliada y dispersa en diferentes ramas, cada una de las cuelas fue capaz de asumir posiciones hegemónicas en la política, en la economía y en la cultura,
De las reacciones y enfrentamientos entre los principales linajes urbanos, dependía también su identidad política. Los Doria y los Spínola, estaban más ligados a los resortes de poder imperial germánico, mientras que los Fieschi y los Grimaldi, aparecen patrocinados por el papado. Si bien dicha identidad variaría con el tiempo pues coexistían con diversos canales de negociación, hacia el siglo XIII los bandos quedarían definidos bajo la denominación de albergo.
Por otro lado, la guerra contra Pisa y Venecia, dos competidoras en la hegemonía comercial en el mar Mediterráneo y el Adriático, así como el saqueo de Constantinopla en 1204 afectó las relaciones del Imperio Bizantino con la República de Génova con quien mantenía relaciones comerciales.
El surgimiento de la rama de los Doria Lamba, 1270-1298
Desde el siglo XIII, de la mano al fenómeno del albergo y de la lucha faccional que los enfrentaba a los Fieschi, los Doria empezaron a sucederse en el cargo de capitano del Popolo.
Este oficio, surgió como una figura que respaldaba el interés de los popolari en su enfrentamiento con los sectores más tradicionales encarnados en los artigiani (Balard, 2017). La señoría del Popolo respondió a una elección de parte de la elite, de representar estos sectores de vecinos, no adscritos a órdenes nobiliarios y sin embargo, con representatividad corporativa al interior de la ciudad. Como otras formas de representación, este cargo coincidió en varias ciudades de la Italia peninsular por su particular simbiosis entre lo familiar y comunal. De acuerdo con Ricardo Rao no se limitaba al ejercicio de una magistratura, sino que más bien de una transformación de los tradicionales “artigiani” quienes, al verse impedidos de imponer su propia visión de la civitas, consensuaron la participación de los popolari (Rao, 2013).
En Génova, el cargo de Signoria del Popolo convivió con la tradicional magistratura del podestá y con el consejo urbano denominado senado, aunque en ciertos momentos la autoridad de una se imponía sobre la otra, de acuerdo con los resultados de los periodos de turbulencia política. El gobierno de los popolari no eran tampoco un ámbito carente de jerarquización, sino una transformación que impulsaron aquellos miembros de la nobleza con determinados privilegios a las magistraturas genovesas. Solo a mediados del siglo XIII, las figuras que detentaron el cargo parecían provenir de los sectores populares.
La institución fue rápidamente enmarcada en la lucha entre güelfos y gibelinos. Giugliemo Boccanegra fue el que se impuso finalmente en el cargo en 1257, e intentó controlar el enfrentamiento faccional con cierto éxito, hasta que fue derrocado por los Fieschi en 1262 (Epstein, 1996). En estos años Génova logró negociar con los bizantinos, quienes tras la invasión de 1204 a Constantinopla habían creado el Imperio de Ninfea, un pacto comercial que garantizó la expansión oriental en el siglo XIV.
Se repetían en esta época los eventos de complot entre bandos que rápidamente ponían contrapesos en el poder de sus rivales, y con el paso del tiempo se creaban las circunstancias para que los miembros más tradicionales del patriciado impulsaran sus intereses aún bajo el gobierno de sus detractores. A la vez existían alianzas con las entidades monárquicas que ya proyectaban sus intereses geopolíticos en ciudades tan importantes como Génova. Tal es el caso de la monarquía francesa. A pesar de la cruenta lucha faccional, entre güelfos y gibelinos existían ámbitos de negociación y consenso que permitían conservar cierto orden institucional.
En este contexto, Oberto Doria (hijo de Pietro Doria, hermano de Jacobo y de Lamba) asumiría el rol del capitano del Popolo, junto con su homónimo Oberto Spínola como podestá entre 1270 y 1285, cuya supremacía e influencia militar se extiende hasta el 1300, aunque siempre amenazada por las conspiraciones de las familias rivales. Este momento es reivindicado por los historiadores como el comienzo de la época dorada de la comuna hasta 1339, cuando los Boccanegra vuelven al poder. Coherentemente, Guglielmotti atribuye a la segunda mitad del siglo XIII, el primer periodo de auge de la familia Doria.
Las crónicas de Jacobo Doria en los anales genoveses de Caffaro
La alianza entre los Doria y los Spínola supuso un gobierno virtuoso en el cual se aglutinaban el poderío naval y militar encarnado en Oberto Doria y la justicia asumida en el cargo del podestá, detentado por Oberto Spínola.4
El enfrentamiento militar con Pisa y su desplazamiento en la batalla de Meloría en 1284, es marcada como hito por Jacobo Doria, hermano de Oberto que señala el desplazamiento de los pisanos de las rutas comerciales a Oriente. A medida que trascurren los acontecimientos, los miembros de la familia noble formados en la tradición latina notarial dejaban un registro que lejos de ser parcial suponía una selección razonada de aquellos eventos que engrandecían sus atributos nobiliarios, militares y heroicos. A partir de la consolidación, primero militar y luego económica de la comuna de Génova en Oriente, la figura de Oberto Doria adquiere preponderancia política y su protagonismo en la batalla es realzado por su hermano (Hall y Phillips, 2016).
