Dossier
Familias, linajes y poder señorial: aspectos de movilidad y articulación de los entornos rurales a los urbanos en el espacio cantábrico
Resumen: El siguiente trabajo analiza, en forma comparada, las dinámicas de movilidad socio-territoriales que presentan los linajes menores del área cantábrica asociados a la casa señorial de los Velasco (duques de Frías) en función de la centralidad que presentan las ciudades en el espacio septentrional analizando la dinámica de ascenso y movilización de sus descendientes. Para ello se utiliza el análisis de redes y la comparación de trayectorias y recorridos -colectivos y personales- para componer un cuadro dinámico de interrelaciones y movilidad.
Palabras clave: Movilidad; Llinaje; Ciudades; Dinámica de articulación.
Families, lineages and power of the Lord: aspects of mobility and articulation of rural to urban environments in the Cantabrian space.
Abstract: The following work analyzes, in comparative form, the dynamics of socio-territorial mobility presented by the minor lineages of the Cantabrian area associated with the manor house of the Velasco (Dukes of Frías) according to the centrality of the cities in the northern space analyzing the dynamics of ascent and mobilization of their descendants. To do this, the study of networks and the comparison of trajectories and routes -collective and personal- is used to compose a dynamic picture of interrelationships and mobility.
Keywords: Mobility; Lineage; Cities; Articulation dynamics.
Introducción
Los estudios reticulares han mostrado en estas últimas décadas su potencialidad para obtener interesantísimos resultados al investigar las múltiples y complejas interacciones vinculares que vertebraban a las clases dirigentes en las sociedades Antiguo-Regimentales. 1 Los ARS son una forma abstracta de visualizar interrelación dentro de una serie de sistemas, generalmente complejos (J. J. Merelo Guervós, 1992), basados en la capacidad que poseen sus nodos (actors) de establecer interacciones más o menos densas y dotadas de significado, las cuales determinan aristas (connections) que se encuentran expresadas gráficamente por arcos (bows) y que tienen una direccionalidad (unidirectionality or bidirectionality) que se expresan en términos de grafos de mayor o menor complejidad a cuyo ligado -formulado sobre el conjunto total de la red- definimos como sociograma o matriz. En otras palabras: “se puede decir que el formalismo de redes constituye un metalenguaje para la descripción de la estructura” (P. Hage, 1979: 115).
Simplificando extremadamente el problema, las redes adquieren así un tamaño y una densificación a partir del análisis de las múltiples interacciones compuestas en su interior. En este sentido los niveles de escala espaciales son absolutamente determinantes, tanto para el historiador como para el cientista social abocado en la utilización de estos modelos analíticos-representacionales, para definir la viabilidad heurística en la aplicación de los mismos. 2 La densificación de información, producto de una definición de escala territorial concentrada, permite al historiador estudiar con mayor detalle los mecanismos de articulación socio-territorial que presentan estos grupos complejos.
Estos son algunos de los presupuestos de base amplia sobre los que se desarrolla la presente exploración que tiene como objetivo analizar, en un primer momento, el proceso de construcción del entramado de poder señorial llevado adelante por los representantes de la Casa de Velasco en los territorios de Trasmiera y la zona oriental de Cantabria durante los siglos XIV al XV. Formulamos así nuestra primera hipótesis operativa: es el examen del conjunto de intercambios que configuran estas extensas redes señoriales el que nos permite comprender la forma que adquiere la articulación del dominio político territorial, ofreciendo así una imagen dinámica de la construcción del señorío. En un segundo momento analítico, componemos las trayectorias y recorridos que presentan estos agentes señoriales pertenecientes a los linajes menores de la zona oriental y dependientes de la casa de los Velasco. Nuestra segunda hipótesis operativa es la de la participación de aquéllos al interior de la amplia red de administradores señoriales sirve como “trampolín” (springboard) de acceso a otros espacios de la administración, control y gobierno de la monarquía castellana. 3 Hablamos así de un proceso de movilidad -tanto geográfico como social ascendente- que determina la dinámica de promoción de estos linajes menores, especialmente aquellas ramas colaterales sólidamente asentadas en los ámbitos urbanos.
El linaje como unidad de análisis y la “violencia” como catalizador
Como sostiene el medievalista cántabro J. A Solórzano Telechea (2004), podemos decir que los linajes se presentan como la estructura básica de organización familiar que dota de coherencia a los grupos más prósperos e influyentes de la sociedad cántabra desde la baja Edad Media. La familia, el linaje, el grupo, su estirpe son espacios de significación que le otorgan existencia y determinan su lugar dentro de un entramado profundamente jerarquizado que dota de sentido a todas las acciones y conductas de los sujetos. 4 El linaje integraba en su seno tanto a padres, hijos y parientes cercanos, así como también a otros grupos familiares no directos que conformaban sus extensas clientelas unidas, por fuertes lazos de lealtad, a un cabeza de linaje que en el espacio cántabro-vizcaíno recibía la denominación de pariente mayor. 5 La estabilidad que presentaban estas configuraciones asociativas de poder primarias deviene del hecho de que las mismas reproducían valores de solidaridad y cohesión entre sus miembros, que se encontraban así unidos por un patronímico común que les permitía distinguirse del resto de la población. Dichas estructuras linajísticas se nos aparecen establecidas por un fuerte componente territorial y económico, pues eran el instrumento mediante el cual -los grupos dominantes- garantizaban la apropiación de sus recursos. Estos agrupamientos se hallaban profundamente estratificados e interaccionados a su interior, a partir de relaciones verticales de lealtad y participación que se estructuraban en función de relaciones parentales, de vasallaje o de remuneración monetaria.
