Reseñas
Diego Ceruso (2023). El nudo gordiano. El Partido Socialista argentino y el movimiento obrero en los años treinta. Ciudad autónoma de Buenos Aires: Grupo Editor Universitario, 126 páginas
La historia del Partido Socialista (PS) argentino, desde fines del siglo XIX y hasta, al menos, la primera mitad del siglo XX, es sin dudas un mojón ineludible para cualquier historia social, política y cultural que contemple la presencia obrera y popular en aquellas décadas. El libro de Diego Ceruso refleja este hecho colocando el énfasis en una intersección que había sido poco explorada de forma específica y desde una mirada de conjunto para los años 30: la referida a los vínculos del PS con el movimiento obrero. La intención de la investigación no es descriptiva, sino que aborda un problema/hipótesis que atraviesa la lógica del texto: mientras el PS logró desplegar de forma más o menos constante su actividad en la esfera parlamentaria, logrando conquistas en la legislación obrera, en el incentivo del cooperativismo, o en la promoción de una cultura política anclada en una extensa elaboración teórica que hundía sus raíces en la idiosincrasia de su fundador, Juan B Justo; su anclaje en el mundo gremial fue mucho más conflictivo, inconstante, sujeto a permanentes tensiones y rupturas partidarias. ¿Por qué un partido que contaba con decenas de afiliados insertos durante décadas en el mundo gremial, que habían alcanzado espacios de conducción en los principales sindicatos del país y en las centrales que dominaron el mundo del trabajo, encontró obstáculos y dificultades para vincularse con el movimiento obrero? Este interrogante constituye el nudo gordiano que da nombre al título del libro.
Investigaciones de referencia para la historia obrera en aquel periodo como las de Hiroshi Matsushita, Julio Godio, Joel Horowitz o Hugo del Campo, entre tantos otros, habían abordado y señalado la presencia socialista como un actor fundamental en la conformación de la Confederación General del Trabajo (CGT), su dinámica, sus rupturas y sus orientaciones en aquella década. También había sido indicada la vinculación entre algunos cuadros y militantes socialistas y la configuración que adoptó la relación del movimiento sindical con el Estado a partir de junio de 1943. En este libro la mirada del fenómeno adopta un nuevo ángulo. Se trata de una observación posada sobre las concepciones, orientaciones, debates doctrinarios y políticos que atravesaron al socialismo como una organización partidaria en la cual la presencia de los trabajadores representó una parte de su identidad desde sus orígenes. Pero también una mirada desde el impacto que tuvieron las dinámicas gremiales, el propio desenvolvimiento de los miembros proletarios del PS, en aquella organización. En ese ida y vuelta entre historia social y política, se descubren las tensiones, contradicciones y dificultades para dar una forma estable a aquel vínculo.
En este sentido, El nudo gordiano, que sintetiza y compagina varios años de investigación sobre esta temática, se adentra en distintos niveles de análisis. Por un lado, se observa la dinámica desde las cúpulas partidarias, las definiciones del Comité Ejecutivo (CE) del PS, los Congresos partidarios y las instituciones específicas que abordaron la cuestión obrera, como la Comisión Socialista de Información Gremial (CSIG). Por otro lado, se analizan las trayectorias específicas de algunos gremios y sus militantes vinculados, afiliados o simpatizantes del socialismo. Entre ellos, el libro se detiene en los casos de los municipales, con la gravitante presencia de Francisco Pérez Leirós, los gráficos, atravesados por la existencia del ala “izquierda” del PS, luego organizada en el Partido Socialista Obrero, en los textiles, donde los socialistas debieron disputar la hegemonía con militantes del Partido Comunista, y en la ineludible Unión Ferroviaria, columna vertebral del sindicalismo de la época. Además, un eje transversal que incorpora el libro en este análisis, representando uno de sus aportes más valiosos, es la presencia femenina en algunos de aquellos gremios, que complejiza el análisis, pues el abordaje sobre la problemática de género, los estereotipos y prejuicios que atravesaron a las trabajadoras en aquellas organizaciones, estuvieron particularmente asociadas a las elaboraciones teórico-políticas del socialismo.
La búsqueda permanente de la investigación está en hallar los vasos comunicantes entre estas distintas dimensiones del vínculo: ¿Cómo buscaron influir las cúpulas partidarias en la acción de sus afiliados obreros? ¿Desde qué mirada abordaron el mundo proletario? ¿Qué relación buscaron tender los dirigentes sindicales socialistas con el partido? ¿Cómo influyeron en esta interacción las definiciones teóricas y políticas sobre la cuestión de la prescindencia gremial y la relación entre “lo sindical” y “lo partidario”? ¿Cómo se articularon las nociones sobre la maternidad, el rol de las mujeres y las concepciones sobre “lo femenino” en la organización específica de las trabajadoras en gremios de áreas tan disimiles como la enfermería o el trabajo textil?
La respuesta a estas preguntas tiene matices y modulaciones a lo largo del texto, pues la propia década del 30 contó con momentos específicos. Sin dudas la primer gran ruptura de la CGT, en 1935, ocurrida en paralelo a la reincorporación del radicalismo al escenario electoral y al giro comunista hacia la orientación del Frente Popular, dictaminaron un cambio cualitativo en la política del PS hacia el mundo gremial. Las tensiones previas entre la CSIG, el Comité Ejecutivo del partido y algunos cuadros gremiales, que signaron la dinámica de los primeros años de la década, parecieron ceder lugar a un nuevo momento donde el eje ordenador pasó a ser la disputa con los sindicalistas, el comunismo y el ala “izquierda” del socialismo. Ya hacia finales de la década del 30 y comienzos de los años 40, nuevamente el escenario se modificó ganando preponderancia el debate en torno a los posicionamientos respecto de la Segunda Guerra Mundial y sus efectos sobre la economía y la política locales.