La batalla de Meloria es el inicio de la identificación de Génova con la armada naval, una cuestión que se repite temporalmente en las conquistas en Oriente, la caída de Constantinopla, la guerra contra los otomanos y la participación en la batalla de Lepanto de 1571, y al mismo tiempo, es uno de los pilares para la celebridad de la familia Doria.
De acuerdo con Girolamo Ansaldi, quien describió los anales de Jacobo, la batalla de Meloria debe su nombre a la isleta del Mediterráneo en el cual se combatió. La versión presentada por Jacobo Doria es casi el único testimonio escrito del evento por lo que es posible que prime la visión de los vencedores, y a diferencia del resto de la documentación de los Anales de los genoveses, no fue encargada por el poder comunal, sino que se debe a la iniciativa privada de los cronistas responsables del documento. En el caso de la formación como letrista de Doria, se infiere que fue educado en el seno de su familia, sin aprendizaje en escribanías de la comuna. Según Ansaldi, los Doria poseían una tradición en la escritura y el uso del archivo pues Oberto Doria, abuelo del anterior, había escrito una historia del reino de Jerusalén, cuya redacción culminó Jacobo Doria (Ansaldi, 2014).
Jacobo expresa:
“Mientras examinaba atentamente los documentos y libros de mi difunto antepasado paterno, Oberto d'Oria, un extraordinario conocedor del pasado de la ciudad, encontré en sus cofres del tesoro un antiguo escrito por Caffaro con la historia de la toma de Jerusalén y muchas otras ciudades” (Doria, 1280, p. 35)5
Aparte de su rol como cronista, Jacobo Doria fue un hombre de gran reconocimiento político e intelectual, uno de los custodios del “archivo patrio”, y de los primeros en trazar genealogías en los márgenes y bocetos del denominado Liber Septimun Iurus (1253).6 Además, Jacopo Doria formó parte de los letrados que conformaron el Liber Orientalis, que abordaba un recuento de las expediciones genovesas en Oriente y compiló los escritos de su abuelo sobre la Primera Cruzada.
Entonces nos encontramos con una familia habituada al estudio del pasado, y a la gestión del capital simbólico que eso implicaba en el seno del patriciado urbano. Este es un rasgo original a la hora de abordar el entramado familiar de los Doria. No solo resguardaban el orden político y militar de la facción gibelina sino también la legitimidad de Génova al vincularla a la expansión de la cristiandad en Oriente.
Jacobo Doria atribuye al enfrentamiento con Pisa una continuidad de catorce años que tiene más que ver con la estructura de los anales (entre 1280-1293), que con los enfrentamientos que habían tenido lugar entre 1282 y 1288, año en el cual se pone fin a la guerra. La reconstrucción de los acontecimientos está centrada en la versión genovesa, incluso hace un recuento de la colaboración de cada uno de los distritos de la ciudad a la flota que compusieron un conjunto de 75 galeras y 1 galeón, sin contar las tropas de las ciudades aliadas de la Toscana que también intervinieron en la batalla.
En tiempos de paz, la República de Génova contaba con pocas galeras de la comuna; el grueso de la escuadra la comprometían consorcios privados que involucraban su patrimonio en defensa de la ciudad y en búsqueda de nuevas oportunidades comerciales.
En Génova, el almirantazgo era percibido como uno de los pilares de autoridad sobre la cual descansaba la identificación naval, militar y política como se deja entrever en la crónica de Jacobo Doria. Los genoveses computaban y administraban las cantidades de recursos que disponían. Sus empresas no eran expediciones militares o enfrentamientos aleatorios, sino eventos cuidadosamente planificados, si bien en este tipo de crónicas, los autores solían exagerar las bondades y virtudes de los protagonistas.
Muchas de las naves de las cuales Jacobo atestiguaba su existencia, formaron parte de la escuadra, también se dedicaron a transportar caballeros e infantería para abastecer a Cerdeña, pues uno de los objetivos de la flota de Pisa era atacar la fortaleza de Calvi:
“Muchos hombres de nuestras montañas no sabían navegar, tratándose de individuos que no habían entrado jamás al agua” (Doria, 1283, p. 124)7
Aquí Jacobo no solo se refería al control de las zonas adyacentes a Génova y de las montañas lindantes sino a la capacidad de transportar recursos y destacarlos por mucho tiempo para defender posiciones estratégicas. Está misma lógica se puede establecer para la colonización de Oriente, pues las expediciones de las maone y compera obedecían a iniciativas privadas alentadas por el poder político de la comuna, que involucraban a muchos de los sectores de la sociedad (Igual Luis y Navarro Espinach, 2014).