Sin embargo, los mismos eran también una configuración asociativa de enorme versatilidad y flexibilidad, pudiendo establecer alianzas más vastas que terminaban conformando los llamados bandos linajes y parcialidades movilizados en función de su dependencia política con los parientes mayores. La violencia banderizada se nos presenta como el “catalizador general” en que se inscribe la articulación socio-espacial de estas estructuras linajísticas.6 Dicha violencia respondía a las propias estrategias de reproducción de estos linajes en los diferentes espacios sociopolíticos: los valles, las juntas, las villas, las parroquias, los señoríos, etc., desarrollando así una violencia tanto horizontal como vertical -por lo que podemos considerarla intraestamental- ya que desciende desde los parientes mayores y linajes principales -a través de sus distintas cadenas clientelares y solidaridad- hasta los sectores más humildes de la población rural y urbana. Ello determina que la finalidad de estas asociaciones inter-linajísticas banderizadas sea exclusivamente una: la defensa del patrimonio de los linajes participantes, así como, el incremento de la influencia social y política de estos en los distintos espacios de señorialización donde se desarrollan. La clara supremacía ejercida por la figura del pariente mayor, al frente de estas alianzas, reproduce el esquema de dependencia y sujeción sobre otros “cabeza de linajes menores”, dando por resultado una articulación espacial ampliada centrada en sus clientelas. De esta manera, la lucha de bandos 7 se proyectaba, no sólo sobre el ámbito rural -donde se encontraban sólidamente instalados estos parientes mayores- sino que también abarcaba el interior de los distintos espacios urbanos -donde hallamos sus representantes denominados “parientes menores u ommes buenos de los linajes”- tal como se referencian estos grupos urbanos en la propia documentación. 8 En la crónica banderiza L. García de Salazar (1492 [1999]) las llamadas Bienandanzas y Fortunas, vemos cómo estos hechos de violencia se continúan y trascienden el ámbito estrictamente local de las villas marítimas y sus entornos rurales movilizando el enfrentamiento de los distintos linajes urbanos y rurales en una espiral de violencia homicida que, si bien presentan las características de venganzas particulares, se encuentran también firmemente relacionadas al proceso general de competencia inter-señorial entre los mismos. 9
Podemos afirmar que los espacios locales así operaban como “cajas de resonancia” amplificando y potenciando -a través de la violencia intraindividual- el fenómeno de la violencia banderizada. De esta manera es posible entender cómo para los contemporáneos la misma fuera la “causa de los grandes males” que aquejan a las villas en estos territorios. 10 Los propios informes de los agentes monárquicos hacían eco de la “perturbadora” situación esta espiral de violencia generalizada a la que se encontraban sometidos estos espacios urbanos. En noviembre de 1493, los Reyes Católicos ordenaron al corregidor de las “Quatro Villas de la Costa de la Mar de Castilla” informar sobre las redes de clientelismo generadas al interior de las villas marítimas cantábricas. 11
La eliminación de los enfrentamientos entre los bandos linajes fue la estrategia política seguida por la monarquía. Para lograrlo era necesario apuntar tanto a la dinámica de captación como también a la forma banderizada de regulación política de estos espacios locales. En el año de 1494, los Reyes Católicos prohibieron las “parcialidades, ligas, confederaciones, apellidos y bandos de las villas” obligando a estas poblaciones urbanas a abandonar: “cualquier liga e confederación e bando al que pertenecieran, bajo pena de perder las propiedades y ser desterrado así como damnificador e enemigo de su patria, e destruidor e quebrantador de la paz, e bien común de ellas… (liberando así a los vecinos de las villas) de la promesas, juramentos y homenajes que tuvieran hechos entre ellos, commo entre cavalleros, escuderos y el pueblo común”. 12 Cabe destacar que este conjunto de medidas no sólo apuntaron a la desmovilización de los linajes banderizados al interior del recinto urbano, sino que también tienen como blanco a los propios parientes mayores, obligando a los mismos a no “andar acompañados de otras personas que no fueran sus criados propios.” (J. A. Solórzano Telechea, 2004: 194).
En este sentido podemos entender la importancia que adquieren para estos linajes menores las nuevas vías de promoción abiertas por la alianza entre estas oligarquías urbanas y la corona que permitirán solidificar una nueva articulación de poder que dejaba de lado los díscolos parientes mayores obturando las bases mismas de identificación clientelar y afectando decididamente la reproducción de los bandos linajes garantizando para ello, a las oligarquías urbanas, el control del regimiento y sus espacios jurisdiccionales. 13
De “hidalgos notorios”, agentes señoriales y de la monarquía
Nos centraremos ahora en algunos de estos linajes principales que participan en la red clientelar de dominio político establecida en estos espacios de la actual zona oriental de Cantabria analizando específicamente su dinámica de integración, así como la movilidad territorial y sociopolítica alcanzada. En este sentido me centraré en cinco de estos linajes principales que son: los Arredondo / los Ahedo (Haedo) / los Varado (Alvarado / y los Ibarra (Vega), como ejemplos de estas articulaciones y dinámicas de desarrollo.