Sin dudas el tema de la prescindencia gremial fue uno de los núcleos que co-determinaron aquellos momentos. Pero la temática referida a la “no injerencia” de los asuntos políticos o partidarios en el mundo gremial también adoptó sinuosidades según el gremio. El libro es claro al señalar que la Unión Ferroviaria interpretó la prescindencia desde un lugar muy distinto al que la podían concebir los municipales o las trabajadoras textiles. Su gravitación y peso estratégico en la economía nacional le daba un “juego propio” que implicaba diferencias cualitativas con otros gremios en los cuales la presencia comunista, anarquista o sindicalista tenía mayor relevancia para comprender la vida política del sindicato. A su vez, su principal dirigente desde la segunda mitad de los años 30, José Domenech, tuvo notables niveles de autonomía respecto de la conducción partidaria pese a su posterior afiliación.
A partir de este complejo entramado, Ceruso construye una interpretación de la etapa. Según su lectura, el lento camino que había llevado al PS a posicionarse como una opción reformista en la vida política nacional, habría estado acompañado de un cierto cuerpo de ideas sobre la práctica sindical. Si bien el mismo había sido forjado desde sus orígenes, la década del 30 representó un momento de definiciones, pues la propia dinámica que atravesó al movimiento obrero en aquella etapa (tendiente a canalizar los conflictos de forma institucional mediante la acción estatal o amparada en cierta legalidad) consolidaron aquella doctrina. La misma estaba compuesta de una fuerte susceptibilidad ante la acción huelguística, priorizando la actividad parlamentaria como vehículo para la mejora en las condiciones de vida de la familia obrera, recreando la ilusión de un posible equilibrio entre el capital y el trabajo como fundamento de una sociedad que evolutivamente lograse mayores grados de “civilidad”. Ese corpus implicó una mirada específica sobre la separación de la esfera gremial y política, sobre la actividad parlamentaria y sindical y, más en general, sobre el vínculo entre el partido y la clase trabajadora. Pero si el mismo fue efectivo para trazar ciertas fronteras, careció de elementos para constituir un lazo estable. Tal es así que esa distancia, en el mediano y largo plazo representó de facto un renunciamiento a liderar a la clase obrera en la búsqueda de su autonomía.
Esta interpretación, sin dudas, sugiere una clave de lectura sobre los hechos posteriores a junio de 1943: ¿Fue ese renunciamiento, junto a su activa colaboración en el despliegue de una orientación centrada en la conciliación de clases, en la institucionalización del movimiento obrero y en la idea de que este podía mejorar sus condiciones de vida mediante una serie de reformas parciales un elemento que allanó el camino del peronismo para abrirse paso entre los trabajadores? La pregunta queda flotando en el epílogo del libro, pero acompañada por una constatación: luego de aquel periodo el PS no logró recuperar, en lo sucesivo, aquel lugar central que había conquistado en el mundo del trabajo.
Otros interrogantes que no están explícitos en el texto se podrían añadir a modo de interpelación al libro. Uno de ellos refiere a la presencia del radicalismo como actor político en el mundo gremial. La misma es mencionada para el caso ferroviario como una de las coordenadas para comprender la particular lógica que adoptó la prescindencia en aquel gremio, pero no se llega a tirar de aquel hilo para ampliar el interrogante: ¿Podría pensarse que más allá de la presencia efectiva de afiliados o simpatizantes radicales la existencia de un radicalismo que volvía al ruedo electoral luego de años de abstención (que habían dado al PS la posibilidad de avanzar como nunca en el terreno parlamentario) constituyó una especie de “sujeto tácito” en la actitud del PS respecto del mundo gremial? O planteado de otro modo: ¿Cómo actuó la inocultable tensión por disputar el voto obrero en los discursos y lineamientos de la conducción partidaria respecto del movimiento obrero una vez amenazadas las diputaciones socialistas por el retorno del radicalismo a las urnas? Otra de las preguntas latentes en el libro es la referida a la acción socialista respecto al conflicto obrero o a la lucha de clases. Si bien se señalan sus tendencias a la moderación y su dinámica reivindicativa en varios gremios, ¿podría verse en su actitud hacia los grandes hitos de la conflictividad en el periodo, como la huelga general de enero de 1936 otra de las claves interpretativas de su acción? ¿De qué modo impactó en el PS la posibilidad de una acción obrera independiente que rebalsase los marcos establecidos por la institucionalidad sindical? Explorar estos interrogantes podría representar una continuidad del diálogo abierto por el libro y un movimiento más en el trabajo de desanudar aquel complejo vínculo entre socialismo y movimiento obrero.
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Según la leyenda, cuando Alejandro Magno se dirigía a la conquista del Imperio persa, se detuvo en Frigia, donde lo enfrentaron al desafió de desatar el nudo gordiano. Su resolución fue drástica: lo cortó, llegando a la conclusión de que era lo mismo desatarlo que cortarlo. En este libro la conclusión parece ser la opuesta: el trabajo de desatarlo es ineludible. El ir y venir entre las cavidades que ofrece la interacción entre historia social y política, representa en sí mismo un interés historiográfico en la búsqueda por aportar al conocimiento de la historia de los trabajadores y las izquierdas como actores constitutivos del más amplio nudo que se formaba en la sociedad argentina de aquellos años.
Recepción: 29 Diciembre 2023
Aprobación: 01 Marzo 2024
Publicación: 18 Julio 2024