Jacobo Doria no solo testificaba acerca de los acontecimientos de la batalla de Meloria, sino los avatares de los problemas de abastecimiento que debieron enfrentar, y como se subsanaban mediante la rapiña y la piratería. Además, no pocos individuos se aventuraban en estas empresas con el fin de recoger riquezas y bienes.
La necesidad de abastecimiento naval y la construcción de nuevas embarcaciones recaían en los astilleros de San Pier d’ Arena, para lo que se firmaron acuerdos para proveer la madera necesaria con los bosques de otras ciudades aliadas cómo Monferrato y San Remo, en el límite con Francia. Jacopo Doria enaltecía la pericia y la capacidad de los ingenieros genoveses para la construcción de galeras para la flota, así como la belleza del conjunto de las obras, al mismo tiempo dejaba entrever ciertos problemas de la comuna de asegurar la producción continua de embarcaciones, dado que una sola galera demoraba años, y en tiempos de guerra, los elementos necesarios eran escasos.
Al finalizar el primer año de la guerra, Génova contaba con solo 12 embarcaciones, “aunque otros ciudadanos de Génova (dii cives Ianue) tenía muchas más” (Pertz, 1859, p. 26).8 La observación evidencia claramente uno de los rasgos de las asociaciones genovesas para las expediciones marítimas: la capacidad de movilizar los bienes privados bajo iniciativa de la comuna. Mientras proseguía la guerra, los mercaderes genoveses enviaban embarcaciones “De Rumania a Provenza y otras partes del mundo” y los recursos preparados para las propias expediciones militares eran cuidadosamente inventariados junto con los que poseían en Génova.
Sin embargo, no siempre los ciudadanos y comerciantes enriquecidos estaban dispuestos a comprometer sus propias embarcaciones en guerras y enfrentamientos, hecho que describía claramente Jacobo Doria. En el último tercio del siglo XIII, la comuna había estimulado la industria naval para hacer frente a las necesidades de los conflictos y, pese a que el comercio marítimo estuvo prohibido durante los primeros años del enfrentamiento con Pisa, dicho impulso había favorecido a la oligarquía mercantil al poder hacerse de nuevas embarcaciones.
La guerra también abría nuevas posibilidades de comercio y contrabando y tanto para los pisanos, replegados de los enfrentamientos directos, como para los genoveses, ese hecho había favorecido la práctica de la piratería y de los negocios clandestinos.
Pero en la visión de Jacobo Doria, lejos de constatar en el aumento del comercio un elemento negativo era un aspecto positivo, pues si la guerra permitía demostrar el poder y el honor de la República, el mercado propició elevar su riqueza. La batalla de Meloria, así como años más tarde, la guerra contra los venecianos, fomentaron la expansión mercantil de ciertos miembros del patriciado primero en Oriente y luego en Occidente. La conformación de factorías en Oriente favoreció la acumulación y riquezas de muchas de las familias que invirtieron parte de su patrimonio en prosperas casas financieras.
La crónica de Doria concluía que los años de abundancia y gloria, solo podían deberse a que la voluntad divina había decidido compensar a Génova por los padecimientos de años de derrota y humillación. Exaltaba, además, el pacifismo de los habitantes de Génova y catalogaba a los pisanos de invasores que habían comprometido su riqueza y sus bienes en la guerra solo por orgullo y arrogancia.9 El sentimiento religioso respaldaba y legitimaba la habilidad militar ante un enemigo poderoso. La iniciativa de Génova para concurrir a una guerra en defensa propia era un designio divino pues dios había bendecido a la ciudad.10
La crónica analizada realza el sentido de pertenencia y el orgullo de los genoveses, que concebían su empresa expansionista en el Mediterráneo oriental como respaldada por la voluntad divina. Es así como Oberto Doria y sus sucesores, expandieron los limites enfrentándose a los venecianos en sus propias aguas (Petti Balbi, 2014). El hermano de Jacobo y Oberto, Lamba había participado en Meloria y había combatido contra los pisanos como parte de la Vanguardia en Cerdeña y también en Eubea.
La expedición de los hermanos Vivaldi y Teodosio Doria
En otro apartado de los anales de Génova, se menciona una expedición relatada por Jacobo Doria en el año 1291: Teodosio Doria (sobrino de Jacobo e hijo de Lamba) junto con otros viajeros se aventuraron hacia el mar de Ceuta e intentaron cruzar el estrecho de Gibraltar, algo que hasta entonces tal vez nunca se había intentado en la historia de la navegación.
Teodosio Doria había participado en la batalla de Meloria junto con su padre Lamba Doria, pocos años después creó, junto a los hermanos Vivaldi, una asociación de armadores de galeras cuyo objetivo era navegar en búsqueda de nuevas rutas hacia las Indias que facilitaran la inserción comercial (Pertz, 1859).