Linaje de los Arredondo
Según la documentación proveniente de la casa de Velasco, en los territorios del valle de Ruesga (Trasmiera) el ejercicio de la jurisdicción señorial sobre este valle -juntamente con los de Soba y el de Villaverde- 14 correspondía a un único corregidor señorial. Este representante era, en tiempos de don Pedro Fernández de Velasco II, Ier Conde de Haro, don Juan García de Redondo (o Arredondo). 15 Dicho linaje de los Arredondo poseía su solar originario en el pueblo de ese nombre ubicado en el valle de Ruesga. 16 Muchas veces, la antigüedad de este impide saber si es el linaje el que otorga el nombre al lugar o bien es la locación de donde esta familia toma su apellido. Sin embargo, en el caso de los Arredondo hay menciones tempranas de una antigua locación cercana a Santander que -en tiempos de la invasión musulmana- sirvió de refugio vascones, celtas y godos, y así Arredondo pasó a ser el apellido de diferentes familias que pasaron por allí. 17
Las primeras menciones documentales colocan a los Arredondo participando activamente en las luchas de banderías entre Giles y Negretes 18 en los territorios de Trasmiera. Lope García de Salazar en sus Bienandanzas e Fortunas, refiere a la importancia de los descendientes de dicho linaje. 19
Es posible inferir entonces que ese don Juan García de Arredondo -mencionado profusamente en la crónica banderiza- es la misma persona que estuviera al servicio del poderoso linaje de los Velasco. Tenemos datos que concuerdan con ello, por ejemplo, en el reconocimiento de la deuda que mantiene el “concejo” y “hombres buenos de Lorza y Socueva del valle de Ruesga” con los Velasco, correspondiente al pago de “los pechos y derechos” señoriales de estas poblaciones. 20 De igual forma encontramos menciones a la participación con su parentela en los en los múltiples conflictos en la región e inscriptos en la lucha de bandos, así como en diversos pleitos impulsados contra representantes de este linaje con vecinos de las poblaciones ubicadas en estos espacios de Trasmiera. 21
Otros documentos hacen referencia a la relación de algunas de las ramas colaterales de este linaje como miembros de la red de agentes señoriales de los Velasco vinculados matrimonialmente entre sí. 22 Lo cierto es que de este tronco primario de los Arredondo ubicado en Ruesga se irán estableciendo y formando -con el paso del tiempo- distintas casas sobre las ramas colaterales del linaje en Riva, Ogarrio o Bárcena de Cicero ( todas ellas localizadas en la merindad de Trasmiera) y que siempre tomaron como solar principaly originario a los Arredondo de Ruesga. Desde dicho espacio de la “Montaña” representantes de esta familia pasarán posteriormente al Nuevo Mundo repartiéndose así en diferentes lugares de la América española.23
La propia difusión heráldica se nos presenta como una prueba más de la centralidad que adquieren estos solares originarios trasmeranos. Los escudos de armas que presentan estas ramas del linaje de los Arredondo varían según los distintos lugares, pero suelen aparecer con elementos claves identificatorios con referencia a la rama principal: “campo de gules, torre de plata, doncella natural, peñas naturales sobre ondas de plata y azur y dos leones de oro. La bordura de azur con veneras de plata”. 24 Siguiendo el patrón de difusión territorial de esta eráldica en los valles trasmeranos y apoyándonos en la información proveniente de los expedientes de caballería de la Orden de Santiago podemos colegir -como consta en el informe presentado por don Alonso Manuel de Arredondo y Arredondo- 25 que existían primigeniamente tres casas solariegas antiguas de dicha familia en el lugar de Arredondo, todas ellas entroncadas al mismo solar originario.26 Una de esas casonas antiguas de los Arredondo se encontraba junto al río, ubicada “en el puente de Lastra”, la misma aparece descripta en el expediente de la Orden de Santiago del coronel de milicias en México, don Fernando Ventura de Arredondo, natural de la localidad de Barruelo.27
Otro dato significativo para tener en cuenta es que todas estas ramas de los Arredondo en Ruesga se encuentran asociadas, primigeniamente, al apellido de los Agüero. Éste fue el linaje principal en los valles trasmeranos hasta la llegada de los Velasco, de esta manera es posible inferir que este linaje Arredondo reconocía, en sus comienzos, como “pariente mayor” a los representantes principales del linaje de los Agüero, con los cuales terminaron emparentándose y que, posteriormente, pasaron a formar parte del bando linaje encabezado por los Velasco. Lo que no cabe duda es que estos últimos mantuvieron a los descendientes de los Arredondo en alta estima, reconociéndoles así un lugar preferencial como una de las familias principales en estos valles de Soba, Ruesga y Villaverde. Sus ascendientes aparecen desde temprano asociados, en la documentación de la casa ducal de Frías, a importantes oficios de justicia y administración señorial sobre estos territorios y poblaciones en su conjunto. Podemos decir que en estos espacios señorializados, los Velasco sostuvieron el derecho de nombrar por sí mismos los delegados de justicia 28 optando por la fórmula de un sólo corregidor señorial general representando, en este caso, por los herederos y descendientes del linaje de los Arredondo y auxiliado por un teniente corregidor para cada uno de los valles. En el Archivo de la Nobleza figura también documentación que da cuenta del importante lugar y reconocimiento que seguían ocupando los descendientes de este linaje de los Arredondo en la estructuración del aparato señorial de los Velasco en estos espacios, aún para fechas tan tardías para este seguimiento como los siglos XVII 29 y XVIII. 30
De igual forma, la proyección territorial de las distintas ramas del linaje de los Arredondo nos permite visualizar la importancia que tenía para los Velasco la participación de éstos dentro de la estructura de dominio señorial para el control y administración de estos valles. De la antigua casa solar ubicada en la Atalaya -dominante en el valle de Ruesga- desciende la rama colateral de los Arredondo que se instalada en el lugar de Ogarrio, de donde es originario don Diego García de Arredondo Hano, del cual tenemos referencias que datan de finales del siglo XVI, participando como familiar del Santo Oficio de la Inquisición y emparentado con el solar originario a través del matrimonio con doña Leonor de Arredondo y González, natural de Ruesga, e hija de don Juan García de Arredondo, el corregidor señorial, y de doña Catalina González de Ruesga. De esta unión -que fortalece la rama colateral de los Arredondo de Ogarrio- conocemos tres hijos legítimos: Diego 31 , Juan y María de Arredondo y Arredondo, terminando, ésta última emparentada matrimonialmente con la rama de los Arredondo de Riva.