“Tedisio Doria, Vivaldi Ugolino y su hermano, junto con algunos ciudadanos de Génova, iniciaron (en 1291) una expedición que hasta entonces nadie había intentado. Dispusieron dos galeras de manera espléndida. Tras abastecerlas con la provisión de agua y otras necesidades, se dirigieron, en el mes de mayo, por el estrecho de Ceuta a fin de que las galeras pudieran navegar por el mar océano a la India y regresar con útiles mercaderías. Los dos hermanos mencionados fueron ellos mismos en los barcos, y también dos frailes franciscanos; todo lo cual verdaderamente asombró a aquellos que fueron testigos, así como a los que oyeron hablar al respecto. Después que pasaron por un lugar llamado Gozora no se ha recibido ninguna noticia segura de ellos. Que Dios vele por ellos y los traiga sanos de vuelta” (Pertz, 1859, p. 335)11
Las dos galeras “Sant’ Antonio” y “Alegrancia” eran propiedad de Teodosio Doria, quien las había comprado anteriormente con otros asociados. Estas iniciativas privadas, estaban respaldadas por el poder político de los Doria en la comuna de Génova ya que por entonces Lamba Doria consolidaba su poder en el almirantazgo junto con su sobrino Conrado. El Atlántico hasta entonces desconocido, ya había aparecido en el horizonte genovés, ya que los ligures, sin saberlo, formaron parte del historial de expediciones que llevaron primero a la costa de África, a las islas Canarias y transitivamente hacia América dos siglos más tarde. Este evento cobraría importancia más tarde pues sería mencionado por Giustiniani en 1537,12 lo que refuerza el interés histórico para los intelectuales de Génova por la historia de su tierra, cuando Andrea Doria asumía la conducción política de la ciudad en su alianza con Carlos V.
Jacobo Doria apreció este viaje como motivo de orgullo no solo para quienes formaron parte de las tripulaciones intervinientes sino también para quienes habían oído acerca de él. Tal empresa no fue una expedición comercial corriente, sino que contenía un afán de trascendencia que implicaba no solo la apertura de nuevas oportunidades de negocios sino de ampliar además el conocimiento de nuevas rutas. La invasión y la caída de la ciudad San Juan de Acre, último bastión de la cristiandad en Oriente en el mismo año de 1291 supuso un golpe para aquellas asociaciones mercantiles genovesas que se habían nutrido de las oportunidades abiertas por las Cruzadas, ya que se perdieron los puertos de abastecimiento.
Dado que numerosos historiadores informaron acerca del viaje, sobre todo aquellos que tuvieron contacto con los anales de Jacopo Doria, es frecuente encontrarse con narraciones con errores de transcripción y confusión en cuanto a las regiones. La región de Gozora mencionada en el relato de Jacobo Doria es la traducción de la Getulia romana, que abarca desde el estrecho de Gibraltar hasta el Cabo Bojador (Quartapelle, 2018). De acuerdo a lo que se conoce a través de la historiografía, la expedición de los hermanos Vivaldi navegó por el cabo de Juby en Marruecos, para luego avizorar las costas de las islas Canarias, y desviarse por las islas del Mogador, donde los escritores pierden la certeza de su paradero, aunque algunos testimonios indican que llegó hasta el cabo de Guinea.
Sin embargo, los datos sobre Teodosio Doria son aislados e inconstantes a la sombra de su célebre padre y de los Vivaldi, quienes capitanearon la expedición. Algunos autores afirman que la Allegranza se separaría de las dos galeras de los Vivaldi y se dirigiría hacia Rumania con Teodosio. No se sabe a ciencia cierta si éste participó en calidad de financista o se involucró como tripulante en el viaje. Según la colección de textos reunidos por Michel Vergé Franceschini y Antoine Marie Graziani Teodosio Doria, nunca abandonó Génova con la tripulación de los hermanos Vivaldi (Vergé Franceschini y Graziani, 2001).
El viaje financiado por Teodosio forma parte del auge y dominio de los Doria en la comuna de Génova, coincidentemente con una época en la cual la familia siembra las bases de su prestigio social y político que se traduce materialmente en poderío económico y trascendencia cultural. No es por azar que para varios historiadores estas expediciones formen parte de los antecedentes directos del descubrimiento de Islas Canarias y de los viajes de Colón, pues constituye un hito en la historia de la navegación.
El viaje de los hermanos Vivaldi aparece constantemente como antecedente de la expedición de Lanzrotto Malocello a Canarias y que incluso llegó a influir en la cartografía de la época (Licata, A. 2012)
La batalla de Curzola hito en la expansión genovesa hacia Oriente
Independientemente del destino de su hijo Teodosio, Lamba Doria consolidó su posición militar y política tras la muerte de su hermano Oberto y condujo las flotas genovesas en vísperas de la batalla decisiva contra los venecianos en Curzola. De nuevo las fuentes, describen el avance genovés confiando en el favor divino y en la convicción de que sus avances que su avance hacia oriente estaba amparado por una causa justa.
No se conocen muchos escritos de los contemporáneos sobre la guerra de Curzola, solo es mencionada por la crónica de Jacobo della Voragine, obispo de Génova hasta el año 1298, quien asumió la misión de mediar entre los güelfos y gibelinos y era emisario de la Santa Sede. Por otro lado, Marco Polo seria testigo de esta batalla y tomado prisionero en Génova, y redactó algunas partes de su libro en la prisión de la casa de San Giorgio.13
El navegante veneciano expone en el prólogo de su libro:
“Yo, Marco Polo, habitante de Venecia, voy a contar en este libro las cosas maravillosas que vi del mundo, especialmente de las regiones de Armenia, Persia, India y Tartaria, así como de otras muchas regiones lejanas. Estas historias las escribí estando preso en la ciudad de Génova en el año de 1298, las dividí en tres partes, y todo lo que vi y otros me contaron es verdadero” (Polo, 1298, p. 10)
También se ha explorado una selección anónima de un poeta genovés, al que los historiadores conocen como “el poeta anónimo”, quien comenta que en las batallas de Lazaio y Curzola, Dios estuvo de parte de Génova, sosteniendo su flota, resaltando la virtud y la piedad como atributos de los almirantes genoveses. En contraposición, el poema demoniza a los venecianos, como autores de númerosas atrocidades (Ruíz Domènech, 1992; Peti Balbi, 2014).14 Al poeta anónimo, en la literatura se lo describe como un hito de la cultura popular de Génova, al punto de compararse con el mismo Dante Alighieri.
Giovana Peti Balbi, estima que los venecianos hicieron un uso del testimonio de la batalla de Curzola, más ligado a la propaganda política y orientado a destacar la pericia militar acorde a los hechos y a la crónica del mismo Jacobo della Voragine, mientras que el poeta anónimo pone el énfasis en el favor divino y en la justicia de victoria de los genoveses por sus méritos, pues los venecianos habían roto sistemáticamente la tregua y rechazado la reconciliación. La divinidad habría manifestado su veredicto ante Lamba Doria, mediante una profecía (Peti Balbi, 2014).
El libro de Georg Caro recupera una parte de los acontecimientos a partir de una reconstrucción pormenorizada de fuentes escritas y la recopilación de otros autores del siglo XIX, mediante una descripción narrativa y episódica que no obstante conserva su utilidad.
La batalla de Curzola es el corolario de la travesía de una flota hacia Sicilia, donde se encontraron Lamba y Conrado Doria, con fondeos en Portovenere y Messina, para finalmente contonear a la costa de Dalmacia hasta llegar al encuentro de las tropas venecianas (Caro, 1895).
Lamba Doria asumió con su sobrino Conrado, y el apoyo de Sicilia la misión de enfrentar a la flota veneciana, en inferioridad numérica: los venecianos contaban con 97 embarcaciones y los genoveses, unas 78 galeras. Al contrario de lo que afirman las versiones más exageradas de los contemporáneos, la batalla fue cuidadosamente planificada por los capitanes, dada la desventaja numérica y dejando espacio para esporádicas retiradas. De acuerdo con Georg Caro, los venecianos se vieron encerrados entre las líneas de la armada genovesa por lanzarse precipitadamente al flanco derecho. Las pérdidas también afectaron a Génova que venció en la contienda, liberando la ruta veneciana hacia Oriente.
La mayoría de las embarcaciones fueron saqueadas e incendiadas, junto con algunos de los prisioneros pues según Georg Caro, Lamba Doria estaba apremiado para emprender el regreso por la posibilidad de un levantamiento de los güelfos en el interior de Génova.
Estos eventos traerían aparejada la versión de la conformación de una rama de los Doria, ligada al apellido como representantes de las máximas magistraturas de Génova y, por otro lado, a la del triunfo militar heroico de los antepasados junto a la glorificación de la familia. Desde el retorno de la flota a Génova se comenzó a promocionar la victoria y rendir homenaje a Lamba Doria, recompensándolo con bienes y un palacio en el mismo distrito en el cual se erigía la iglesia de San Mateo, un edificio que caracterizaría la celebridad de esta rama hasta bien entrada la Edad Moderna.
Las victorias de Meloria y Curzola fueron funcionales a la expansión económica al abrir nuevos mercados y consolidar rutas más eficientes hacia las incipientes colonias en Oriente, y, por otro lado, dar sustento político a una parte de la oligarquía urbana y establecer jerarquías dentro del patriciado. Además, a diferencia de Meloria, Curzola no fue aprovechada para legitimar la lucha entre güelfos y gibelinos, pues a diferencia de Pisa (fuertemente domina por la facción güelfa) y de Génova, Venecia había controlado y purgado a los bandos de su interior.
Por otro lado, como varios de sus familiares directos Lamba Doria tendría un reconocimiento no solo dentro de Génova sino también en la cultura popular italiana y el surgimiento de la literatura, representados por Dante Alighieri y otros literatos.