La otra línea del linaje, descendiente del solar originario en la localidad de Arredondo y entroncada con los Agüero, es la representada por don Diego de Arredondo y Agüero casado con su prima, doña Leonor de Arredondo, también natural del valle de Ruesga. 32 Los descendientes de esta rama son los llamados Arredondo de Barruelo quienes se trasladarán a América -hacia principios del siglo XVIII- tal como describe el expediente de don Fernando Ventura Antonio de Arredondo y Rioseco, 33 bautizado también en Barruelo en el año de 1726.
Otra línea de la casa ubicada en el lugar de Arredondo, que también enlaza con los Arredondo en Ogarrio, proviene de la figura de don Pedro García de Arredondo, quien contrajo matrimonio con su prima, doña Lorenza de Arredondo. Los descendientes de
esta línea colateral terminó finalmente asentándose también en Ogarrio, teniéndose noticias de dos de sus hijos, don Andrés 34 y Pedro García de Arredondo y Arredondo. 35
Finalmente, el solar de los Arredondo de Bárcena de Cicero tiene su origen en la figura de don Pedro de Arredondo, abogado del Consejo Real, natural de Arredondo, quien contrajo matrimonio, en el año de 1581, con doña Catalina de Oceja y Alvarado (hija de don Francia de la Oceja y Sainz del Valle y de doña Catalina Fernández de Alvarado) descendiente del linaje de los Alvarado, 36 de la antigua familia con solar en Secadura, Merindad de Trasmiera.
Como es posible observar, podemos afirmar que a partir de los reinados de Carlos V y Felipe II, esta baja nobleza o nobleza secundaria entra al servicio real emancipándose, en gran medida, del poder señorial. Un buen ejemplo de ello lo constituye la rama del linaje que conformó la casa de los Arredondo de Riva.
Linaje de los Aedo (Ahedo / Haedo)
En el valle de Villaverde de Trucios 37 el linaje de los Arredondo se encontraba asociado con otra familia de antiguos “hijosdalgo notables” que eran los Ahedo. Esta antigua familia tiene su primitivo tronco en don García de Aedo, quien acompañó las huestes del rey Don Pelayo 38 . Su solar originario se ubica en el lugar de Ahedo 39 , del valle de Carranza, en el actual partido judicial de Valmaseda en Vizcaya. 40
Una versión posterior del origen de este linaje -que data de comienzos del siglo XVII- aparece en la obra Topografía e historia general de Argel, 41 dedicada al obispo de Palermo don Diego de Haedo, que llegaría a ser Presidente y Capitán General del reino de Sicilia nombrado por Felipe II en los últimos años de su reinado, obra escrita por su sobrino, el benedictino Diego de Haedo, abad de Frómista (Palencia), para el día de Navidad de 1605, como una alabanza a su tío, donde resalta su solar y noble cuna, como descendiente de un duque de Cantabria y señor de Vizcaya. 42 Según sabemos, en el valle de Carranza aparecen menciones tempranas de la importancia que adquirían en estos territorios el linaje de los Ahedo / Haedo / Aedo. En las guerras banderizas los vemos participar como parientes menores de este valle y miembros del bando linaje de los Negretes. Frente a ellos se encontraban las familias de San Esteban y los Giles, que eran las cabezas del bando local de los Giles. 43 Los primeros vivían del río hacia Ahedo 44 y los otros del río hacia Soscaño. De esta manera, la población caraceña se encontraba dividida entre estas tres familias protagonizando así una serie continua de enfrentamientos durante aproximadamente doscientos años.