Reconfiguraciones del pasado medieval durante la Edad Moderna
Durante los siglos XVI y XVII, la alianza y el pacto entre Carlos V y Andrea Doria, y su rol para la pacificación y reordenamiento del orden nobiliar en la ciudad de Génova, recoge y reconfigura implícitamente la tradición medieval y la celebridad de los antepasados.
El Renacimiento y la edad moderna trajeron consigo la proliferación de autores que se dedicaron al estudio del pasado al mismo tiempo que eran participes de la política genovesa. Giustiniani se hacía eco del célebre pasado de los Doria a fines del siglo XIII, tanto en lo que concierne a Meloria como a los viajes de Teodosio aparecen mencionados en su escrito sobre la nobleza cívica de Génova.
“Este año (1291) Tedisio D’Oria y Ugolino di Vivaldo, con un hermano suyo y algunos otros, intentaron hacer un nuevo viaje nunca antes intentado, el de ir a las Indias navegando hacia el poniente. Abastecieron dos galeras con todo lo necesario y llevaron consigo a dos frailes de S. Francisco; y, salidos del Estrecho de Gibraltar, navegaron hacia las Indias, pero después no se ha tenido ninguna noticia. A esta navegación se refiere Cieco di Ascoli en el Comentario a la Esfera de Sacrobosco” (Giustiniani, 1537, p. 492)
Como afirma Alberto Quartapelle muchos de los datos de Giustiniani fueron tomados como inexactos por los historiadores posteriores, aunque, sus escritos tenían como objetivo la legitimización de una nobleza cívica amparada en el glorioso pasado de cada uno de los miembros y no tanto la reconstrucción minuciosa de los acontecimientos.
Al unísono la bitácora de una expedición de Antonio Ususmari en 1455 escrita por un participante de la expedición es donada a la Universidad de Génova por el literato Federico Federici en el siglo XVII, quien también escribió sobre el origen de los Doria. Ambos letrados estaban interesados en consolidar la historia de aquellos linajes genoveses que tuvieron protagonismo militar en la grandeza de la República.
No obstante, Federici mantuvo una posición menos propagandística sobre el origen de la familia Doria, al dudar abiertamente de que su linaje descendiese de los vizcondes de Narbona. Además, Federici realzaba el rol de Lamba Doria en la historia de Génova, poniendo énfasis en la gloria alcanzada por éste durante la batalla de Curzola:
“Lamba Doria hijo Petri al mando de 78 galeras contra los venecianos y de los victoriosos a pesar de que tenían 97 galeras en que Scurzola tomó en 1298, tanto más glorioso cuanto que, al arrojar al mar a su propio hijo muerto, el victorioso hizo sepultar a sus enemigos vencidos; fue elegido Capitán y Señor de la República en 1298; destinado a la admiración de 40 galeras para el emperador Enrique 1312; General de 1.500 hombres de armas y 15.000 peatones para los Doria y Grimaldi contra los Spinoli y almirante de 70 galeras en ayuda del rey de Nápoles 1314; compró Santo Stefano en Riviera di Ponente 1315 y fue su Gran palacio de Génova liberado a perpetuidad y enterrado en un arca en la iglesia de San Mateo” (Federici, 1659, pp. 24-25)
Federici, no solo resalta aquí la épica de la batalla de Curzola sino también la piedad de Lamba Doria para con los venecianos al darles sepultura a los muertos. Además, de acuerdo con Federici, en la misma batalla, Ottaviano Doria hijo de Lamba fue asesinado, y por instrucción de su padre, su cuerpo fue arrojado al mar, pues se consideró más honorable, para continuar luego dirigiendo las fuerzas navales durate la batalla (Lercari y Doria Lamba, 2023). Federici es quien atribuye a Lamba Doria el estatuto de leyenda y de epopeya por su componente infausto. Los restos de Lamba Doria descansan en la iglesia de San Mateo, lugar de referencia en el distrito que supo identificar a la familia, y en donde una inscripción en latín hace referencia directa al triunfo en la batalla de Curzola.
Tanto Giustiniani como Federici fueron completamente autores funcionales a las nuevas necesidades del patriciado de Génova de encontrar nuevas fuentes para reivindicar su posición hacia el interior de la sociedad coherentes con el refuerzo del rol del patriciado en la Edad Media y Moderna.
La batalla de Curzola es reivindicada por los genoveses como clave para el avance genovés en oriente, a diferencia de la batalla de Meloria respecto a la cual, los miembros de la familia optaron por una reconstrucción más iconográfica que cronística. Los retratos de Conrado Doria, por Antón Van Dyk es parte de la colección privada de la familia desde el siglo XVI. En la misma colección, destaca la obra de Gioachinno Assereto con un retrato de Lamba Doria, datado de 1633, realizada en el mismo año en la que su descendiente Giovanni Stefano Doria fue electo dux de Génova. Además, destaca una pintura en el techo del Palacio Doria D’Angri en Nápoles, obra de Fedele Fischetti en 1782, que intenta reflejar el regreso triunfal de Lamba Doria a Génova, con sus prisioneros, amparado en la divinidad.