Sobre estos espacios territoriales fueron especialmente relevantes los conflictos banderizos entre las Casas de los Salcedo – Salazar (linaje principal de las Encartaciones y oriunda del mismo concejo de Zalla del que proceden originariamente también la familia Aedo) y la Casa de Velasco de Mena (procedente de Carasa, cerca de Laredo, los cuales apoyaron a los Trastámara durante la guerra dinástica, lo que les permitió entonces apropiarse de las propiedades, personas e influencias de su linaje rival de Salazar). Es posible afirmar que las tres primeras ramas familiares de los Ahedo se radicaron tempranamente en los concejos encartados de Carranza, Valmaseda y Zalla.
Siguiendo la información proporcionada por don Lope García de Salazar en sus Bienandanzas e fortunas, estos tres solares primigenios de los Ahedo participaron activamente en el conflicto. Seguramente las casas de los Ahedo de Carranza y de Zalla formaron parte del bando de los oñacinos, que tenía como pariente mayor a los Salazar. Sus grandes enemigos fueron los del bando gamboíno de los Marroquines, que tenían en los Velasco de Mena -la rama colateral del linaje de los Velasco de Frías- como su principal adversario, dominante en la zona de los valles de Balmaseda, Zalla, Villaverde de Trucios y en la villa de Castro Urdiales. La suerte política de estos bandos linajes enfrentados fue variada, pero en líneas generales podemos afirmar que la conclusión del conflicto se dio en forma negativa para el bando linaje comandado por los Salazar y sus aliados, tanto en la zona Vizcaína como en Trasmiera. Las abundantes referencias de los solares de este linaje en las Bienandanzas e fortunas nos permiten obtener una imagen de la importancia que adquiría para los Salazar la alianza política-matrimonial con las familias locales principales para el control de estos territorios, así como también para localizar “espacialmente” la expansión y el fortalecimiento político del linaje de los Ahedo.
La primera expansión se produjo siguiendo el trayecto de la antigua calzada romana que cruzaba la comarca de las Encartaciones desde el valle de Carranza, pasando por la villa de Valmaseda hasta el concejo de Sopuerta - Zalla y continuando por el Norte hacia Laredo - Castro Urdiales y por el Noreste hasta Bilbao. Todas las localidades que estaban situadas junto a la importante vía de comunicación se llenaron en pocos siglos de casas y solares que conservaron el orgullo de las raíces hidalgas y el uso de los símbolos familiares, donde podemos constatar la presencia de la antigua grafía del apellido Aedo.
Con los Ahedo de Valmaseda nos encontramos con el caso de un linaje nobiliario local que, si bien comparte los antepasados y apellido con el solar troncal de Carranza, participan ambas activamente en bandos enemigos durante la larga guerra civil. Es gracias a su alianza con los Velasco cuando esta rama de la familia de los Ahedo logró durante todo el siglo XV, mantener una situación privilegiada tanto en su villa, como en la comarca de las Encartaciones.
Linaje de los Varado (Alvarado)
Varado (Alvarado) 45 es otro de los linajes de “hidalgos notorios” que, según la leyenda, descienden de unos “caballeros godos de estirpe real”, con su casa solar original en Secadura (municipio de Voto), 46 y que habrían participado como tales a las órdenes del rey Pelayo en la “lucha contra los moros”. 47 Esta versión coincide con la expuesta por Lope García de Salazar. 48 Siguiendo la crónica banderiza sabemos que la rama troncal del linaje de los Alvarado tiene como “pariente mayor” a los representantes del linaje de los Agüero, con quien terminan entroncándose matrimonialmente a través de uno de los nietos de don Pedro de Secadura, el llamado don Fernando Sánchez del Varado casado con Mari Alonso, hija de Pedro González de Agüero. 49 De esta manera, la posición de este linaje de los Alvarado como “parientes menores” de la poderosa familia trasmerana de los Agüero les permite consolidar su espacio de poder señorial y, al mismo tiempo, motorizar una política matrimonial que determina la alianza de esta familia con importantes linajes locales. 50 A los hijos de este matrimonio los apellidó “del Varado”, ya que, a su abuelo, Pedro de Secadura, le habían llamado así con motivo de las dos varas que puso a modo de barandillas en el puente de maderos que construyó sobre el río próximo a su casa. 51
Según sabemos uno de sus descendientes, el hijo de don Garci Sánchez del Varado (Alvarado), llamado don Sancho García de Alvarado, quien aparece mencionada en las Bienandanzas e fortunas, y en la documentación de la casa de los Velasco, ejercía la prestamería de los lugares de Colindres, Limpias y Liendo y aparece, en el año de 1457, haciendo su “cesión, renuncia y traspaso” a favor de don Pedro Fernández de Velasco, Ier Conde de Haro. 52 Dicho documento también es acompañado por la “súplica” realizada por don García Sánchez al rey, con la finalidad de que él mismo permita realizar la cesión del oficio a favor del Condestable de Castilla. 53 Su hijo, fue don Fernando Sánchez o Sanz Alvarado, que sigue la línea, señor de la casa de Alvarado de Secadura y Capitán de los ejércitos del Rey de Aragón y del Príncipe Fernando, quien terminó formando parte del aparato de administración señorial de los Velasco y fue nombrado con el oficio de alcalde de los Reales Alcázares de Medina del Pomar, bajo las órdenes del Condestable de Castilla. 54
Por otro lado, de la rama de los Alvarado en Extremadura 55 proceden varios descendientes, entre ellos don Juan de Alvarado y Mexía, quien será caballero de la Orden de Santiago, Comendador de las villas de Lobón y Montijo, ambas en Mérida, y como su padre, Capitán General de los ejércitos reales en tiempos de los Reyes Católicos. Su hermano, don Diego de Alvarado y Mexía, que pasa a las Indias en el año de 1499, se asienta en La Española, donde hace fortuna y llegará a ser corregidor. En tanto, el hermano menor, llamado don Gómez de Alvarado y Mexía, fue vecino de Badajoz, Extremadura 56 .
Linaje de los Ibarra (La Vega)
El origen de este linaje de hijosdalgo notorios 57 se localiza en País Vasco, donde se encuentran los solares originarios en Amorebieta-Etxano 58 y en Ugarte de Múxika, 59 donde se constituyen las dos ramas principales que se extienden por todo el territorio de Vizcaya y, por extensión, a los valles de Villaverde y Trucios, donde encontraremos a sus descendientes al servicio del linaje de los Velasco.
Las primeras menciones de la participación de miembros de este antiguo linaje vizcaíno las encontramos en el propio cronista banderizo García de Salazar quien señala el entroncamiento entre el poderoso linaje de los Saldívar (de origen Navarro) y los Ibarra. 60
Según sabemos por las Bienandanzas e Fortunas, los Ibarra participaban como parientes mayores en el bando de los gamboínos, siendo reputados como uno de los linajes principales. 61 De esta alianza entre los Saldívar y los Ibarra en los territorios de Durango tenemos noticias de la participación de los mismos en distintos conflictos banderizos relatados por nuestro cronista. Uno de ellos, con fecha de 1468, nos relata el enfrentamiento entre los Saldívar y los Durango, por la primacía en la villa de Elorrio. Siguiendo a García de Salazar, la contienda entre estos dos poderosos linajes vizcaínos se radicalizó y conllevó al despliegue de fuerzas y la movilización de las lealtades sostenidas por ambos bandos linajes más allá del espacio comarcal en que la misma se desarrollaba. 62
Es posible resaltar aquí varios elementos, por un lado, la importante participación que tiene en el conflicto el linaje de los Ibarra en su alianza con los Saldívar. 63 Por otro lado, tenemos que acentuar el hecho de la expansión de la contienda a través de la participación del linaje castellano de los Velasco en la figura del propio “pariente mayor” don Pedro Fernández de Velasco II, el “Buen Conde de Aro”, quien envía a sus hijos (don Sancho de Velasco y don Luis de Velasco) a “solicitud” y en apoyo de don Pedro de Avendaño Manrique de Lara 64 -linaje principal del bando de los gamboínos en tierras vizcaínas- aliado de los Saldívar y los Ibarra, contra el bando de los oñacinos, dirigido por los representantes de los linajes de los Múgica (Múxika) 65 y los Butrón 66 -poderosas familias de Vizcaya- tras de la cual se encontraban también encolumnados los Salazar. 67 La magnitud de las fuerzas movilizadas por estas amplias alianzas linajísticas es también un hecho sobresaliente recalcado por el propio cronista: “E así llegados, ayuntáronse en Ermúa de Durango, fasta IV mil omes muchos armados.” 68 De la dimensión del conflicto y la “matanza” ocurrida en dichos enfrentamientos también hace referencia el propio autor: “E murieron allí juntos X mil omes de Salazar e de Butrón e de Múgica e los otros echaron a huir la cuesta arriba”. 69
La situación cambió sólo dos años después de estos acontecimientos. El lugar de fuerza que terminó ocupando el linaje de los Velasco determinó que el Condestable de Castilla, don Pedro Fernández de Velasco II, fuera designado Corregidor de Vizcaya. Los poderosos linajes vizcaínos sospecharon que la finalidad del Conde de Haro era enseñorear en estos territorios, lo que determinó el reencuentro y la unión entre los linajes de Avendaño, Butrón y Múgica para combatirlo. Los años en que Pedro de Avendaño Manrique de Lara estuvo a la cabeza de la Casa de Urquizu fueron especialmente conflictivos. Esta época se corresponde con una etapa histórica compleja en la que se sucedieron tres monarcas en la Corona de Castilla: Juan II, Enrique IV e Isabel la Católica.
Como podemos observar la expansión del linaje de los Ibarra acompaña el proceso de fortalecimiento de la presencia, en estos territorios, de los Velasco desde su solar originario en Durango. A partir de allí es posible seguir dos líneas de este linaje que terminarán asentándose en los espacios cantábricos. Un primer linaje, que entronca en Vizcaya con los Garaytondo y, un segundo linaje que entronca con los Mendieta. De estos últimos proceden los descendientes de los Ibarra que tomarán como “pariente mayor” al linaje de los Velasco. Ocuparan posiciones importantes dentro de la estructura de gobierno y administración señorial. Por ejemplo, tenemos al bachiller don Nicolás de Ibarra actuando, hacia el año de 1512, como alcalde mayor de don Iñigo Fernández de Velasco en “todas las villas y lugares de la Casa de los Velasco que había heredado tras el fallecimiento de Bernardino Fernández de Velasco.” 70 De la misma manera encontramos a éste administrados señorial tomando posesión del valle de Villaverde, como procurador general y en nombre del señor duque de Frías. 71
Otra rama de los Ibarra se asienta en Marquina de Suso, en la villa de Éibar, son los llamados Ibarra de Yuso y de Suso. Según algunos historiadores el desdoblamiento de esta rama colateral se habría producido hacia mediados del siglo XV. 72 Podemos decir que de estas líneas devienen aquellos descendientes que pasarán a Nueva España como don Francisco de Ibarra, quien dirigió la expedición contra los amerindios Tepehuanes (al noroeste de México) por orden del virrey Luis de Velasco y Castilla, llamando a estos territorios Nueva Vizcaya. Es allí donde se erige también el actual estado mexicano de Durango, a partir del nombre otorgado por su fundador a la villa americana. Como vemos, dichos nombres remiten a los solares originales del linaje de los Ibarra en tierras altas Vizcaínas.