Se le suman los retratos de aquellos miembros de la familia con una notoriedad en Génova por obras de mecenazgo. Andrea Doria fue retratado en varias ocasiones entre ellas destacan el retrato de Sebastiano del Piombo de 1526, y otro personificando a Neptuno, ejecutado por Angelo Brozzino en 1545, dando una clara muestra de la filiación de los Doria como hombres de mar. En la colección de Davide Papalini destaca el retrato del dux Nicoló Doria y su hermano de Agostino Doria, también dux de Génova entre 1601 y 1603 y de Giovanni Stefano Doria en 1633-1635, aunque sus autores son anónimos. También se conocen varios retratos Carlo Doria del Carreto, heredero del duque de Tursi y príncipe de Menfis por su participación diplomática en Viena, y su inserción en la nobleza castellana como miembro del consejo de Estado de Felipe IV.
Jerome David, realizó los grabados de los escudos de las familias y albergos pertenecientes a la nobleza comprendidos en el libro de Agostino Frassone Nobilita di Génova de 1636, entre ellos, el de la familia Doria.
Bartolomé Yun Casalilla reconoce que la circulación del arte fue un fenómeno propio de las noblezas, causa y efecto de un vínculo cada vez más estrecho entre cada una de las cortes europeas. Los patriciados urbanos de la península itálica fueron susceptibles a las pautas de sociabilidad cortesana y reforzaban su posición mediante el mecenazgo y el afán coleccionista. (Yun Casalilla, 2008). Al mismo tiempo, las elites italianas se vieron rápidamente identificadas con un estereotipo cultural ligado al coleccionismo literario y artístico herederos de la tradición humanista iniciada por Petrarca, Dante Alighieri y Bocaccio en el siglo XIV. Los modelos y técnicas en pintura y escultura de las ciudades estados en la península itálica fueron exportadas a otras cortes de Europa, junto con numerosos artistas y letrados que complementaron la cultura en otros territorios.
Los genoveses fueron particularmente activos en adquirir estos usos y costumbres, pues destacaban por su buen gusto en el arte y en las letras e incluso exageraban estas tradiciones al ser ajenos a los criterios de nobleza propias de reinos como Castilla o Francia.
Durante los siglos XVI y XVII, como parte de la tradición que se remontaba al Renacimiento y al barroco europeo, los miembros de la familia Doria Lamba erigieron a sus antepasados como protagonistas de la época dorada de la comuna de Génova, nutriéndose del pasado medieval de su familia la cual contaba con políticos, almirantes, militares y cronistas.
En consonancia con este proceso de ennoblecimiento historiográfico en 1569 la familia Doria define y entrega su genealogía oficial al Senado de Génova, en la época de reordenamiento de aquellos patricios genoveses involucrados al servicio de la Monarquía Hispánica,15 dos años antes de la batalla de Lepanto, en la cual la contribución de los Doria fue fundamental para la provisión de naves acordes a las exigencias de una batalla naval. Destacó particularmente en ello la participación de Nicoló y Agostino Doria.
La construcción y fijación de una genealogía oficial marca un proceso activo de selección e interiorización de un pasado identificado con un periodo histórico de auge del lugar de origen y que tenía importancia en la vida política de la ciudad. Los Doria se identificaban en función de los cargos que ocupaban, y se amparaban en su posición social dentro del patriciado urbano.
De la mano de este proceso los Doria Lamba renovaban su protagonismo político en las principales magistraturas de la ciudad, siempre presentes en el senado de Génova, ocuparon de manera frecuente la magistratura de dux desde el siglo XVI: Giovani Battista Doria en 1537, Nicoló Doria seria electo en 1579, así como su hermano Agostino en 1601 y su hijo Gio Stefano en 1633.
La genealogía de los Doria hace explicito una selección, una revisión, un ordenamiento y una reconfiguración de aquellos miembros célebres del pasado de Génova que componían una identidad forjada a lo largo de los siglos, ligando a los Doria al ejercicio naval, militar y político al servicio de la República de Génova, proyectándola no solo al interior de su grupo de pertenencia nucleado en el albergo, sino también hacia las demás familias patricias. Para los Doria su historia es inseparable de los años de florecimiento de la comuna reivindicando su pasado medieval al propio tiempo, consagrando una heráldica y situando su protagonismo en muchos de los eventos que definieron la historia de Génova.
Conclusiones
En las edades Media y Moderna, los Doria construyen una trascendencia casi mítica en la historia de Génova, comparable a otras familias privilegiadas de las ciudades-estado italianas como los Medici, los Sforza o los Gonzaga. No obstante, podemos observar un claro interés por sus orígenes y en su protagonismo político, militar y económico en los últimos años del presente siglo. Ello se manifiesta no solo los descendientes de su extenso abolengo sino también por parte de los historiadores genoveses sino también medievalistas, modernistas e hispanistas en general.