De este solar de los Ibarra en Éibar también emigran al Nuevo Mundo, en épocas tempranas, Martín de Ibarra y Laurenvide, en septiembre del año de 1526, y Ortuño de Ibarra y Mendilibar, en 1538, llegando a ocupar los importantes cargos en la administración Virreinal de Tesorero General del Reino de Nueva España y factor de su majestad. 73
Movilidad y dinámica comparada
En la figura 1 hemos superpuesto -en una apretada síntesis- las distintas trayectorias de estos linajes y sus ramas colaterales. En la parte central del cuadro su disposición en los territorios españoles, a la derecha su proyección a otros destinos en el continente europeo y a su izquierda las distintas posesiones americanas del imperio entre los siglos XVI / XVIII. Véase figura 1.
De los linajes analizados, dos de ellos (Arredondo / Alvarado) se desarrollan dentro de una espacialidad que podríamos definir como comarcal / local o de radio corto, mientras que los dos restantes (Ahedo e Ibarra) podemos ubicarlos dentro de un desarrollo regional más amplio o interregional, ya que sus solares originarios se encuentran ubicados en el área de Vizcaya desde donde trasladan sus ramas colaterales al territorio cantábrico. Estaríamos en presencia de una zona amplia de relación y contacto entre estos dos espacios socio-territoriales que -desde la Baja Edad Media- se encontrarían profundamente interrelacionados a partir de estos efectivos humanos articulados en torno a los linajes y sus asociaciones más amplias, los bandos linajes. La participación en la red clientelar de los Velasco no sólo les asegura el fortalecimiento de su poder local sino también la posibilidad de afianzar sus ramas colaterales dentro de una espacialidad más amplia, desde los valles y villas del interior hasta alcanzar las villas marítimas (Arredondo / Alvarado / Aedo) se nos presentan como representantes de este poder expansivo. El caso de los Ibarra se presenta más concentrado -en términos de sus recursos parentales- en el valle de Durango. Como hemos señalado, serán sus ramas colaterales (Amorebieta-Etxano / Ugarte-Múxica) las líneas de los Ibarra que se extienden profusamente en el espacio cantábrico. Las alianzas matrimoniales con los Múxica (Mujica), Saldívar y Avendaño -poderosos parientes mayores del área vizcaína- junto con la unión parental con los Velasco (linaje castellano) afianza el desarrollo expansivo del linaje.
La disposición comparada de estas trayectorias linajísticas nos permite establecer tres momentos claramente delimitados:
1- Momento de establecimiento y consolidación: el cual se encuentra relacionado al solar original. Observamos cómo las ramas colaterales se afianzan en los espacios locales y comarcales a partir de dos tipos de ordenamientos en radios cortos.
A) Pluricéntrico: Linajes como los Arredondo, los Ahedo y los Ibarra presentan una fuerte tendencia a la división primitiva de los solares de origen en los propios espacios donde el mismo se encuentra localizado. Dos o más ramas familiares participan así del despliegue y consolidación de la/s casa/s principal/es. Una explicación que creemos plausible para este fenómeno tiene que ver con la propia dinámica integrativa que poseen los linajes, debiendo por ello asumir que en su origen lo que tenemos es un conjunto de familias cortas que, más allá de la existencia o no de relaciones de parentesco directo o cruzado, reconocen un pariente común del cual hacen derivar su apellido y sus armas. Estamos en presencia de un proceso de identificación, más o menos amplio, no necesariamente centrado en un ancestro en común sino, más bien, en la elección de uno, que se conforma en la imagen mítica del origen. De allí que tempranamente observemos la atomización en diversas ramas que descienden del solar original y que comparten un mismo espacio de expansión. Al mismo tiempo, esta imagen debe ser ponderada en función de la preponderancia de una dinámica matrimonial endogámica y cruzada que presentan estos efectivos humanos y que termina, con el tiempo, difuminando las diferencias originarias entre estos grupos primarios.
B) Concéntrico: Un segundo grupo de linajes, como los Alvarado, presentan una morfogenética más concentrada en su origen. Estos grupos se encuentran ya profundamente jerarquizados. El proto-solar vernáculo tiende a reconocer a la familia principal que adopta el apellido, muchas veces del lugar donde se asienta, o bien de características específicas que identifican ese espacio o, simplemente, de las acciones que le valieron su lugar de preponderancia. En este sentido, pueden presentarse múltiples formas o combinaciones de estas.
Sin embargo, cabe destacar que tanto en el modelo policéntrico como el concéntrico (dos vías diferentes para un mismo punto de llegada) una vez consolidado el solar original, éste oficia de tronco común desde donde se desgajan las ramas colaterales, fortaleciendo con ello el proceso de identificación inicial, por lo que sostenemos analíticamente la necesidad de ver a éste como un sólo momento genético de asentamiento y consolidación.
2- Momento de desarrollo y expansión: del mismo hemos hablado anteriormente, simplemente agregaremos que si bien el proceso de expansión se centraliza en torno a la reproducción al interior de estos linajes también es necesario tener en consideración tres factores fundamentales: por un lado, la articulación de los mismos dentro de las asociaciones inter-linajísticas más amplias que son los bandos linajes, por el otro, los diversos entroncamientos matrimoniales con los parientes mayores y, finalmente, su lugar dentro del entramado de agentes señoriales al servicio del poderoso linaje de los Velasco que potencia y asegura su lugar preponderante a nivel local. Es posible destacar aquí la importancia que adquiere, para estos linajes, la consolidación de sus ramas colaterales en los espacios urbanos (tanto en las villas cantábricas del interior como en las villas marítimas o portuarias). Los casos de los linajes de Arredondo / Alvarado y Aedo son claramente ilustrativos al respecto.
Momento de expansión extraterritorial: un tercer y último momento se da con el desarrollo de estos linajes hacia afuera del territorio peninsular. La vía americana, así como otros lugares del imperio español tienen como protagonistas a los descendientes de varios de estos linajes. Lo interesante de señalar en el caso de estas trayectorias que hemos estado analizando es que la evolución extraterritorial se da, en general, sobre los efectivos humanos que comprometen las ramas más alejadas del tronco principal. Por ejemplo, en el caso del linaje de los Arredondo aquellas ramas secundarias asentadas en Santoña, Bárcena de Cicero y Ogarrio, en el caso de los Alvarado son los desgajamientos ubicados en Extremadura, en el de los Ibarra el trasplante a Nueva España se da sobre la casa ubicada en la villa de Éibar. De esta manera, los tres momentos (establecimiento y consolidación – desarrollo y expansión – expansión extraterritorial) se corresponden a una tendencia única y general que parece presentar la propia evolución de estos linajes, y en la que participan tanto el tronco principal como los secundarios y sus ramas colaterales. En este sentido los linajes van constituyendo una política inter-parental e intergeneracional que se despliega temporal y espacialmente desde sus núcleos primarios (solares) a partir de dinámicas concéntricas de solidaridades entre sus miembros, tendiente a fortalecer sus posiciones y posesiones desde espacios cada vez más concentrados de dominio que, una vez consolidados, otorgan la capacidad de reproducción del movimiento expansivo sobre nuevos territorios. Dicha dinámica de replicación ampliada se ve fortalecida por los intercambios y alianzas matrimoniales endogámicas e isogámicas (entre individuos de nivel social y económico homologable) en cada uno de estos espacios de expansión. Sin embargo, la misma lógica de expansión y reproducción espacial conlleva la posibilidad de que estos núcleos secundarios se fortalezcan tanto que terminen independizándose así del tronco principal y de los dictados del pariente mayor del linaje. Se termina conformando así en un nuevo núcleo. Por lo tanto, este esquema no es lineal, sino que se encuentra sujeto a tensiones radiales concéntricas y centrífugas (procesos de competencia inter-señorial) que se ven afectadas por el alcance y dimensiones de las alianzas políticas y matrimoniales sostenidas con otros linajes en los nuevos espacios, así como por la dinámica propia que adquiere la lucha de bandos en los distintos territorios en los que se desarrolla.
Finalmente, como podemos observar en nuestra matriz -a través de los ejemplos estudiados- esta expansión extraterritorial descansa, fundamentalmente, en los efectivos de las ramas secundarias fuertemente establecidas en los espacios urbanos a partir de formas de promoción abiertas por la Corona. El fortalecimiento de estas ramas secundarias -que siguen referenciándose al tronco principal- en los entornos urbanos, permite a sus efectivos escalar posiciones al interior del aparato de administración de la monarquía hispana. Dos elementos pues a subrayar dentro de estas dinámicas comparadas de los linajes cántabros: por un lado, la importancia que adquiere la participación de estos linajes locales como agentes señoriales de los Velasco fortaleciendo así las condiciones expansivas de los mismos y, en segundo lugar, la situación privilegiada alcanzada por estas ramas colaterales -parientes menores- en los espacios urbanos que terminarán consolidando su ascenso social como agentes de la corona en espacios lejanos del imperio. La gráfica conjunta de trayectorias nos muestra claramente la importancia que adquiere -para estos sectores- su instalación, desarrollo y lugar preponderante que obtienen en los ámbitos urbanos. Alcanzar los mismos determina la posibilidad de consolidar su poder dentro de los espacios locales y, simultáneamente, proyectar las posibilidades de sus efectivos humanos en los canales de promoción abiertos por la corona. Estos movimientos descriptos son complementarios y se desarrollan en el amplio período que abarca los siglos XV al XVII.
Notas
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Recepción: 22 Marzo 2018
Aprobación: 04 Mayo 2018
Publicado: 27 julio 2018