Ciertamente, la notoriedad alcanzada por varios miembros de la familia ofreció la posibilidad de comprender las prácticas y las dinámicas de las noblezas, de las oligarquías y patriciados urbanos durante el Antiguo Régimen aplicadas en pos de la conquista y legitimación de su poder.
Además, la dispersión de las familias genovesas y su ampliación se debe al uso mancomunado del apellido, cognomitatum, y de la heráldica, conceptos que definen al albergo, permitiéndole incluir nuevos miembros mediante el parentesco ficticio, la posibilidad nutrida por sus dependientes y los vasallos de la parentela y ligándolos a un espacio de influencia dentro de la ciudad favoreciendo la concentración del patrimonio entre sus habitantes.
El albergo permite explicar el apellido tanto por la consanguinidad como por la pertenencia a una red de relaciones mucho más amplias ligadas al patronazgo y al clientelismo, tan características de los entramados urbanos italianos.
Estos rasgos fomentaron la rápida acumulación económica del patriciado genovés como agentes económicos privilegiados de las monarquías europeas, pues sus raíces están directamente vinculadas a la expansión occidental hacia oriente durante las cruzadas, a las colonias genovesas en el Mar Negro y, por fin, a su transición hacia el sistema atlántico, a través de las comunidades genovesas en la península Ibérica y en Canarias, cuyo potente impacto llega a América de diversas maneras.
Los negociados de la familia Doria, durante la modernidad, permite vincularla tanto a las operaciones crediticias, como al comercio y a la industria naval y textil, todas ellas actividades que tenían una profunda raíz medieval visibilizadas por el protagonismo militar alcanzado como almirantes de la flota de la República de Génova. La identificación de sus miembros con el almirantazgo, posición relacionada con la responsabilidad de capitanes de expediciones de descubrimiento y la de generales de guerra, trasciende al propio Andrea Doria y lo vincula a sus antepasados Oberto, Lamba y Conrado Doria.
En consonancia con tales ambiciones los Doria Lamba, optaron por crear su propia rama de la genealogía al identificarse con el periodo de auge comunal entre 1270 y 1298.
Encontramos ya en estos tiempos a miembros como Jacobo Doria, dispuestos al estudio del pasado y a relatar los eventos contemporáneos que protagonizaron sus parientes directos, ligando de modo inmediato la historia de su familia a la grandeza de Génova. La elección de los eventos de la batalla de Meloria y su crónica del viaje de los Vivaldi, revisten una gran importancia pues liga su estirpe a la victoria, aludiendo también a la gracia de dios que le otorga a la guerra la legitimidad de una causa justa.
La fama de Lamba Doria alimenta esta identificación, pues trasciende los límites de Génova, promocionados por los mecanismos propagandísticos que ya estaban practicados en la Edad Media. El triunfo militar alimentaba al comercio de los vencedores y conllevaba privilegios, tanto de entidades políticas como de los miembros del consejo genovés, quienes le otorgaron un palacio vecino a la iglesia de San Matteo, templo patrocinado por los antepasados de Lamba.
Particularmente, la profesión como financistas no fue tan destacada en la Edad Media como durante la modernidad. El vínculo económico aparece revestido por relaciones personales como la amistad, el servicio, el padrinazgo y el clientelismo conceptos que emulaban el vasallaje y que se cristalizaban en intercambios de don y contra don. La punibilidad de la usura durante el Medioevo ciertamente introdujo un sesgo negativo en las actividades financieras que se iría licuando en los siglos posteriores, aunque ciertamente no perturbó a la acumulación del patrimonio de los Doria durante aquellos siglos.
Con el paso del tiempo los Doria, irían aliándose con diferentes miembros del patriciado y con diversas familias nobles de diferentes regiones, lo que les permitió elevar su posición y también legitimaba a sus parientes políticos enlazados mediante el matrimonio. Esto permitía acumular y multiplicar su patrimonio pues cada matrimonio conllevaba una dote, tierras y bienes.
Durante el siglo XVII, Giovani Stefano Doria hacía gala tanto de su poderío político como de su capacidad económica, combinando el ejercicio del poder con una amplia red de socios y testaferros como lo fue su sobrino Nicolás Salvago, que le permitían articular sus negocios financieros que se hacen visibles al momento de cobrar las deudas en los territorios de la Monarquía Hispánica.
Por otro lado, la conservación de una amplia parte del material bibliográfico y de fuentes escritas deviene directamente de esta concentración patrimonial, pero también las obras de arte y los bienes resguardan aún ese capital simbólico que supo legitimar a la condición adquirida por sus miembros tanto en el pasado como en el presente. La identidad y la conciencia de la estirpe favorecen también el afán coleccionista, que se puede valorar a través de los inventarios detallados de cada uno de ellos. Aunque una parte del capital se pierde políticamente por los propios procesos de emancipación, el apellido prevalece y es un foco del interés para los investigadores y estudiosos.
Fuentes
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Notas
Recepción: 03 septiembre 2024
Aprobación: 05 diciembre 2024
Publicación: 02 enero 2025